Un hombre peligroso

Diego López Garrido

y otros miembros del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundación Alternativas —

El anuncio del presidente Donald Trump de reactivar las sanciones contra Irán, a partir del próximo día 12, supone en la práctica el abandono unilateral del pacto nuclear con Irán, que firmaron en Viena, en julio de 2015, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (EE UU, Rusia, China, Reino Unido y Francia) más Alemania y la Unión Europea, por el que Teherán renunciaba a su programa nuclear militar a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que estaban causando graves perjuicios a su población.

Este es un paso más en la unilateral y descabellada política internacional de la administración Trump, mucho más agresiva desde que se han incorporado a su gabinete halcones como el nuevo Secretario de Estado Mike Pompeo, ex director de la CIA, y el Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, un radical de ultraderecha, colaborador entre otros del Instituto Judío para la Seguridad Nacional de América y del extremista Proyecto para un Nuevo Siglo Americano. Ambos se han mostrado en el pasado contrarios al acuerdo con Irán y partidarios de emplear la fuerza militar para someterlo.

No hay ninguna razón para denunciar el acuerdo, que ha probado su eficacia y que Irán ha respetado escrupulosamente desde su entrada en vigor en enero de 2016, como lo atestiguan los informes de las inspecciones periódicas que lleva a cabo la Agencia Internacional de la Energía Atómica, vinculada a Naciones Unidas. Solo la enfermiza obsesión de destruir todo lo que hizo el presidente anterior, Barack Obama, y la presión de la derecha de Israel y sus poderosos lobbies en Washington, estrechamente vinculados con la extrema derecha de EEUU, pueden explicar esta medida que amenaza con desestabilizar aún más Oriente Medio y provocar una escalada nuclear.

Pacta sunt servanda: lo pactado debe ser cumplido. Cuando una parte rompe un acuerdo que ha sido respetado por la otra parte, y aplica medidas coercitivas, como las sanciones, se trata simple y llanamente de una agresión. Para los que impulsan la ruptura el problema no es que Irán pueda desarrollar armas nucleares al amparo del pacto, sino que prospere económicamente y se consolide como un actor independiente y fuerte en la región, con influencia en Irak, Siria, Líbano y Yemen. Por el contrario, que Irán rompiera sus compromisos y volviera a su programa nuclear sería una excelente noticia para los halcones, porque justificaría una intervención militar, con independencia del riesgo y el sufrimiento que ello conllevara

La decisión se ha tomado a despecho de la resistencia del resto de las partes, incluidos la UE como tal y los tres signatarios europeos: Alemania, Francia y Reino Unido, que en esta ocasión mantienen una posición común de cierta firmeza. En un comunicado conjunto, Angela Merkel, Emmanuel Macron, y Theresa May se declaran determinados a continuar en el acuerdo, preservar el plan de acción y mantener los beneficios económicos a favor de la población iraní. Es especialmente significativo el alineamiento de Londres en esta ocasión con sus todavía socios europeos, que puede hacer reflexionar a muchos británicos sobre el error que comete Reino Unido con el brexit. Trump está solo en la escena internacional, sin más apoyo que el Israel de Netanyahu, verdadero beneficiario e impulsor de la medida, y Arabia Saudí rival acérrimo del régimen de los ayatolás. Su lema: América primero, se está convirtiendo en América contra el mundo.

Se abre ahora un período de incertidumbre. Las sanciones de Washington no afectarán solo a Irán, sino también a las empresas que al calor del acuerdo habían emprendido relaciones económicas con Teherán, que podrían ser sancionadas con la imposibilidad de hacer negocios en EEUU, entre las cuales hay algunas europeas muy importantes como Total, Airbus, Siemens o Peugeot, así como a las que han comenzado a importar petróleo iraní y a algunos bancos europeos. Esto podría ejercer una presión inaceptable sobre los países europeos y dar al traste finalmente con el acuerdo. Pero si la Unión Europea aguanta, Teherán podría ver las ventajas de mantener sus compromisos a pesar de las sanciones decretadas por Trump. Aún hay una oportunidad para la paz, y hay que explotarla hasta el final. Si el acuerdo se rompe definitivamente, las consecuencias pueden ser desastrosas, incluido el reforzamiento de los sectores más duros del régimen iraní.

Trump es un hombre peligroso, y con esta decisión lo demuestra una vez más. Que esté al timón de la nación más poderosa de la tierra es extremadamente preocupante. La oposición interna no parece capaz, por el momento de frenarlo. Solo una actitud seria y sin fisuras por parte de sus aliados puede tal vez hacerle reflexionar y volver al camino del diálogo, antes de que provoque una loca carrera nuclear en el polvorín de Oriente Medio, o nos embarque a todos en una nueva guerra cuyo alcance es impredecible. Hoy más que nunca la unidad de los países europeos y su determinación son imprescindibles para dotar a relaciones internacionales de la moderación y la sensatez que parecen faltar en Washington. Es el momento de que los ciudadanos europeos exijamos a nuestros gobiernos que cumplan con su deber y se mantengan firmes en la defensa de la paz

Firman este artículo: Enrique Ayala, Diego López Garrido, Nicolás Sartorius, Carlos Carnero, Vicente Palacio, Francisco Aldecoa, Juan Moscoso del Prado, José Candela, José Luis Escario, Manuel de la Rocha Vázquez, miembros del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundación Alternativas.