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Los (nuevos) enfoques de la praxis

Felipe González a Pedro Sánchez: "Te voy a apoyar todo lo que pueda"
3 de diciembre de 2020 06:01 h

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Es de sobra conocido el artículo que da título a este texto. Y también su autor, Alfonso Guerra, quien lo publicó en 1972 en El Socialista. Recomiendo su lectura combinando, para su correcta interpretación y mejor análisis, una mirada actual y la necesaria perspectiva histórica.

En síntesis, el autor defendía en ese momento lo que ya se estaba imponiendo en las filas del PSOE: una profunda, incluso radical, renovación en el proyecto político y estratégico del partido, un cambio en las formas de funcionar y un nuevo liderazgo, el de Felipe González, que ya entonces comenzaba a ser indiscutible.

A propósito del acceso de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno en el año 2018 y del impulso refundador que ha introducido en el PSOE desde el periodo 2014-2017, se reproducen reacciones en forma de crítica (legítima, por supuesto, como también discutible) y de resistencia al cambio radical que en proyecto, estrategia y liderazgo se han impuesto en el PSOE, con evidente apoyo mayoritario en el seno de la militancia y de los votantes, desde el año 2014.

Era complejo y difícil hacer ver en 1972 a Rodolfo Llopis que el partido debía adaptarse a la nueva realidad si quería convertirse en un actor transformador de la misma, y adoptar unos nuevos enfoques de la praxis. Puede que la percepción ciertamente desfasada de Llopis con respecto a la España real de aquel entonces (no en vano vivía en el exilio desde hacía décadas) le impidiera modificar su visión, aunque también, como puede verse en su cartas con Andrés Saborit, había en él una dosis de obstinación y de deseo de permanencia en el poder orgánico.

En mi opinión, ni esa percepción desfasada (a no ser que pensáramos en una suerte de exilio interior), ni esa obstinación o deseo (después de dos Congresos con voto directo de la militancia mediante sería extraño) se dan en la actualidad en ninguna de las compañeras y compañeros que discrepan de la actual línea política del partido y del Gobierno.

Sin embargo, creo oportuno recordar algunos nuevos enfoques de la praxis que son condiciones de necesidad para que el PSOE siga siendo un partido mayoritario y hegemónico en la izquierda. Son también condiciones de adaptabilidad en función de la transformación social y generacional de España y de los cambios que ha conocido nuestro sistema político desde el año 2011, principalmente. Sin comprender bien esas nuevas realidades, puede correrse el riesgo de que las visiones distintas sean en realidad percepciones desfasas y de que opciones sinceramente moderadas, se conviertan en involuntariamente conservadoras.

Esas condiciones de las que hablo son bien conocidas. Veamos.

El partido ha cambiado y ha recuperado prácticas de sus momentos fundacionales, como son la elección directa de sus cargos internos o candidaturas, la apertura y la transparencia. Es indiscutible que la profundización democrática del PSOE beneficia no solo al PSOE, sino a la sociedad española.

La fragmentación electoral ha liquidado, al menos desde 2014 y hasta la actualidad, el bipartidismo y la nueva política parlamentaria y partidista se sustenta en un juego multipartidista y bibloquista que obliga a establecer coaliciones en todos los niveles y a establecer pactos cooperativos con actores que a la vez son directamente competidores. En este sentido y en el actual contexto, es también evidente que la experiencia de gobierno en coalición está siendo un éxito.

En relación con esto, las opciones que tiene el PSOE de establecer pactos en todos los ámbitos territoriales se redujeron bastante en el momento en el que la anterior dirección del partido Ciudadanos vetó cualquier forma de entendimiento con el PSOE. Por otro lado, y contrariamente a lo ocurrido en el periodo 1993-1996, el mayor posicionamiento a la izquierda de la actual dirección del PSOE está conllevando una coherencia con los nuevos marcos programáticos que el PSOE ha adoptado en sus últimos Congresos y Conferencias.

La España federal que, por precauciones excesivamente celosas con el pasado, llamamos autonómica, también forma parte de este nuevo condicionante y enfoque. El PSOE, que sufre en ocasiones los embates de derivas confederales en su seno interno, es, en cambio, el partido que mejor comprende los beneficios de la descentralización política y administrativa. Y también el juego político que el sistema federal introduce en el conjunto del sistema político. Por contra, y a pesar de haber sido los impulsores decisivos del sistema, anteriores generaciones dirigentes perciben, en mi opinión, el mayor desarrollo del estado federal más como un riesgo que como una oportunidad.

Por último, la polémica sobre el trato y nivel de relación que ha de recibir una organización como Bildu (lo que ha dejado a ERC en una fuerza casi del “sistema”…) ha sembrado la polémica en los últimos días, como ya lo hizo durante un debate sobre el estado de alarma en la primera ola de la pandemia, y representa también un ejemplo sobre la necesaria actualización hacia nuevos enfoques. Tan evidente es lo que esa organización tiene en el debe para con nuestra democracia, como que el camino que está recorriendo es el que se le venía exigiendo de manera insistente (“o votos o bombas” resumió Rubalcaba).

La normalización de Bildu por parte del sistema será una constante en adelante, lo que no deja de ser un éxito del propio sistema. Que el PSOE tenga que ver con esa normalización no es sino una constante en nuestra historia, en la que los deseos y las fuerzas de impulsos renovadores siempre han sido mayores que los instintos y reacciones de resistencia o inadaptación. Así fue en los 70 y 80, así fue en los 2000 y así está siendo ahora. Esta tendencia permanente en nuestra historia constituye el mejor servicio posible a la sociedad española. Quizá dentro de 20 o 30 años una nueva generación de dirigente recuerde a las actuales generaciones en el poder que de nuevo han cambiado los enfoques de la praxis. Será la señal de que el partido sigue vivo y cumpliendo con su labor de transformación social e igualitaria.

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