Es hora de una Europa social y sostenible
El próximo domingo, los votantes se enfrentarán a esta pregunta: “¿Qué clase de Europa quiere usted?”. Si usted está cansado de vivir en una ciudad con mala calidad del aire y preocupado por el estado del planeta que dejará a las siguientes generaciones, su respuesta podría ser: “una Europa ambientalmente sostenible”. Si usted sufre las consecuencias de la precariedad laboral o ve su puesto de trabajo amenazado, probablemente su respuesta sea: “una Europa socialmente sostenible”. Para nosotras, ministras de medio ambiente socialistas y socialdemócratas, la protección del medio ambiente y la promoción de la justicia social son dos caras de la misma moneda. Y estas son las razones:
En primer lugar, porque los esfuerzos para mejorar el medio ambiente no cristalizarán sin abordar de forma adecuada los efectos sociales que pueda tener la revolución verde o, para ser más concretos, a no ser que el proceso de transición ecológica contribuya a resolver los problemas sociales existentes.
En segundo lugar, porque salvar el medio ambiente no puede ser un lujo para minorías. Se trata de una cuestión vital para todos. Esto es algo que los miles de jóvenes que salen a las calles cada semana para manifestarse –desde Estocolmo a La Valeta, desde Madrid a Berlín– conocen bien.
Por eso, los socialistas y socialdemócratas queremos un Pacto para el Desarrollo Sostenible que guíe la próxima legislatura en la Unión Europea y que nos permita alcanzar estos dos objetivos. Nuestra visión propone una transición justa, un enfoque que defiende una transición ecológica apoyada con inversión, con investigación y desarrollo, con sindicatos fuertes y con capacitación para asegurar que los trabajadores tengan las habilidades necesarias para una economía verde e inclusiva.
Esta transición se apoyará en un Fondo Europeo de Transición Justa para apoyar una política industrial, de innovación, estructural y de inversión activa de la UE, especialmente en las regiones dependientes del carbón. Con el enfoque adecuado, la transición ecológica tiene un enorme potencial para la modernización industrial y la creación de empleo.
A través de un Plan Europeo de Vivienda Asequible también podemos hacer frente al cambio climático y ayudar a los más desfavorecidos. Queremos poner fondos de la UE a disposición de las ciudades para que inviertan en rehabilitación y construcción de viviendas públicas energéticamente eficientes. Mejoremos el parque de viviendas de Europa y hagamos que las necesidades de climatización de las casas sean más asequibles. Podemos proteger el planeta a la vez que promovemos la justicia social.
Con el régimen de comercio de derechos de emisión de la UE hemos puesto un precio a las emisiones de CO2 de la industria y la producción de energía. De una manera socialmente justa, necesitamos que esta señal de precio se extienda a otras fuentes generadoras de emisiones, como pueden ser el transporte o los sistemas de calefacción. Para ello, nos aseguraremos de que los precios del carbono no afecten negativamente a las familias con ingresos pequeños y medianos, ni impongan una carga excesiva a quienes viajan en transporte público o viven de alquiler.
Europa también debe intensificar sus esfuerzos para hacer realidad el Acuerdo de París y limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5 grados centígrados. Esto implicará una estrategia climática a largo plazo de la UE con el objetivo global de alcanzar la neutralidad climática y aumentar el objetivo de reducción de los gases de efecto invernadero de la UE para 2030. Esta sería una señal fuerte para fomentar una mayor ambición climática global.
El modelo europeo de producción de alimentos también puede mejorarse radicalmente. Debemos volver a centrarnos en el apoyo a las pequeñas explotaciones y las cadenas de suministro cortas, y apostar por la producción agrícola urbana. También es preciso trabajar por la reducción de los residuos de alimentos, del uso de plaguicidas y de las fugas de basura plástica, que acaban en la naturaleza. Con esta visión, podemos preservar la biodiversidad y los ecosistemas, y hacer que los alimentos sean sanos y asequibles para todos.
Además, necesitamos una transición que nos aleje de la movilidad basada en combustibles fósiles y promover modos de transporte más sostenibles, limpios y accesibles, lo cual requiere una importante inversión en transporte público ecológico.
Todos estos objetivos son alcanzables, si existe voluntad política. Debemos reconocer que las políticas medioambientales, las políticas industriales, las políticas sociales y las políticas económicas deben apoyarse mutuamente. Los socialistas y socialdemócratas tenemos la capacidad de conciliar las inquietudes de los que se preocupan por el fin de un planeta habitable con las de quienes sufren para poder llegar a fin de mes. Junto a Frans Timmermans, el candidato progresista a la Presidencia de la Comisión Europea, vincularemos la protección del medio ambiente con la generación de empleo de calidad y el bienestar de los ciudadanos. Nos aseguraremos de que los europeos tengan seguridad en tiempos de cambio. Es hora de una transición justa hacia un modelo económico ambientalmente sostenible.