Mes negro
Como si del carrusel de los desastres ambientales se tratase, en estas últimas cuatro semanas el minuto y resultado de vertidos fósiles ha sido desolador:
Perú, 15 de Enero, 11.900 barriles vertidos por Repsol en la costa del Callao, más de 50 km de playas, dos reservas y 3000 pescadores afectados.
Ecuador, 18 de enero, 57 m³ de petróleo vertidos por PetroEcuador en la selva Amazonia Ecuatoriana, 107 comunidades y 300km de río afectados.
Tailandia, 25 de enero, 50 toneladas de petróleo vertidos por una filial de Chevron, 47 kilómetros cuadrados de golfo de Tailandia afectados.
Nigeria, 4 de febrero, explosión de un buque almacén de la SEPCOL en el delta del Níger. Se desconoce aún el alcance del vertido.
Cada desastre podríamos decir que son cuatro vertidos en uno:
Vertido de consecuencias desoladoras sobre la vida. Por muchos medios y barreras de contención que se emplee esa sustancia negra, que nunca debería haber salido de las entrañas de la tierra, se introduce en la fauna y en cada resquicio del ecosistema alterando durante décadas.
Derrame destructivo sobre las poblaciones colindantes. A corto plazo los habitantes de la zona suelen participar de los recursos insuflados en la economía local para limpiar y conformar las hileras de personas que, protegidos como pueden, se afanan en limpiar lo que parece imposible. Pero a la larga pierden mucho más de lo que ganan y esas regiones no suelen regresar a su modelo de vida anterior.
Ola de propaganda y mentiras de los responsables. Las empresas fósiles implicadas intentan gastar lo mínimo posible en la limpieza, básicamente “ limpiar lo gordo”, pero no escatiman en dinero a la hora de lanzar campañas mediáticas que minimicen el impacto del vertido, maximicen su implicación en la limpieza y reiteren su compromiso en la transición ecológica. Proteger décadas de su inversiones millonarias en imagen verde suele ser su prioridad.
Vertido de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Las campañas de marketing corporativos y las declaraciones gubernamentales suelen sentenciar que estos errores son hechos aislados susceptibles de mejora. Obviando que si todo “funciona”, ese combustible fósil cuando llegue a “buen puerto” se va a producir emisiones de efecto invernadero. Cada barril de crudo o metro cúbico de gas que llega a su destino y es quemado en centrales, coches o calderas vierte gases a la atmósfera afectando al clima nivel global de manera irreversible. Incluso el gas fósil, el supuesto “hermano verde” del petróleo tiene grandes emisiones de metano durante su camino de los pozos a los hogares e industrias, además de los vertidos de CO2 cuando se usa.
En este mes negro es necesario más que nunca decir alto y claro que los vertidos de crudo son un problema enorme, pero también son la punta del iceberg de los impactos de una industria energética que están sacrificando a las comunidades y ecosistemas locales de manera directa, pero también a nivel global lanzándonos al desastre climático.
La cosa es muy simple, la única manera de dejar de tener vertidos de crudo y vertidos continuos de CO2 y otros gases es dejar de necesitarlos lo antes posible. La única inversión razonable en tiempos de crisis climática para evitar estos vertidos de todo tipo es apostar decididamente por las energías renovables y en manos de la ciudadanía.
Para que esta realidad se haga patente necesitamos quintales el altavoz a las corporaciones fósiles como Repsol, necesitamos regular la publicidad y los patrocinios de empresas directamente involucradas en ganar dinero con estos vertidos
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