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Una ciudad sin árboles no tiene futuro

Con Semana Santa y alevosía ha emprendido el Ayuntamiento de Ana Botella la tala de 1.439 árboles. Casi tres centenares (297) en el Paseo del Pardo y el Paseo de Recoletos, eje al que ya en 2006 quiso meter la sierra el alcalde Ruiz Gallardón. El consistorio madrileño justifica la eliminación de estos árboles (muchos de ellos centenarios, insustituibles) por su presunta e incurable enfermedad y el consecuente peligro que conllevan las caídas de ramas, que han provocado lamentables accidentes, algunos incluso con resultado de muerte de viandantes. Pero no deja de resultar curiosa la coincidencia en la intención de ambos alcaldes del PP.

Podemos no dudar de la enfermedad de algunos árboles (aunque se trata más de descuido que de enfermedad). Pero, a estas alturas de la película de gansters, tampoco pueden pretender desde ese Ayuntamiento que nos creamos todos sus argumentos, pues está más que demostrada la incomprensible pasión arboricida de la derecha, su escalofriante falta de aprecio y respeto por la vegetación urbana y, en general, por todo verde que no pertenezca a sus fincas o sus campos de golf. Así que el elevado número de árboles presuntamente enfermos que han decidido derribar recuerda a aquellas armas de destrucción masiva que pretendían justificar la guerra de Irak y resultaron inexistentes. A fin de cuentas estamos hablando de otro eje familiar: el Eje Aznar-Botella.

Si Ana Botella hubiera cumplido con la que era su obligación, el cuidado de la ciudad que ha oficialmente gobernado, habría destinado recursos técnicos, económicos y humanos para la conservación del patrimonio histórico, ornamental, subjetivo de Madrid. Muchos de los árboles que se va a cargar forman parte, según la Consejería de Medio Ambiente, del patrimonio histórico-artístico de la ciudad; en el eje Prado-Recoletos, hay 113 ejemplares del Catálogo de Árboles Singulares del Municipio de Madrid. Pero ella, Botella, prefirió destinar los recursos públicos a sus olímpicos fracasos o a su legión de inútiles asesores, y ha tenido la casa de todos hecha un asco, abandonando los servicios de limpieza y jardinería que -presumimos en tal mujer-mujer- nunca descuidaría en su propia casa. Que caigan ramas y maten gente es una de las fatídicas consecuencias. Otra es que actué tarde y mal, llevándose ahora por delante parte de nuestro patrimonio urbano.

Botella aparcó el pasado diciembre la revisión del Plan General de Ordenación Urbana, en el que el Ayuntamiento ha gastado 14 millones de euros. Creó incluso una Dirección General destinada en exclusiva a esa revisión. Y ahora dice, tras cuatro años de chupóptero poder, que lo aparca “por falta de tiempo”. Catorce millones de euros tirados al montón de basura que dejará a su vergonzoso paso por el Ayuntamiento de Madrid. Uno de los cambios que contemplaba ese Plan era la creación de una “red de naturaleza o ambiental” con “corredores o ejes urbano-ambientales”, que unirían y darían continuidad a los espacios verdes de la ciudad. Que, lejos de ello, se eliminen ahora 1.439 árboles (tras un estudio que ha costado 394.000 euros) es una broma siniestra. En el remoto caso de que todos estuvieran enfermos, ¿habría que talarlos si se hubiera destinado apenas la mitad de esos millones de euros en su cuidado y conservación? Ahora dice el Ayuntamiento que “se va a proceder a realizar un estudio de ajardinamiento y actuaciones” en la zona. Más humor negro. Más dinero tarde y mal. Porque de su tala, sí, pero de la sustitución de esos árboles no tenemos noticia.

Ecologistas en Acción, que reconoce el mal estado de los álamos blancos y las sophoras japónicas, denuncia, sin embargo, que se haya llegado a ese punto sin haber llevado a cabo el mantenimiento que los habría salvado. También se lamenta de que tala y podas se realicen ahora, en la peor época, y no en otoño e invierno, pues la fauna avícola se queda sin cobijo ni lugar de nidificación. Comprendemos que a Botella, dada su naturaleza, le importen un comino los pájaros de nuestra ciudad, pero, ¿los estudios de casi cuatrocientos mil euros no se percataron de lo que denuncia Ecologistas, no contemplaron esta consecuencia? Lo digo porque esos cuatrocientos mil euros eran nuestros, y a mí, por ejemplo, me importan, y mucho, los árboles y los pájaros. A mí y a muchos.

Los árboles y los pájaros son imprescindibles para la salud física y mental de todas las ciudades, también la nuestra. Los árboles no solo ejercen una función esencial frente a la contaminación atmosférica y acústica, también nos proporcionan paz y belleza. Los pájaros nos alegran, nos acompañan y nos permiten seguir teniendo un ápice de esperanza en la biodiversidad. Actuar como lo ha hecho el Ayuntamiento de Botella es una muestra más de una gestión obsoleta, derrochadora, peligrosa y triste. Muy triste (vean las fotos de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio). Supone insistir en un modelo de ciudad y de vida que no tiene futuro, que nos roba el dinero y el tiempo de mañana. Denota un profundo analfabetismo gestor, ignorante de que ese futuro solo puede pasar por una ética y una política ecológicas. Y demuestra, una vez más, la desastrosa gestión de Ana Botella: en vez de prevenir, talar.