Bienvenido Mr. Fracking

Los promotores del fracking no se cortan un pelo. Pasando de los informes científicos que alertan sobre los riesgos de esta técnica extractiva de gas no convencional, han decidido dar un paso adelante y presentarse en los ayuntamientos para arreglarles las finanzas.

Así lo anuncian en su último comunicado, donde bajo el embaucador titulo de “La Ley del Sector de Hidrocarburos permitirá que las comunidades locales se beneficien de la exploración y producción de gas no convencional”, prometen una importante cantidad de dinero a todos aquellos municipios que se dejen taladrar el paisaje y reventar el subsuelo. Y es que gracias a dicha ley, recién aprobada por el gobierno del PP, se acaban de poner en marcha una serie de tasas e impuestos a las prospecciones de fracking cuya recaudación irá a parar directamente a las comunidades autónomas, los ayuntamientos y los propietarios que se dejen.

Como bien saben los lectores de eldiario.es, el peligroso carácter de esta agresiva técnica extractiva de gas no convencional ha generado una fuerte polémica en todo el mundo. El fracking tiene en contra a buena parte de la comunidad científica, todos los grupos ecologistas y numerosas plataformas ciudadanas que ven en este método para absorber las últimas burbujas de gas oculto bajo sus tierras una amenaza directa al entorno, al medio ambiente y a los paisajes donde han crecido.

La técnica consiste en la perforación en horizontal del subsuelo para inyectar a alta presión agua mezclada con arena y provocar la fractura hidráulica de las rocas de baja permeabilidad o incluso de la roca madre. El propósito es que la potencia del chorro de agua abra una grieta en la roca para que la arena la mantenga abierta y el gas natural allí atrapado escape por los canales del pozo hacia la superficie para ser capturado. El problema es que, para aumentar su poder corrosivo, esa agua ha sido tratada con compuestos químicos que pueden contaminar para siempre los acuíferos.

En Estados Unidos el fracking ya ha echado a perder numerosos acuíferos subterráneos dejando sin abastecimiento de agua potable a los habitantes. Pero es que además la violencia de la fractura hidráulica aumenta los riesgos de actividad sísmica. Según la Sociedad Sismológica Americana (EEUU), las prospecciones de fracking han provocado cerca de un centenar de terremotos solo en el Estado de Ohio, alguno de los cuales alcanzó una magnitud de 3 en la escala de Richter.

La industria del fracking en España está representada por la plataforma Shale Gas España, cuyo director general señala en el comunicado que la nueva ley “acerca los beneficios de la exploración y producción de hidrocarburos a las comunidades que conviven con estos proyectos” destacando que el fracking “contribuye a la mejora de la competitividad de las empresas y crea riqueza mediante la generación de actividad económica, empleo y pago de impuestos”.

De lo que no dice ni pio es de los riesgos que genera el desarrollo de esta actividad para el medio ambiente y la salud de las personas. Unos riesgos que aparecen rigurosamente documentados en el informe “Impacts of unconventional gas extraction on the environment and human health” que sirvió como base al Parlamento Europeo para alertar a los estados miembros sobre los peligros de la fracturación hidráulica y pedir a los gobiernos que sean cautos y precavidos con la concesión de los permisos para evitar “las peores consecuencias”.

Unas consecuencias relatadas en la película Gasland (2010) que tuvo su segunda parte en 2013 y que se llevó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance El filme, escrito y dirigido por el cineasta norteamericano Josh Fox, recoge la alarma que está generando el fracking en Estados Unidos, las experiencias personales vividas por los habitantes de las áreas donde se está practicando la fracturación hidráulica y las nefastas consecuencias para el medio ambiente.

Pero Gasland no es el único trabajo cinematográfico que alerta sobre los graves riesgos del fracking. En 2013 la película Tierra prometida, protagonizada por Matt Damon, denunciaba no solo el grave impacto medioambiental que puede generar la fractura hidráulica, sino los cuestionables métodos mafiosos que emplean algunas compañías para obtener los permisos de explotación.

Unos métodos que pueden empezar a imponerse en España cuando los hombres de negro del fracking inicien su gira de “estímulos” por todos los municipios señalados en rojo en el mapa de la industria. Prometerán mucho dinero, dinero a raudales: hasta 16 millones de euros por emplazamiento para el ayuntamiento y hasta 4 millones para el propietario que se deje, así lo anuncia la plataforma en su nota de prensa.

La cosa da para un remake de la obra maestra de Berlanga: pero cuidado señores alcaldes y propietarios, porque puede acabar igual. Los promotores del fracking se lo juegan todo a una carta: la carta del PP, su gran valedor. El resto de partidos políticos que concurren a las elecciones autonómicas y locales, y que se perfilan como alternativa de gobierno en la mayoría de nuestras comunidades y municipios, se han declarado contrarios a su desarrollo y han anunciado que lo prohibirán.