Las elecciones de este domingo nos han acabado de homologar casi completamente con el resto de las democracias europeas. Aquí como en el resto del continente ya se ganan las elecciones con menos del 30% de los votos y por primera vez en democracia, el segundo partido se queda por debajo del 20%. Además, por desgracia, ya tenemos también a la ultraderecha en el Parlamento con un 10%. Eso sí, para ser definitivamente europeos, nos falta una cosa: un gobierno de coalición.
Es impresionante cómo ha cambiado la política española en solo 8 años. El PSOE ha ganado esta vez con el 28% de los votos; curiosamente el mismo porcentaje que consiguieron los socialistas con Rubalcaba en 2011 en la que fue una de sus derrotas más duras tras el gobierno de Zapatero. Del dolor a la gloria con los mismos votos que diría Almodóvar. En 2011 arrasó el PP con el 44% de los votos; 27 puntos más de los que han conseguido los populares este domingo. En 8 años, el PP ha perdido 6 millones y medio de votos; casi los mismos que tienen hoy sumados Ciudadanos y Vox. De hecho, las tres derechas sumadas este domingo suman el 43% de los votos.
El PSOE ha explotado al máximo y con excelentes resultados la campaña del miedo a la ultraderecha que le pusieron en bandeja el PP y Ciudadanos al unirse a Vox en Andalucía y luego en Colón. Los socialistas han conseguido una victoria clara, aunque lejos de los triunfos históricos de Felipe González y de Zapatero y también del 33% que le llegaron a dar las encuestas en los últimos días. Los socialistas apenas han crecido por el centro y, eso sí, han subido los 6 puntos que ha perdido por sus luchas internas y el voto útil Unidas Podemos. Pablo Iglesias hizo una buena campaña y aprovechó bien los debates. Mejoró las expectativas, pero el resultado les deja a expensas del PSOE.
La estrategia del PP ha sido un desastre sin paliativos. Siguiendo los consejos de Aznar, Casado ha venido a decirle a los suyos que Vox tenía razón, que con Rajoy habían sido una derechita cobarde y que había que abrazarse a la extrema derecha. Resultado: la pérdida de la mitad de los votos y de los diputados. Casado puede salvar de momento la cabeza porque hay otras elecciones dentro de un mes, pero puede no tener una segunda oportunidad. Feijóo vuelve a estar a la espera, aunque también en Galicia ha perdido por primera vez en 40 años.
Ciudadanos sí ha jugado bien sus cartas. Su arriesgada decisión de descartar acuerdos con Pedro Sánchez les permitió cerrar su hemorragia hacia Vox y les ha colocado a un paso de superar al PP y convertirse en el partido líder del centro-derecha en España. El 26 de mayo será la segunda vuelta de estas primarias en la derecha.
La ola de Vox no fue para tanto, aunque no deberíamos subestimarla. Estábamos tan asustados con el tsunami que corremos el riesgo de normalizar los 2.700.000 votos que han conseguido los de Abascal que ahora tendrán que empezar a hacer política en las instituciones. De momento, van a pasar de la reconquista a hacer proposiciones no de ley.
Volviendo a nuestra homologación con Europa, nos falta el primer gobierno de coalición. No parece que vaya a ser ahora tampoco. Pedro Sánchez no quiere a Pablo Iglesias de vicepresidente y, como ya han avanzado, los socialistas intentarán una investidura en solitario con apoyo de Podemos y la abstención de Esquerra Republicana. No será fácil porque Iglesias se la juega también en esta partida de ajedrez. Lo que no parece nada probable es que se intente ni siquiera el acuerdo entre Sánchez y Rivera. No le interesa a ninguno de los dos.