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El PSOE decidió pagar la factura

María Luisa Carcedo

Exsecretaria de Bienestar Social de la ejecutiva del PSOE y senadora por Asturias —

“El PSOE decidió pagar la factura”. Es uno de los argumentos utilizados para justificar el cambio de posición del PSOE, acordado en el Comité Federal del 23 de octubre, por el cual, mediante la abstención del Grupo Parlamentario Socialista, se permitió la elección de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno de España, optando por el “mal menor” para desbloquear la situación del país y evitar así unas terceras elecciones. El “mal mayor”, sin entrar a valorar cuánto de malas eran otras alternativas o posibilidades.

La factura la pagó el PSOE “para que no la pague el país” siguiendo la lógica de “primero España y después el Partido”, causa principal de la crisis desencadenada en el Partido Socialista, pretendiendo identificar este orden de prelación con la defensa del interés general, la responsabilidad institucional y el bien general del país frente a la actitud “cicatera” del interés partidista, perjudicial para España.

Esta lógica parte de dos presunciones que establecen un antagonismo entre el interés de España y el interés del Partido, a la vez que implícitamente se está asumiendo que el interés de España pasa por facilitar la elección como presidente de Gobierno al candidato del partido más votado en las elecciones generales (PP); el “desbloqueo”, obviando el impacto de la acción de Gobierno sobre las condiciones de vida de los españoles. Dicho sea de paso, el PSOE no es causa de bloqueo de nada y es responsabilidad de aquel que pretenda ser elegido presidente quien debe buscar y articular los apoyos parlamentarios necesarios, si las urnas no le otorgaron mayoría suficiente para ello.

Lo cierto es que la mayoría de quienes, desde fuera del partido, han estado presionando de todas las maneras, vías y medios posibles para que el PSOE cambiara su posición hacia la abstención –finalmente acordada en el Comité Federal del 23 de octubre, a la vista del desgarro producido en el Partido– hacen votos para que se supere la situación “porque el PSOE es necesario para España”.

Y precisamente esa es la cuestión. El ideario del PSOE que representa en España el modelo del socialismo democrático ha significado uno de los mayores avances en la historia de la humanidad defendiendo la dignidad de las personas, concretada en derechos de ciudadanía y que garantizan su efectividad a través del Estado de Bienestar, una prosperidad económica para todos en una democracia de calidad.

En todas estas políticas el PSOE ha sido un protagonista destacado, en la recuperación y posterior consolidación de la democracia, en la modernización del país y de sus estructuras económicas y, especialmente, en la construcción del Estado de Bienestar. Difícilmente se podría entender la democracia española sin el importante papel jugado por la socialdemocracia de la mano del Partido Socialista. Pero menos aún hubieran sido posibles las conquistas sociales logradas.

Evidentemente estas políticas han tenido una influencia decisiva en el bienestar de los españoles, en los derechos y oportunidades, en la cohesión social y en la vertebración territorial.

En el momento actual, tras el evidente retroceso de derechos y el deterioro de la protección social por la gestión del PP, es la hora de asumir nuevos retos derivados de la globalización económica y de los nuevos riesgos sociales vinculados a la actual estructura social, familiar y demográfica; de completar el inacabado Estado de Bienestar; de lograr ya la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, y de empeñarse en construir verdaderas oportunidades para los jóvenes. Por eso el papel del PSOE continúa siendo imprescindible y su proyecto político la receta que necesita una España de oportunidades, más próspera, más justa, más cohesionada y más solidaria.

Porque lo que realmente cuenta es el interés de los españoles, el valor del trabajo y los derechos laborales y para ello el PSOE sigue siendo necesario. Su tarea ahora es poner en práctica su ideario político “recalibrado” para el siglo XXI. No cabe disociar, por tanto, el interés del partido de los intereses de los españoles.

Y su responsabilidad es lograr la confianza de los ciudadanos con un proyecto claro, nítidamente diferenciado de la derecha conservadora que ha protagonizado en España el freno sistemático al progreso social, los retrocesos en algunos casos o la abierta deconstrucción del Estado de Bienestar como sucedió en la reciente gestión de la crisis.

El interés del Partido nunca puede entrar en colisión con el interés de los españoles. Al contrario, un PSOE débil deja de ser una alternativa real a la derecha y, como consecuencia, la mayor garantía para la permanencia del gobierno conservador; más bien al contrario, es un partido capaz de cambiar el rumbo de las políticas injustas y perjudiciales para la mayoría de los españoles, especialmente para los trabajadores. Ni tampoco es cierto que el interés de los españoles, a la realidad hay que remitirse, esté mejor defendido con el Gobierno del partido más votado, más si carece de los respaldos parlamentarios necesarios. Ni la democracia española va a salir más reforzada porque exista un presidente de Gobierno que en cualquier democracia avanzada estaría inhabilitado para ello, por las razones sobradamente conocidas, relacionadas con su Partido y que le afectan directamente.

Por eso es urgente que podamos superar la crisis interna generada en el PSOE, convocando ya el Congreso que elija sus Órganos Federales para recuperar la normalidad orgánica, que se reconcilie con su militancia dándole el protagonismo que garantizan sus estatutos y vuelva a ser la esperanza para millones de trabajadores y de españoles cuyo futuro y bienestar depende de una sociedad más justa.

De lo contrario, España si pagará la factura muy cara por un PSOE débil.

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