El 3 de julio de 2005 el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Habían pasado 69 años desde que, en agosto de 1936, Lorca fuera asesinado por rojo y maricón. Los asesinos llamaron a lo suyo “socialismo” y “homosexualismo”. También lo acusaron de “masón”, ese cajón de sastre del terrorismo franquista. Fue un crimen fascista perpetrado por la derecha de este país.
El Partido Popular presentó en 2006 ante el Tribunal Constitucional un recurso contra la ley del matrimonio gay. Fue desestimado en 2012, siete años después, pero con ese recurso la derecha reveló, a través de métodos menos sangrientos, la misma ideología del 36: por más que lo hayan maquillado, disfrazado, camuflado o falseado, muchas personas del PP proceden de entornos y familias franquistas, e incluso son descendientes directos de políticos y militares de la ideología que asesinó a Lorca por maricón y del régimen que escondió los informes policiales donde se demostraba que al poeta no se le imputó “actividad alguna” que pudiera justificar su ejecución.
Así pues, la ideología que asesinó a Lorca por maricón se agazapa hoy en el Gobierno, por mucho que quiera la derecha de este país desvincularse del fascismo. La llevó al poder la España homófoba (la homofobia es una aversión fascista): cómo olvidar a todos aquellos votantes del PP que se manifestaron en contra de la ley del matrimonio igualitario, a todos aquellos españoles que, hace tan solo nueve años, querían asesinar la dignidad de las personas homosexuales, su libertad y sus derechos. Todos aquellos españoles se manifestaron, por cierto, ejerciendo su derecho constitucional a la libertad de expresión y manifestación, sin mordaza alguna. Aún no existía la Ley de Seguridad Ciudadana que hoy quiere matar, en otros (rojos, maricones), esos mismos derechos.
Ramón Ruiz Alonso, el fascista que persiguió y detuvo a Lorca por maricón, afirmó: “Hizo más daño con su pluma que otros con la pistola”. Le acompañaba el asesino Juan Trescaso, que se atrevió a vanagloriarse de su crimen con unas palabras que asesinaban a su vez la lengua de la decencia y de la poesía: “Yo mismo le he metido dos tiros por el culo”. Los implicados en la detención del poeta se empeñaron en perseguirlo para acabar con la libertad de este país, empeño que retomaron 69 años después los implicados en el recurso contra el derecho de los homosexuales al matrimonio. Distintas procedimientos, sí, pero idéntica ideología.
Los informes policiales sobre el asesinato de Lorca que eldiario.es ha desvelado estos días destacan que su homosexualismo era una “aberración que llegó a ser vox populi”. Se deduce que lo que consideraban aberración se agravaba, además, por ser de dominio público. Nada nuevo en la hipócrita ideología de la derecha: entre las más altas esferas del PP hay homosexuales y lesbianas que, lejos de afirmarse con liberadora honestidad, se han traicionado a sí mismos ocultando su verdad y, lo que es más repugnante, han querido reprimir la vida de los demás.
Son los hijos y nietos maricones de las familias fascistas asesinas de maricones. Los que se han negado de manera reiterada a condenar los crímenes del franquismo. Los que se han burlado de la memoria histórica, de las decenas de miles de asesinados y desaparecidos. Los que han despreciado a las víctimas de sus antepasados obstaculizando la apertura de las fosas comunes, llenas de rojos como Lorca, de maricones como Lorca y como ellos. No, como ellos no. Ellos son el armario, la oscuridad, el recurso y la mordaza.
El hispanista Ian Gibson, biógrafo de Lorca, dice que los informes policiales sobre su muerte “demuestran las mentiras del franquismo”, pues Franco aseguraba que Lorca había muerto en una reyerta callejera. No nos sorprende, claro. Pero debemos tener presente que sus herederos siguen mintiendo: acerca de su propio homosexualismo y acerca de todo lo demás. Una mentira tras otra. Y porque denunciamos sus mentiras tratan de ponernos mordazas. No es más que otra encarnación de una ideología que, asesina de la verdad y de la libertad, está, como estuvo siempre, deslegitimada para el gobierno.