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Las tres mentiras del PP en la votación de la reforma laboral

Casado abandona el pleno del Congreso tras la aprobación de la reforma laboral.

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El acceso de los españoles y españolas a un mercado laboral en condiciones dignas no es solo una cuestión de principios o ideología. Es hacer prevalecer la Constitución Española y la Declaración Universal de los Derechos Humanos que proclaman el fundamento de la equidad, de la satisfacción, del trabajo como medio retributivo para satisfacer las necesidades personales y familiares. Vivir del propio esfuerzo con dignidad.

Esa es la voluntad de la Reforma Laboral que el Congreso de los Diputados, donde está representada la voz de la ciudadanía y eso es algo que no hay que olvidar, convalidó justo hoy hace una semana. La nominación del Real Decreto es clara y precisa en su finalidad: garantizar la estabilidad del empleo y transformar el mercado laboral, principios tan necesarios tras las medidas aplicadas de forma unilateral en 2012 por el Partido Popular.

Más de 20 millones de trabajadores y trabajadoras en nuestro país tienen ahora ante sí un nuevo escenario más justo, con mayores garantías y protección, que impulsa el contrato indefinido frente al temporal, que da mayor fuerza a los convenios colectivos sectoriales, entre otras muchas iniciativas, con una consecuencia directa en las rentas del trabajo.

Porque el proyecto del Gobierno progresista de Pedro Sánchez para España se resume en un verbo: crecer. Crecer en economía. Crecer en empleo. Crecer en libertades. Crecer en derechos sociales y laborales. Crecer en justicia social.

Traicionan a los intereses de España quienes votaron en contra de esta reforma histórica del mercado de trabajo por el consenso que ha concitado entre sindicatos y patronal. Una reforma surgida del acuerdo y del diálogo. No votaron en contra de un Gobierno sino en contra del sentir de una sociedad, algo que el Partido Popular es incapaz de ver en esa espiral negacionista en la que se encuentra sumido y que está derivando hacia un posicionamiento antisistema en su pugna con la ultraderecha.

La euforia interrupta que el pasado jueves escenificó la bancada de la derecha en el hemiciclo, durante esos breves 40 segundos en los que el Real Decreto parecía decaer, fue un espectáculo reprobable que nos retrotrae a uno de los momentos más bochornosos de la Cámara: el “que se jodan” que la diputada popular Andrea Fabra profirió en julio de 2012 cuando Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno, anunciaba una tanda de recortes en las prestaciones por desempleo. Esa es la filosofía del PP, el desprecio a los derechos de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país, el desprecio a la estabilidad en el empleo. El desprecio sin más.

Y al desprecio sumamos la mentira. Hasta tres mentiras que insisten en mantener para esconder su error en la votación y, lo más grave, la connivencia con la que actuaron con los dos diputados tránsfugas de UPN.

Primera mentira

El error informático. Es falso que el voto a favor del diputado del PP Alberto Casero se debiera a un fallo del sistema telemático de la Cámara. Y se demostrará con el informe de los letrados. El sistema de voto telemático del Congreso cuenta con un triple control de verificación: la contraseña para acceder a la intranet, una segunda pantalla que aparece tras la emisión del voto para confirmar si es correcto y, finalmente, un justificante en pdf  emitido por el programa con el sentido de las votaciones realizadas. Ese día se efectuaron más de veinte votaciones. El diputado del PP Alberto Casero votó en sentido contrario a la directriz de su partido hasta en cuatro ocasiones. Pero cuando los populares trasladaron a la Presidencia del Congreso el supuesto fallo informático, antes de la votación presencial, solo les preocupó el voto correspondiente a la Reforma Laboral. Personalmente, no entendía por qué. Ahora ya sí lo sé.

Cuando el PP se ve descubierto en su teoría del error, cambia de estrategia. Ya no es un fallo informático sino que el voto es contrario a la voluntad del diputado. 

