Es una vieja estrategia política (no muy noble, quizás por eso tan antigua como la política) tratar de que todo vaya mal para culpar de ello al adversario político. Ocurre que por el camino se desprestigian las instituciones democráticas, aunque ello constituya un precio que algunos pagan gustosamente. Esta situación se describe a la perfección en una canción de Ojete Calor (los maestros del subnopop): “Mi amiga Maribel tiene la teoría de que mal es bien / y afirma sin rubor que ha comprobado en firme que peor es mejor / la gusta explotar todos sus problemas para dar que hablar / cuanto más bajón más protagonismo en la conversación / Ay qué bien tan mal / Ay qué bien, ay qué mal / Ay, qué bien tan mal / Ay, qué mal qué regular”.
Lo hemos visto durante largos años con el bloqueo y consiguiente desprestigio del CGPJ. Y los fiscales nos sonreíamos ufanos viendo a los jueces (unos por vocación, otros con resignación) bailar al ritmo del subnopop, pensando que a nosotros no nos podía pasar nada semejante. Qué errados estábamos, teníamos que haber puesto nuestras barbas a remojar. Que los esfuerzos de deslegitimación del Ministerio Fiscal se orquesten y ejecuten desde fuera es algo ante lo que poco podemos hacer. Pero llegó el líder supremo e impartió la orden de que quien pueda hacer que haga y ahora tenemos a fiscales bailando al ritmo del subnopop.
El último episodio ha consistido en que la conservadora Asociación de Fiscales ha abandonado el grupo de trabajo constituido en la Fiscalía General del Estado para la reforma del Estatuto Orgánico, especialmente en lo referido al reforzamiento de la autonomía del Ministerio Fiscal. La excusa ha sido su enojo al haberse sugerido que las actuaciones de algún sector de su dirección se debían a esa estrategia Ojete Calor. ¿Quién lo iba a sospechar tras que, poco antes de las elecciones de julio del 2023, se reunieran en secreto con el candidato al que daban por ganador, quien les prometió derogar el “sanchismo”? (Me viene a la cabeza la imagen del capitán Renault en 'Casablanca': qué escándalo, he descubierto que aquí se juega). Poco antes se había dado de baja en los trabajos otra asociación, pero dado su carácter extremadamente minoritario (aun cuando sus escasos miembros acumulan la mayoría de los expedientes disciplinarios abiertos en los últimos diez años) la carrera no le dio importancia. En definitiva, si no creen en el sistema, es lógico que no quieran reformarlo para fortalecerlo y prefieran el insulto y la descalificación desde platós de televisión (13TV) y estudios radiofónicos (EsRadio). Pero la decisión de la ejecutiva de la Asociación de Fiscales sí que produce desazón.
Son muchos los y las compañeras de la AF (algunos me brindan su amistad) que, de igual modo que discrepan abiertamente de algunas de las decisiones de la actual Fiscalía General del Estado, no comparten esta estrategia de tierra quemada. La reforma para blindar más la autonomía del Ministerio Fiscal es necesaria para la asunción de la instrucción por la Fiscalía conforme al nuevo proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal. Cuando el Consejo Fiscal (en aquel momento presidido por Dolores Delgado) tuvo que redactar el preceptivo informe a dicho proyecto legislativo (tuve el honor de participar como vocal), lo hizo con el esfuerzo común y compartido de todos los vocales (los conservadores y los progresistas, los miembros natos y los electivos) en unas jornadas maratonianas encerrados en el Pazo de Mariñán. Entre el material que teníamos a nuestra disposición se encontraban las aportaciones realizadas tanto por la asociación conservadora como por la progresista (la otra, la de los expedientes disciplinarios, ni estaba ni se la esperaba), así como aportaciones de fiscales a título individual. Todos conscientes de la trascendencia del proyecto, dejamos atrás nuestras lógicas diferencias y sacamos un texto consensuado por el bien del Ministerio Fiscal.
Por el contrario, el CGPJ ha sido incapaz de aprobar un texto, paralizado como está en el modelo Ojete Calor, y tratando de que todo vaya bien yendo a peor.
No creo que este sea el modelo a seguir, debemos volver a ser capaces de hacer lo que siempre se nos ha dado mejor a los fiscales: trabajar en equipo anteponiendo los intereses del Ministerio Fiscal a largo plazo. Si no tomamos nosotros la iniciativa a la hora de reformar nuestra institución para hacerla más autónoma, otros lo harán por nosotros y con un resultado que no nos gustará.
No es un precio que se deba pagar con gusto.
Nota. A mi amigo Alex, gran fan de Ojete Calor. Allá donde te encuentres, léelo con una sonrisa.