Sustituir a los políticos por robots
Hubo un tiempo en el que la evolución se producía a una velocidad que permitía a la política y la parte pública buscar las respuestas adecuadas y desarrollar la legislación necesaria para hacer frente a esos cambios, a la vez que los ciudadanos y las organizaciones podían poner en marcha las medidas para hacer frente a los cambios con un resultado aceptable.
El avance de la tecnología, la implantación del ‘big data’ y la gran revolución que está suponiendo la inteligencia artificial, ha acelerado los cambios y promete aumentar la velocidad en un futuro próximo. Ante esto, las únicas que han demostrado poder hacer frente a estos cambios son las empresas privadas, lo que, sumado a la falta de contrapeso de la parte pública, está provocando desajustes y generando conflictos que previsiblemente irán en aumento.
El proceso que estamos viviendo podría compararse con el de un coche que circula a gran velocidad y que sigue acelerando. Cualquier decisión que se tome, incluso el no hacer nada, puede tener trágicas consecuencias. Es imprescindible que sea conducido por manos expertas y con la mayor información posible de lo que viene por delante.
Ante esta rápida evolución, las empresas privadas están intentando adaptarse los más rápido posible, poniendo al frente a las personas que más conocen la nueva realidad, formando a sus cuadros y utilizando las herramientas que les permitan subirse a la ola para impulsarse. Esto, sumado a una falta de adaptación de lo público, está provocando desequilibrios mayores que los existentes hasta ahora.
La parte política tiene que tomar medidas rápidamente, de lo contrario las consecuencias pueden ser irreversibles y nefastas para una gran parte de la población.
Entre las empresas más importante del mundo están: Google y Facebook, gran parte de su ventaja radica en el poder de los datos de sus usuarios que son utilizados para generar valor, además de la creación de grupos de trabajo que analizan la posible evolución para adaptarse a los cambios y hacerle frente con garantías. Aprendiendo de esto la parte pública debe utilizar las mismas herramientas para poder competir en igualdad de condiciones, utilizar los datos propios y obligar a las empresas a que cedan a lo público los datos de sus usuarios, que adecuadamente procesados con herramientas tecnológicas permitirían hacer frente a los retos presentes y futuros. Disponer de los datos de las empresas sería razonable teniendo en cuenta que serían utilizados para el bien de todos y no solo para los intereses de una corporación privada determinada.
Pero además los partidos políticos deberán dotarse de laboratorios de tendencias que les permitan detectar la evolución futura, planteando e implementando las acciones que consiga hacer frente con garantías a los retos. Esto se hace más necesario incluso que en las empresas privadas, teniendo en cuenta que el proceso que tiene que seguir la parte pública para ponerlas en marcha es más lenta y tiene que contar con un mayor consenso.
Ante esta evolución habrá algunos que plantearán que tenemos que frenar estos rápidos avances e incluso pararlos, cometiendo una equivocación aún mayor al situar a nuestro país en desventaja con los países que los aprovecharán para avanzar. Esta equivocada reacción suele ser la primera que aplica la parte política, intentando ganar tiempo para conocer procesos que son nuevo, pero perdiendo a la vez un tiempo que otros aprovecharán y nos situará en una situación de desventaja.
Ahora que se plantea sustituir muchas de las actuales profesiones por robot habrá alguien que planteará sustituir a los políticos por máquinas, inteligencia artificial que tome las mejores decisiones. Seguro que el partido Ciudadanos estará encantado con la propuesta, teniendo en cuenta que su planteamiento base es que decidan los técnicos y que mejor técnico que una máquina. Me parece interesante aprovechar la tecnología, los datos y la inteligencia artificial para tomar las decisiones más acertadas, pero no que sean las máquinas las que tomen la última decisión. Debemos aprovechar los datos disponibles aplicándole los algoritmos adecuados para plantear los distintos escenarios que se pueden dar si se toma una decisión u otra, y una vez que se tengan los distintos resultados, evaluarlos y decidir cuál aplicar, incluyéndole los principios ideológicos de quien tiene que ponerlos en marcha. Hay varias características de las que nunca dispondrán las máquinas: sensibilidad, empatía y búsqueda del consenso, y la política tiene que tener mucho de estas tres, aunque viendo los actuales acontecimientos la política está bastante carente de ellas, rigiéndose más por cálculos electorales que por intereses de país. Muchos de los políticos actuales podrían ser sustituidos por robot y que sus decisiones tuvieran más dosis de sensibilidad que las que toman nuestros actuales dirigentes.
Un mundo ideal debe aprovechar los avances y las máquinas para tener una evolución mejor y más justa, pero sin delegar determinadas responsabilidades en herramientas sin sensibilidad, porque acabaríamos en un mundo que perdería una de las mejores esencias del ser humano: los sentimientos.