Parece que hay que explicar a Pablo Casado la diferencia entre educar para la paz y educar para la violencia; explicar a un hombre que quiso ser presidente del Gobierno la diferencia entre respetar los derechos humanos y conculcar todos los derechos que se te pongan por delante, los humanos y los no humanos; explicar al líder de la oposición de un Estado democrático la diferencia entre formar espíritus y deformarlos. Parece mentira que haya que explicar diferencias tan sencillas a hombres que ya tienen tanto pelo en la barba. Casado, que se ha lanzado sin protección ni marcha atrás a los brazos de la ultraderecha del PIN, dice ahora que la educación en diversidad e igualdad es lo mismo que los “talleres de toros”, porque a unos padres les gustan y a otros no. ¿De verdad hay que explicarle a Pablo Casado que no es lo mismo, sino todo lo contrario, enseñar a respetar y proteger que enseñar a torturar y matar?
No íbamos a decir aún nada las antitaurinas. Por lo de siempre: para ser estrategas, para esperar el momento justo, para no meter la pata, para no precipitarnos, para no ser bocazas, para saber jugar el juego de la política, esa inteligencia, más listas que el hambre. No íbamos a decir nada aún, por si no es el momento. Vaya por delante que nunca es el momento, que las antitaurinas debemos esperar siempre para clamar, nunca es oportuno, nunca es procedente, nunca es prioritario, mejor más adelante, dentro de un tiempo, cuando estén asentados, cuando no estén tan pendientes de nosotras. No vayamos a desbaratar lo que no va a pasar.
Y así va siempre marcando los tiempos el enemigo, el que tortura y mata, el cómplice, el que consiente, el indiferente. Siempre marcándonos, a la precisa medida de nuestra culpa: la radical eres tú, la impaciente, la torpe, la que no entiende de plazos políticos, siempre tú la emocional, la irracional, la demagoga, la que no sabe cuándo sí y cuándo no. Siempre no. Menos mal que Casado. Menos mal que ese hombre. Menos mal que volvió sobre el asunto. Los talleres de toros.
Y sí, deja Pablo Casado prístina la relación: que quienes fomentan la discriminación de las familias diversas y de las sexualidades y géneros disidentes son los mismos que defienden la tortura taurina y la convierten en estandarte político. No la educación libre y democrática, en inclusión, en respeto, en generosidad, en abrazo, en la riqueza de la diferencia; sino la educación segregacionista, machista, homófoba, transfóbica, educación en el desprecio al diferente, en la crueldad con el otro, en el daño, en la humillación, en el engaño, en el placer por el dolor ajeno, en el supremacismo que se ensaña con su víctima, en la arrogancia extrema de disponer de su vida, en el terror que se siembra maltratando su cuerpo hasta la muerte. Eso es un taller de tauromaquia. Claro que tiene que ver con el pin parental. Como el pin parental tiene que ver con las clases de caza en los colegios andaluces y tiene que ver con que la Junta haya retirado las ayudas contra la violencia machista.
Así que no íbamos a decir nada las antitaurinas, las radicales, las demagogas, porque, una vez más, no era el momento, y menos ahora que hay animalistas en el Gobierno, ahora menos que nunca, a ver si la vamos a pifiar, por bocazas, por ser esa clase tan curiosa de personas tan impacientes que llevan toda la vida esperando. No íbamos a decir nada, porque mejor cuando corresponda, cuando convenga, cuando toque, aguanta, persevera, mantén el tipo. Pero hete aquí que vino Pablo Casado a decirnos que educar contra el bullying por transfobia ha de ser tan opcional como educar a favor de apuñalar a un becerro aterrado. Gracias, hombre.
Pablo Casado, los del PP y los de Vox, están dándole cornadas a lo poco bueno que con gran esfuerzo, compromiso y vocación ha ido consiguiendo la enseñanza en el Estado español tras una dictadura criminal y una transición insuficiente. Es vergonzoso que esta gente del pasado quiera seguir robando libertades y vidas. Y que las arrebaten, vidas y libertades, haciendo alarde de caverna. La ultra derecha y la derecha ultra, tanto monta monta tanto. Hay que decirles, a Pablo Casado y los suyos y los más o menos suyos, que el Comité de Derechos del Niño de la ONU ha instado a los países taurinos, incluyendo España, a apartar a los niños y niñas de “la violencia de la tauromaquia”. Como hay que recordarles que lo que parentalmente quieren censurar son derechos humanos, lo cual es violencia también. Pero bueno, claro, esto lo dice una antitaurina, una demagoga, una radical.