Heroína como medicamento: 20 años después

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El 28 de agosto de 2003, El País publicaba en portada: 'Un hospital de Granada da heroína a toxicómanos por primera vez en España'. La crónica empezaba: “Lo de ayer fueron los dos primeros chutes legales de heroína de España”.

Seis años de espera era un punto de partida complicado, pero, después de más de nueve meses de arduo trabajo con cada uno de los pacientes, encontramos que el medicamento heroína podía ser una nueva alternativa para el tratamiento de los heroinómanos a quienes no les había ido bien en anteriores tratamientos. El 70,4% respondió positivamente al tratamiento con heroína –junto al medicamento, dábamos apoyo psicosocial– mientras que en el grupo de metadona la cifra fue del 34,8%, también con el mismo apoyo. Por tanto, la probabilidad de éxito fue mayor en el grupo experimental (el de heroína, dos veces por día; con metadona, por la noche) que en el grupo control (grupo de metadona).

Esta victoria parcial tenía como componentes que la salud física de nuestros pacientes del grupo de heroína mejoró más de cuatro veces con respecto a la de los del grupo de metadona, que la salud mental mejoró casi el doble, que el riesgo de contagiarse con el VIH fue casi cuatro veces menor y que la actividad delictiva se redujo de forma muy importante. Un resultado esperanzador de un proyecto difícil, complicado, pero probablemente el mejor proyecto de salud pública de la Escuela Andaluza de Salud Pública en sus 38 años de vida.

Los pacientes que teníamos, y seguimos teniendo 20 años después, eran personas que habían fracasado como mínimo en dos tratamientos, se inyectaban la mayoría de los días y cumplían dos de estos tres requisitos: tenían una enfermedad (VIH, hepatitis…), problemas de salud mental (patología dual) y de tipo familiar-legal. En definitiva, eran personas con una dependencia severa, con una situación de salud física y psicosocial muy dura y, además, excluidas.

Terminó el ensayo clínico y, en 2004, el Ministerio de Sanidad autorizó su uso compasivo para los siete primeros pacientes del ensayo de prescripción de heroína y metadona, que permitió seguir legalmente con el tratamiento aunque ya hubieran pasado los nueve meses de duración del ensayo, y que luego se fue extendiendo. Fue el primer reconocimiento oficial de que la heroína mejora la integración del heroinómano más que la metadona.

Hablar de heroína terapéutica puede sonar a algo raro, pero la realidad es que a personas que han estado perdidas en el mundo de la droga, gastando todo su dinero y el de sus familias en ello, entrando en un pozo sin fondo lleno de dolor, enfermedad, malestar personal y familiar, infecciones, problemas físicos y mentales, delincuencia, robos, daños..., era necesario buscarles una solución. Y la solución la habían encontrado los ingleses utilizando desde hacía años la heroína en la farmacopea británica, les siguieron los suizos con un proyecto que cubría y sigue cubriendo a casi todo el país y a más de 1.000 pacientes, para posteriormente Holanda plantear un ensayo clínico del que nosotros en Granada, en la Escuela Andaluza de Salud Pública, con apoyo de profesionales suizos y discusiones y debates con investigadores de Alemania, Reino Unido y Holanda, fuimos capaces de poner en marcha.

La Junta de Andalucía planteó una estrategia avanzada y valiente hace 20 años con la utilización de la heroína como medicamento. Era y es la solución receta. El resultado fue exitoso, ya que la heroína-medicamento ayudó a mejorar la salud de la ciudad de Granada al disminuir en un 1.700% los delitos de las personas que entraron en el ensayo clínico, además de mejorar la salud física, mental, social y familiar de heroinómanos que hoy siguen tomándola en el hospital Virgen de las Nieves. Esta receta de la heroína-medicamento, convirtió a Granada en 2003 en referencia nacional e internacional con un ensayo que permitió demostrar que la administración de la heroína bajo control médico es más eficaz que la metadona, al mejorar la salud de los 62 heroinómanos, el doble que con metadona. Y estos resultados coinciden con los de los otros países donde hay alrededor de 3.000 pacientes en tratamiento en una relación sanitaria positiva y con un afianzamiento social mediante la estabilización del empleo y el domicilio y el contacto con la familia.

