“El 89% de los madrileños y madrileñas está satisfecho de vivir en Madrid”. Este es uno de los datos clave que daba el martes pasado la alcaldesa Manuela Carmena durante el Debate del Estado de la Ciudad. Y es fundamental, porque si queremos analizar seriamente cómo estamos gobernando desde los ayuntamientos del cambio, hay que hacerlo con datos, y hay que preguntarle a la gente, a nuestros vecinos y vecinas.
Además de este dato, durante el debate manejamos otros como el número creciente de madrileños y madrileñas satisfechos con los servicios públicos municipales, o los de publicaciones internacionales como The Economist o Global Cities, que sitúan a Madrid cada vez en mejores posiciones en rankings de calidad de vida. Madrid se parece cada vez más a otras grandes capitales europeas, y está visible en el mapa internacional de la participación ciudadana. ¿A qué se debe? A que en este gobierno de cambio tenemos un modelo de ciudad, un proyecto para Madrid.
Nuestro proyecto recoge los mimbres que se han puesto y desarrolla un modelo de ciudad basado en tres ejes fundamentales: democracia, sostenibilidad y derechos. Cada uno de ellos se ha desplegado en buena parte de las medidas que hemos tomado estos años en el Ayuntamiento de Madrid, y es precisamente la complicidad entre estas medidas la que conforma nuestro modelo de ciudad.
Medidas como la compra de autobuses 100% verdes para la EMT, el plan de calidad del aire, la participación vecinal en los proyectos de remodelación de las plazas en los barrios de Madrid, o la atención a todas las personas en los centros municipales de salud son solo algunos ejemplos. Esta transversalidad presente en la acción de gobierno, con las medidas del gobierno tocando varios de nuestros ejes de ciudad, representa la solidez de nuestro proyecto para Madrid.
En una Europa azotada por la austeridad y el auge de la extrema derecha se puede entender el ciclo político del cambio que está viviendo España, gracias a la irrupción de Podemos y de otras fuerzas políticas hermanas, como una escalera hacia un futuro mejor para todos y todas. Los Ayuntamientos del Cambio, en tanto que administración más cercana a los ciudadanos, representan ya el mejor ejemplo como primer escalón que corrobora que sí se puede. Las Comunidades Autónomas representan el segundo, mientras que al final de la escalera se encuentra el gobierno del país, la Unión Europea y ese otro mundo tan posible como necesario.
Sin las dificultades que impuso el gobierno de Rajoy a los Ayuntamientos mediante la Ley Montoro y la regla de gasto, no cabe duda que podríamos haber avanzado mucho más, invirtiendo desde 2015 el superávit resultante de una gestión económica ejemplar en mejoras concretas para la vida de nuestros vecinos y vecinas. Este viernes publicaba El Boletín que la deuda de Madrid está en su nivel más bajo desde 2005 y el mismo día, eldiario.es adelantaba que la deuda pública de todas las administraciones alcanzó en junio un máximo histórico.
Estamos demostrando en los ayuntamientos donde gobernamos que sí hay alternativa, que se puede gobernar con un modelo de ciudad que tenga a la gente como prioridad. Se puede gestionar la economía de manera eficiente para que haya superávit que invertir en beneficio de la ciudad y de los vecinos y vecinas. Si la gente ve que gobernamos mejor en los Ayuntamientos, ¿no cabe preguntarse si es razonable que lo hagamos bien en las Comunidades Autónomas? Y si lo hacemos bien en las Comunidades Autónomas, ¿no tiene sentido que lo hagamos bien en el gobierno del país? Merece la pena trabajar para llevar gobiernos del Cambio a a todos los niveles, y de cara a ese objetivo el papel de Madrid es esencial. Lo hemos hecho bien hasta ahora pero tenemos que hacerlo aún mejor hasta 2019. Y a partir de ahí, consolidar a Madrid como referente de un gobierno para la gente, en España y en Europa. Porque el cambio empezó en las ciudades, y en 2019 toca subir otro peldaño.