Segunda mentira

No procedía una reunión de Mesa y ellos lo saben. Nunca, jamás, en la historia del Congreso se ha repetido una votación por un error humano que fue lo que evidentemente ocurrió. Permitirle votar hubiera sido un agravio comparativo sin precedentes respecto a la votación presencial, donde los diputados y diputadas tienen  30 segundos para pulsar el botón del sí, del no o de la abstención. El voto telemático cuenta con un margen mayor de tiempo.

Porque la reunión de la Mesa no es preceptiva, no es algo a lo que obligue el Reglamento del Congreso y solo procedería de modo inmediato si la Presidencia detectara situaciones muy excepcionales y no para un error en una  votación.  Además, el PP no la solicitó.  Lo único que pidió fue que el diputado pudiera votar presencialmente ante un fallo informático que claramente no existía.

Me quiero detener también en la versión que apunta a que no se permitió la entrada del señor Casero en el hemiciclo. El diputado Alberto Casero nunca llegó. Lo hizo al finalizar la sesión plenaria. Y de haberlo hecho tampoco hubiera sido posible. Yo mismo di la indicación. El artículo 80 del capítulo 4 del Reglamento del Congreso de los Diputados expone que “las votaciones no podrán interrumpirse por causa alguna […] Durante el desarrollo de la votación, la Presidencia no concederá el uso de la palabra y ningún Diputado podrá entrar en el salón ni abandonarlo”. 

Respecto a la confirmación telefónica del voto telemático que reclama el PP, hacen alusión a una instrucción de 2012, nunca al Reglamento del Congreso, que se modificó posteriormente en 2020 con motivo de la pandemia. Fue cuando el voto desde el domicilio se generalizó y fue necesario readaptar los sistemas informáticos y reforzar el procedimiento de verificación porque eran cientos de votaciones que hacían inviable la comprobación por teléfono.

Tercera mentira

La más grave. El PP conocía con antelación el sentido del voto de los diputados de UPN. Tanto es así que, cuando se acercaron a la Mesa, yo mismo les indiqué que ese voto no iba a cambiar el resultado, teníamos cerrado el apoyo de UPN. Lo creíamos al menos. No entendí en aquel momento su insistencia ni tampoco sus semblantes de preocupación. Después, todo fue tomando forma. Era evidente que estaban al tanto del cambio del sentido del voto de Unión del Pueblo Navarro y se les caía la artimaña que tenían preparada. Los dos diputados de UPN traicionaron a su propio partido y traicionaron por tanto también  a los españoles y españolas con su no a la Reforma Laboral. Más pronto que tarde saldrá a la luz por qué se desmarcaron de la disciplina de partido manteniendo también su propia mentira de que iban a votar a favor hasta el último momento.

Tres mentiras del PP que serán desmontadas sin lugar a dudas. Porque, para que nos entendamos, el equipo de la derecha se ha metido un gol en propia puerta y un gol en propia puerta es gol. Por mucho que se empeñen en enmarañar las circunstancias como niños enrabietados. 

Sabían perfectamente que es un error humano y nos mintieron. Sabían que no era preceptiva una reunión de la Mesa, no la pidieron, y nos siguen mintiendo, sabían lo que los dos tránsfugas de UPN iban a votar y continúan en su mentira. Es inadmisible en un partido de Estado.

Unos partidos hemos sido coherentes con el consenso social, hemos sido coherentes con lo que nos pedía la ciudadanía, que sindicatos y empresarios se pusieran de acuerdo. Y lo conseguimos por primera vez en 30 años en la historia de la regulación laboral. El Congreso de los Diputados ha hecho posible que 20 millones de trabajadores y trabajadoras adquieran nuevos derechos, que recuperen su dignidad. Ahora lo que toca es poner el balón en el centro del terreno de juego y seguir trabajando. El PSOE, siempre del lado del progreso y la justicia social.

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