Leo que un señor muy solemne y muy ridículo que fue ministro en un gobierno del PP dice que el que pretende armar Pedro Sánchez con Pablo Iglesias estará lleno de “comunistas” y “bolcheviques” y que eso debe ser evitado con una maniobra que denomina “gobierno de salvación nacional”.
Lo que vienen protagonizando de forma tan personalista Sánchez e Iglesias desde hace cuatro años, con una nueva entrega hace seis meses y ahora esta nueva escena de salón tendrá muchos nombres como “personalismo” o “inmadurez”, pero visto el acuerdo genérico inicial no merece llamarse gobierno de izquierdas. Lo de “progresista” tampoco, pero habrá que reconocérselo tras las bárbaras barbaridades que aúllan tantos medios de intoxicación, que no comunicación, de esa derecha que es toda ella extrema. Porque la vida pública española, encerrada en unos medios de comunicación carentes de profesionalidad y de ética y que actúan como sicarios de un capital financiero que vive del estado devorándolo, está situada en la extrema derecha.
No es raro que individuos que ocupan puestos en la administración y se dicen “socialistas” hablen como falangistas, porque todo es un mismo espacio ideológico. Lo que acaba de decir ese señor Margallo lo podrían firmar afiliados ahora al PSOE o que lo fueron hace un tiempo.
Y, cómo no, hay un origen de todo. Y es tan simple, bastaba que los norteamericanos y los ingleses hubiesen hecho caer el régimen de Franco cuando cayeron Hitler y Mussolini. Pero Franco hizo testamento antes de morir y sus cortes aprobaron la Ley para la Reforma Política y hubo una Transición, que consistió en “de la ley a la ley”, y no una ruptura con el franquismo. Así que los dueños del Estado se creen dueños del Estado y sus políticos se sienten como tales, es natural que vean a cualquiera que no sean ellos como intrusos.
En España no hay derecha en el sentido europeo porque los Estados reconstruidos tras la caída del fascismo se levantaron sobre un consenso nacional profundo, por eso no podrían concebir que unos ciudadanos de un mismo Estado no tengan los mismos derechos que otros y entienden que las diferencias políticas no son “sedición” o “alzamiento” o “terrorismo” y por eso no tienen una tribunal específico para perseguir las opiniones políticas como es la Audiencia Nacional, en vida de Franco llamado Tribunal de Orden Público.
La derecha española no cree en un consenso nacional integrador y en el respeto a las opiniones distintas y a la disidencia porque es la misma derecha de siempre profundamente arraigada dentro de las instituciones del estado y conectada incluso biologicamente al gran capital parasitario del estado. Jamás devolverán los millones concedidos para “salvar la banca”, es su botín. La derecha española es guerracivilista. Es por eso que un señor del que decían que era la derecha sensata y razonable, europea y demás perejiles vomita exactamente los mismos calificativos que Millán Astray y toda la ralea. Y llama a repetir lo que hicieron los militares sublevados contra el gobierno republicano legítimo, un gobierno de “salvación nacional”. Porque no reconocen como legítimos miembros de la nación a quienes no piensan como ellos, no tienen sus intereses, no son ellos. Porque ellos eran y son “los nacionales”. Son los mismos de siempre y dicen que no son franquistas, que no son la extrema derecha. Y sus medios de comunicación cuelan ese matute porque son de la misma piel.
Aún no vi la película de Amenábar, Unamuno siempre me pareció tan brillante como irresponsable, pero dicen que está muy bien y lo creo. También me dicen que no sale un señor clavadito a Margallo con camisa azul y correajes, pero de eso ya no estoy tan seguro.