España se pasea

0

No se habla de otra cosa en los bares y ambulatorios de la sanidad pública. Está todo a reventar, vayas a donde vayas, oleadas humanas de ciudadanos y de ciudadanas asaltan calles y tiendas en paz y armonía dejándose embriagar por la tentación consumista y moviendo más masas que el rodaje de Rey de Reyes del gran Nicholas Ray. Para tratarse de un país tan polarizado como dicen y donde tanto reinan el malestar y el enfado, hay que reconocer que se nos nota poco o se nos olvida a nada que nos dan un par de días libres.

Se han hecho virales las imágenes de las masas en la Plaza de Callao, en Madrid, ejerciendo de manera masiva y pacífica su derecho a pasear y ver las luces de Navidad; aunque fuera avanzando centímetro a centímetro. En el Paseo de Gracia, en Barcelona, la policía ha tenido que montar un dispositivo antiselfis para evitar una desgracia. En A Coruña se hace cola hasta para ver el pop up navideño de Zara. Abel Caballero cada vez se lo tiene que currar más para mantener el liderazgo navideño.

¿Qué significa semejante exuberancia del “nacionalconsumismo”? Nadie puede afirmar saberlo a ciencia cierta. Extraer conclusiones no pasa de mera especulación. Puede que España se haya lanzado a pasear la navidad para consolarse por la frustración y el malestar que, según los augures, le genera la amnistía. Puede que sea la manera de olvidar a Pedro Sánchez y su gobierno rojosatánico y parece más sabio que darse a la bebida. Puede que salieran a la calle a manifestarse a favor de andar entre los escaparates engalanados porque aún no se sabía lo de Bildu en Pamplona; pero entonces los efectos deberían haberse notado el fin de semana inmediatamente posterior a la noticia y no parece que haya sido así.

Aunque también puede que lo hagan porque no se presentaron a las elecciones y haberlas ganado pero no ser capaces de reunir una mayoría suficiente para gobernar no es su problema. Puede incluso que lo hagan porque ellos ya han votado y consideran que su parte del trabajo ya está hecha y ahora le toca a quienes tanto dieron la murga en julio para que les votásemos.  

Quién sabe. Juguetear este tipo de razonamientos tiene más que ver con el divertimento mental o con la hartura con una política que se repite más que el ajo, que con la ciencia política o la sociología. 

Aunque no deja de resultar muy intuitivo colegir que, si la economía y la política son cada vez la gestión de las expectativas, la España que pasea estas navidades ya está a otras cosas muy diferentes. No se ha quedado encadenada a los mismos potros de tortura que atormentan y hacen crujir a políticos y medios de comunicación como si no fuera a haber un mañana y el fin del mundo se aproximase. Pasar página se ha convertido en un arte cada vez más difícil, pero quien lo hace en el momento justo acaba antes y saca ventaja.