Pero la legalización de la heroína como medicamento, a pesar de los buenos resultados en España y de que países como Alemania o Dinamarca así lo han considerado, no está sobre el tapete. Un error según mi opinión, ya que el Pepsa, el programa más avanzado que se ha hecho en este país hasta la fecha en el campo de las drogodependencias, pervive gracias al tratamiento como uso compasivo que se le concedió tras la finalización del ensayo clínico, tal como permite el Real Decreto 223/2004, luego modificado por el Real Decreto 1090/2015 de 4 de diciembre.

El programa de administración de heroína que se sigue desarrollando en Granada, ahora con 15 pacientes, podría beneficiar a los heroinómanos de toda España, sin duda alguna, pero no hay ninguna administración que haya querido poner en en marcha un proyecto de este tipo. Dejo fuera a la Generalitat de Catalunya, que intentó y sigue intentando poner en marcha un nuevo proyecto, y también a algún internista hospitalario que se ha acogido al protocolo de Granada para llevar a cabo el tratamiento con heroína a algún paciente en Barcelona. Sería un paso más, 20 años después, en el avance de la heroína terapéutica.

Poca gente esperaba que tuviéramos éxito, pero la realidad fue espectacular. Algunas personas nos tachaban de locos, de poco profesionales, de dar una “droga” en el hospital… Pero nuestro programa ha sido y es un espaldarazo de salud y vida para muchas personas, ya que les ha devuelto la alegría de vivir, de sentirse personas con dignidad, de poder ir con la cabeza alta, con posibilidades de iniciar una nueva vida, recuperando sus amigos de siempre. Sus familias se sentían y sienten agradecidas día a día y todo gracias al empeño de la búsqueda de alternativas a los tratamientos existentes hasta el momento.

El tratamiento de la heroína, según los resultados de los estudios coste-beneficio suizos, holandés y alemán, indican que el ahorro por persona y día es muy significativo. Y como dicen los pacientes españoles (de Granada): “Nosotros hemos ido viendo cómo nuestras vidas cambiaban, cómo la esperanza de tener una vida digna algún día se iba haciendo realidad. Y, aún más importante, la vida de nuestras familias y de las personas de nuestro entorno también han cambiado”. “Solo pedimos comprensión. Es barata”.

Con la evidencia de los estudios, pido a los políticos, a los gobiernos, que cualquier ciudadano/a español/a que cumpla los requisitos del ensayo clínico de heroína, viva donde viva en España, pueda tomar el medicamento que a los pacientes en Granada les ha devuelto la vida y la salud física, social y familiar. Junto con ello, pido que se facilite el uso de nuevas formas de la heroína, como la heroína en comprimidos, la heroína ora; que ayude a encontrar nuevas alternativas terapéuticas a las existentes actualmente. Y además pido que se fomenten programas de apoyo psicológico, deportivo, legal, digital, social, de empleo… a personas que las drogas los sacó hace tiempo de todo “mercado” laboral.

Si hoy en día se habla mucho de fentanilo, un opioide que mata a miles de personas en EEUU y Canadá, es necesario plantear que necesitamos medidas valientes que ayuden a mejorar la situación de esas personas y también, como hicimos nosotros, de los heroinómanos. No estamos hablando del pasado. Hoy sigue siendo una problemática real.

Si hace 20 años políticos de la Junta de Andalucía fueron capaces de dar un paso adelante en el abordaje del problema de las drogodependencias y buscar nuevas alternativas terapéuticas con un programa con heroína como medicamento, con la evidencia científica en la mano esperemos que hoy y mañana, cualquier ciudadano/a español que la necesite, la pueda usar. Y es que la heroína también salva vidas. Ellos/ellas (su dignidad), junto a la de sus familias y la sociedad en su conjunto lo agradecerán.