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Los refugiados vienen y las armas de la UE y EEUU van

Dos niños sirios en el punto de recepción de Roszke, en Hungría, a un kilómetro de la frontera con Serbia / Olga Rodríguez

Olga Rodríguez

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos venden armas -y muchas- a países implicados en la guerra de Siria, y sus ejércitos han estado involucrados tanto en Irak como en territorio sirio. Francia, Reino Unido y Estados Unidos han suministrado armamento a diversos grupos que luchan contra el régimen de Bachar al Assad. Y Estados Unidos, a través de la CIA, ha estado en Siria organizando milicias “moderadas” que finalmente han abandonado sus posiciones, rindiéndose y en algún caso entregando sus armas a grupos yihadistas como Al Nusra.

Además, Washington acaba de acordar con el rey saudí la venta de otros 1.000 millones de dólares en armas. Arabia Saudí participa en bombardeos en Siria, facilita armas a grupos yihadistas y ataca Yemen, donde ha cometido crímenes de guerra, como antes hiciera en Bahrein. EEUU por su parte ha matado en Yemen a más civiles que Al Qaeda, según denuncia la propia ONU. La responsabilidad y la participación de Occidente en los conflictos de Oriente Medio es indudable.

Pero ante ello la Unión Europea se limita a organizar una especie de subasta de refugiados que huyen de esas guerras, obligándoles antes a arriesgar su vida en el mar, y encima pretende colgarse medallas de solidaridad mientras sigue involucrada directa o indirectamente en los conflictos de la región, vendiendo armas e interviniendo militarmente.

Los porqués

Por qué ahora. Por qué cientos de miles de personas huyen ahora a Europa, cuando llevan años sufriendo las consecuencias de la guerra. Tengo amigos en Siria, en Irak o en Turquía -en este último como refugiados- que en años anteriores recibieron amenazas de muerte de milicias armadas, que han perdido seres queridos o que llevan tiempo sin empleo. Sin embargo es ahora y no antes cuando se plantean escapar a Europa.

Las razones son varias:

En primer lugar, porque Turquía, que alberga más de un millón de refugiados, se está involucrando más aún en la guerra, atacando posiciones del partido kurdo PKK, con el beneplácito de la OTAN, y enviando a sus Fuerzas Especiales a Irak. A su vez, ha garantizado a Estados Unidos la extensión del uso de la base aérea de Incirlik para lanzar más ataques contra el Daesh (Estado Islámico) en Siria e Irak, algo que ya lleva haciendo desde hace un tiempo.

Al mismo tiempo Washington y Alemania han anunciado la retirada de suelo turco de sus misiles Patriot, que en los últimos tres años han operado para defender a Turquía de potenciales ataques de Siria. Como reacción, Turquía ha empezado a hacer la vista gorda ante las mafias que operan en la frontera hacia Europa.

Francia por su parte afirma que atacará posiciones del Daesh en Siria -hasta ahora lo hacía en Irak, en el marco de una operación liderada por Estados Unidos-, la OTAN denuncia que Rusia aumenta su presencia en suelo sirio facilitando apoyo y armamento al régimen de Assad (al igual que Irán), e Israel, que lleva tiempo interviniendo en Siria, anuncia que su primer ministro Netanyahu se reunirá con Putin la próxima semana, para quejarse por el envío a territorio sirio de sistemas rusos de defensa aérea.

Todo ello hace temer una mayor inestabilidad no solo en Siria, sino en la propia Turquía, que lleva tiempo involucrada en la guerra.

En segundo lugar, Turquía no cuenta con infraestructura suficiente para albergar a tantos refugiados, y de hecho quienes llegan de Siria o Irak no tienen derecho a un permiso de trabajo.

En tercer lugar, el presidente Erdogan se arriesga a perder las elecciones de noviembre. El partido AKP ya sufrió un varapalo en los comicios de antes del verano, cuando perdió la mayoría absoluta. El aumento del clima bélico a menos de dos meses de unas elecciones de resultado incierto añade preocupación entre los refugiados sirios, que temen que un cambio de gobierno termine expulsándolos del país.

En cuarto lugar, Naciones Unidas tiene cada vez menos fondos para mantener los campos de refugiados de Jordania, Turquía o Líbano -con más de 1,1 millón de refugiados- en condiciones decentes, lo que empuja a los desplazados a emprender viaje rumbo Europa.

En quinto lugar, es indudable la importancia del papel de las mafias que han logrado abrirse paso a través de las rutas de los Balcanes, cobrando miles de euros por persona en su trayecto desde Oriente Medio hasta el centro europeo.

En sexto lugar, la propia construcción de la valla con concertinas en Hungría, para cerrar el paso desde Serbia, es de por sí un efecto llamada y así lo han expresado varios refugiados a los que he entrevistado en Hungría. Conscientes de que tenían que llegar a territorio húngaro antes del cierre de la frontera, muchos han adelantado su huída.

Algunas familias, además, explican como causa que solo ahora tienen al fin el dinero suficiente para irse, tras tres o cuatro años ahorrando. Otras simplemente cuentan que el agotamiento mental provocado por la guerra era ya insoportable.

Por último, la propia actitud de la UE, que ha pospuesto el problema hasta ahora, ha provocado la acumulación de refugiados en Oriente Medio.

Algunos gobiernos europeos han lanzado repentinamente un discurso solidario hacia los refugiados, pero lo cierto es que solo acogerán a un porcentaje bajo, teniendo en cuenta la suma de los cinco millones de desplazados que provocó la guerra de Irak -muchos se instalaron en Siria, de donde ahora huyen- y los cinco millones de sirios que escapan de la guerra de Siria.

Alemania, tercer mayor exportador de armas del mundo, afirma que aceptará a unos cuantos cientos de miles de refugiados hasta que termine la guerra en Siria. Y aquí surge otra pregunta, trascendental: ¿Cuándo consideran Angela Merkel o la Unión Europea que una guerra ha terminado?

Estados Unidos y sus aliados europeos anunciaron y celebraron en mayo de 2003 el presunto fin de la guerra de Irak. Doce años después, sin embargo, esa guerra prosigue y sus consecuencias marcan la vida cotidiana del país.

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