Siguen los Juegos de Río y los medios de comunicación continúan haciéndose eco del desastre de cobertura que lleva a cabo RTVE en los que serán sus últimos Juegos Olímpicos.
Este matrimonio toca a su fin, comenzó allá por el año 1964, con los Juegos de Tokio en los que RTVE llevó a cabo sus primeras emisiones olímpicas en la primera cadena de TVE y en RNE y finalizará el próximo domingo. Momentos estelares de nuestra historia colectiva como Barcelona92 quedarán en el recuerdo.
No quiero seguir lamentándome de la actual situación de RTVE, debemos mirar hacia un futuro en permanente evolución en el que RTVE tiene grandes oportunidades, si los partidos políticos permiten que así sea.
El actual ecosistema audiovisual en España y desde el punto de vista global se ha trasformado y seguirá transformándose de una manera cada vez más vertiginosa.
RTVE no ha sabido o no la han dejado adaptarse desde que finalizó su monopolio con el nacimiento de las televisiones autonómicas y después de las televisiones privadas. Y de aquellas aguas, estos lodos.
La relación entre los medios públicos debe dar un giro copernicano. Las radios y televisiones autonómicas nacieron como una alternativa a RTVE para ofrecer a sus ciudadanos y en su caso, en sus lenguas propias, una programación de cercanía sobre sus comunidades. El sistema se pervirtió y a imagen y semejanza de RTVE se convirtieron en elefantiásicos entes al servicio de los gobiernos de turno de cada comunidad. Tanto RTVE como las radios, televisiones y web autonómicas deben cambiar en su forma de gestión y ponerse al servicio de todos los ciudadanos con un concepto de complementariedad y coordinación que evite competitividades innecesarias, que redunden en una disminución de sus costes y en una mayor eficiencia en la administración de los recursos públicos.
RTVE y los medios de comunicación autonómicos deber crear mecanismos de colaboración intensa. Ya adelantaba en cartas anteriores que el modelo alemán es el que mejor se puede adaptar a la complejidad territorial de nuestro país.
La ZDF, estatal y la ARD, de los Lander, suman esfuerzos para gestionar mejor el mandato de servicio público que tienen encomendado. Sugiero la creación de un canal de emisión estatal que recoja programación de los canales autonómicos de forma que RTVE pueda cumplir mejor su función vertebradora del Estado. Existen múltiples campos en los que esta colaboración puede fructificar; compartir medios técnicos, personal, negociación de derechos deportivos, coproducciones, cine, corresponsalías, intercambio de noticias, etc...
RTVE tiene que ser también una empresa dinámica que incorpore tanto el talento propio como el de toda la sociedad. La creación de una industria audiovisual potente es fundamental y la responsabilidad de RTVE en ello, también. Nuestra industria audiovisual necesita certezas, estabilidad y también, a veces, riesgo para apostar por formatos que las televisiones comerciales no quieren, pues su fin es su cuenta de resultados. La cuenta de resultados de RTVE es lo lejos o cerca que se quede en el cumplimiento del servicio público que tiene encomendado y también de la administración de los recursos que tiene asignados.
Una sociedad cada vez más diversa, más interconectada, una sociedad del conocimiento cada vez más globalizada y también cada vez más atenta a los problemas cercanos de cada día, de cada uno de nosotros, necesita una RTVE del siglo XXI.
RTVE sigue en el siglo XX.