Políticos de todas las ideologías se han puesto de acuerdo en Reino Unido para intentar frenar la escalada misógina que está teniendo lugar en Internet. Conforme crece el movimiento feminista, más se revuelve el machismo. Exactamente igual que aquí o que en cualquier país, sólo que allí la clase política se ha puesto a trabajar en ello.
Según The Guardian, la campaña se ha hecho eco de un estudio que revela cómo -sólo en tres semanas- 6.500 individuos han usado palabras como “puta” o “zorra” para atacar a mujeres de su país alrededor de 10.000 veces. Y si abrimos el prisma, 80.000 individuos han usado esas mismas palabras en el resto de países con la misma intencionalidad unas 200.000 veces.
Facebook ha corrido a posicionarse a favor de la campaña, asegurando que la respaldarán al 100%. Facebook. Sí. La red social más misógina a día de hoy (si ha salido alguna más misógina no me la presenten, ya me va bien así), colaborando en un movimiento antimisoginia. Por supuesto, nadie ha puesto el grito en el cielo ni ha cuestionado sus políticas.
Es como si pretendes lanzar una campaña para la liberación de Palestina y contratas como asesor a Netanyahu.
Facebook no sólo es misógina, también es hipócrita, porque todo lo disimulan bajo una pátina de puritanismo como excusa para todas sus acciones contra las publicaciones femeninas. No pueden negar que son estadounidenses, desde luego.
Esta red social, ahora preocupada por el acoso a mujeres, censuraba hace sólo unos días a Tess Holliday por estar demasiado gorda. Cuando Cherchez la Femme, el grupo de Facebook que con la publicación pretendía (sin éxito) normalizar la diversidad de cuerpos femeninos, protestó a la red social por la censura, el correo que se encontró de Facebook fue el siguiente: “Los anuncios no pueden representar un estado de salud o el peso corporal como ser perfecto o extremadamente indeseable. Anuncios como estos no están permitidos ya que hacen que los espectadores se sientan mal consigo mismos. En su lugar se recomienda utilizar una imagen de una actividad saludable, como correr o andar en bicicleta”. Después de la presión recibida, ya que la noticia saltó a medios internacionales, Facebook pidió disculpas.
Pero no es cierta su excusa para la censura de cuerpos las mujeres, porque tampoco los que están libres de cualquier rastro de grasa están permitidos... de nuevo, si son de mujer. Misma política sigue Instagram, ahora propiedad de Facebook, claro. El alemán Olli Waldhauer lo comprobó por sí mismo cuando subió a su muro una imagen de una mujer sin sujetador junto a un hombre que sostenía una cartel con un mensaje xenófobo. La imagen se llamaba “Sólo una de estas dos personas está quebrantando las normas de Facebook”. Y así era. La imagen (y su cuenta de Facebook) fue censurada a los pocos minutos. No así las réplicas de quienes tuvieron la precaución de tapar los pezones a la mujer de la foto, ésas aún pueden verse, compartirse y viralizarse en la misma red social.
Pero la cosa va más allá de cuerpos desnudos. A la escritora Luna Miguel le censuraron recientemente la portada de su libro (imagen del inicio de este artículo).
De Miguel escribió en su web personal sobre lo ocurrido y subió a su cuenta de Twitter la explicación que le dieron en Facebook. De repente, era una persona peligrosa (Ah, haber sido racista, Luna).
En Brasil, Facebook ha llegado a censurar al mismo Gobierno cuando el Ministerio de Cultura decidió subir material fotográfico de una mujer indígena tomado en 1909. El gobierno brasileño no se rindió y ha denunciado a Facebook ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“Las plataformas digitales operan como espacios públicos de circulación de información. Tienen una fuerte tendencia a la concentración y su influencia es decisiva sobre la producción y distribución de cultura a escala global. Por este motivo debe ser considerado un tema de orden público y no sólo privado”, dijo el viceministro de Cultura brasileño.
Y con ejemplos así podríamos seguir hasta el fin de los días. No es ningún secreto que la censura de Facebook tiene un claro doble rasero: la violencia, el racismo y la misoginia campan a sus anchas, mientras que los pezones femeninos son peligrosos y el sobrepeso femenino es “extremadamente indeseable” y, por ende, censurable.
Cientos de activistas feministas reportan cada día tanto a grupos misóginos como a usuarios acosadores en Facebook sin que tenga ninguna repercusión. Cientos... o miles, como sucedió en una campaña que tuvo que crearse en change.org para reunir firmas contra una web que promovía la dominación machista. Yo misma la denuncié y Facebook me contestó lo siguiente: “Gracias por dedicar tiempo a reportar algo que crees que puede infringir nuestras normas comunitarias. Las denuncias como la tuya constituyen una gran ayuda para hacer de Facebook un entorno seguro y acogedor. Revisamos la página que reportaste por contener una amenaza creíble de violencia y no nos parece que infrinja nuestras normas comunitarias”.
No fue hasta que la campaña en change.org consiguió 12.000 firmas que Facebook decidió cerrar esa cuenta en esa red social. Twitter aún ni eso. Y “Dominación Machista”, que así se llama el sitio en cuestión, tampoco crean que disimula, sigue publicando actualmente sobre cómo someter, dominar y castigar física y psicológicamente a una mujer en la plataforma donde se creó: tumblr.
Quizás, próximamente, tumblr quiera unirse también a la campaña antiacoso que pretende promover el gobierno británico. Está claro que van por el camino correcto para poner fin al acoso misógino en un espacio público como es Internet. ¿Qué puede salir mal?