Hace unos meses, en una comida familiar, varios adultos –entre 30 y 70 años– charlaban asombrados por un dato que se publicó en 2022 en muchos medios: uno de cada dos jóvenes no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco. Los millennials presentes apenas nos sorprendimos: no es algo que te expliquen en el colegio o en el instituto, ni que se hable en todas las casas o en un grupo de amigos con unas cervezas. Los dos más pequeños–los Z o centennials– ni se inmutaron ante ese ejemplo de desmemoria: ETA es (o era, hasta hace poco) cosa del pasado, no tienen que estudiarlo y, de hecho, ninguno de los dos sabía quién era Miguel Ángel Blanco. No es un problema de ignorancia o desinterés: a veces es difícil llegar a historias que no sabes que existen.
Tampoco es un problema puntual. Muchos jóvenes saben poco de la historia de nuestro país desde la Guerra Civil. Los que conocen los asesinatos de los abogados de Atocha, lo hicieron cuando Manuela Carmena se hizo con la alcaldía de Madrid. Pocos saben de qué va la Ley de Amnistía de 1977, ninguna de las personas menores de 30 preguntadas en los últimos meses conocía tampoco el Proceso 1001, muy pocos sabían –algunos lo descubrieron gracias al documental ‘El silencio de otros’, de 2018– que los crímenes franquistas no se investigan en España, ni conocían la existencia de la querella argentina. Tampoco saben, cuando pasan por la Puerta del Sol, que hace menos de 50 años allí mismo, donde ahora se hacen selfies, se torturaba a personas. No les suenan apellidos como Semprún, Sartorius o Pradera. Hay quien piensa que ‘Bella Ciao’ es la banda sonora de ‘La Casa de Papel’ y no un himno antifascista. De hecho, la canción se ha escuchado incluso en fiestas de Vox.
Pasa también con la historia más reciente. Muchos de nosotros no fuimos conscientes hasta tarde de lo que ha sido ETA en este país, del miedo que hacía que muchas personas –de izquierdas y de derechas– mirasen debajo del coche cada mañana, o de cómo fue el proceso de disolución de la banda. Y ninguno de los jóvenes preguntados los últimos meses sabía quién era Txapote hasta que la derecha popularizó su ya conocido eslogan. Algunos tampoco lo saben ahora. “He visto algún vídeo de TikTok en el que lo gritan por las risas, pero poco más”, dice hoy uno de los dos adolescentes que estuvieron en aquella comida familiar.
Y sí, es responsabilidad de cada uno informarse, pero no se trata de un problema individual. No es que los chavales sean desinteresados ni estén todo el día haciendo bailes de TikTok. ¿Alguien recuerda haber profundizado sobre estos temas en el colegio o el instituto? La respuesta generalizada es que no, “si eso alguna mención en segundo de bachillerato cuando estudias cómo se hizo la Transición”. ¿Cómo es posible que no nos hubiesen hablado sobre todo esto antes, con el peso que tiene en el presente? ¿Por qué en un temario de instituto entra la vida entera de los reyes católicos y no historias como la de las Trece Rosas?
En los últimos meses, si uno abre Tiktok, Twitter, Instagram… verá que se suceden los vídeos de chavales en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) cantando el ‘cara al sol’ o de Djs que pinchan canciones de tecno mezcladas con el ‘que te vote Txapote’ en fiestas de pueblo mientras toda la plaza corea y baila. Retos de tiktokers parando a jóvenes por Gran Vía y preguntando por sus preferencias políticas y contestaciones como “es que Sánchez gobierna con ETA” o fotos de chicos que nacieron ya pasado el año 2000 posando en festivales con banderas de España y el brazo en alto. ¿Sabrán realmente lo que están diciendo o son otras víctimas de la desmemoria? ¿Sabían estos jóvenes que cantan el eslogan de la derecha quién fue Txapote o lo que significó ETA en España? ¿Lo saben todos aquellos que bailaban al son de la frase en las fiestas de un pueblo? Y los que cantan el ‘cara al sol’ o que levantan el brazo para hacer la gracia en las fotos, ¿saben que en las cunetas de este país hay personas que fueron asesinadas por no hacer alguno de esos gestos?
Si son conscientes de lo que dicen, es que cada vez cala más el argumentario ultra. Pero quizá lo que pasa es que tenemos un problema de desmemoria. Y lo grave es que la extrema derecha, aquellos que vienen para hacernos retroceder en lo conseguido, para volver a abrir debates ya superados como el de la existencia de la violencia de género o el cambio climático, bebe directamente de esa desmemoria para hacerse fuerte entre la juventud.