Todos los personajes de ficción tienen ideología. Puede coincidir con la de sus creadores o no, pero poseen una visión, unos objetivos y unos intereses inherentes al país o a la época a la que pertenecen. Pueden ser favorables a la situación política o contrarios a ella, pero en ningún caso se puede ser neutral, ya que tanto en la ficción como en la vida real, la neutralidad siempre nos sitúa con los poderosos frente a los débiles. En el mundo de los comics y los superhéroes esto también pasa. En un artículo de Le Monde Diplomatique de noviembre titulado Capitán América, republicano auténtico, el sociólogo José Saturnino Martínez explicaba que a pesar de su imagen externa el Capitán América de Marvel (la principal editorial estadounidense de comics) representa los valores republicanos cívicos (y no los del Partido Republicano (GOP) estadounidense), ya que defiende la libertad de expresión, los derechos de los ciudadanos y la democracia frente a las grandes corporaciones y los villanos poderosos, respetando en todo momento la vida y el derecho a un juicio justo de los mismos. Cuando tiene que escoger entre libertad y seguridad, lo primero son siempre los derechos y las libertades.
Ese es el trasfondo de la Guerra Civil de Marvel (y que será el argumento de las próximas películas de este personaje). En esta saga, una de las más exitosas del comic publicada en 2006 y 2007, los superhéroes ya no luchan contra villanos sino entre sí. El conflicto surge porque el gobierno republicano de Estados Unidos aprueba una Ley de Registro de Superhéroes para controlar a aquellos que tengan poderes, obligándoles a colaborar con el gobierno para acabar con los malos y acabando con el terrible anonimato de algunos de ellos. Los superhéroes se dividen entre los que prefieren la seguridad (Pro-Registro) encabezados por el científico multimillonario Iron Man o los que prefieren la libertad (Anti-Registro) dirigidos por el anteriormente citado militar Capitán América. Si se comparan los 40 superhéroes más conocidos de Marvel que participan en la Guerra Civil, observamos que características son las que marcan a cada bando.
De acuerdo al origen los superhéroes de Marvel (Fig.1) se pueden catalogar en cuatro categorías: los humanos sin poderes (como Iron Man), los que tienen poderes adquiridos durante su vida (como Spiderman o Los 4 Fantásticos), los mutantes con poderes desde su nacimiento (Los X-Men) y los otros (dioses como Thor o alienígenas como Venom). Aunque estén muy igualados, generalmente son más miedosos y pro-seguridad (a costa de derechos individuales) aquellos que no tienen poderes, frente a los que los tienen de nacimiento y lo que buscan es el anonimato.
La figura 2 muestra que no hay una gran diferencia por género (a pesar de que hay muchos más superhéroes hombres que mujeres, aunque eso daría para otro post), pero sí en otros factores. Los afroamericanos, todos salvo el coronel Máquina de Guerra, están en contra del Registro y apuestan por una mayor libertad individual. En las elecciones estadounidenses de 2012 el 93% de los afroamericanos votó por Barack Obama frente a Mitt Romney. La mayoría de los superhéroes millonarios está a favor del registro, salvo Antorcha Humana que se sale de Los 4 Fantásticos para ser actor de Hollywood. El 55% de los americanos que ganan más de 250.000 dólares anuales votó por Romney frente a sólo un 42% que optó por Obama. Por último cabría destacar dos gremios que también salen por la seguridad frente a la libertad: los científicos, que siguen dependiendo en su mayoría de las ayudas públicas, que creen que es mucho mejor no dejar al libre albedrío los poderes de los demás y los archivillanos arrepentidos, como el multimillonario psicópata Duende Verde o el mercenario Taskmaster, a los que el gobierno les da una amnistía penal (y fiscal) si se pasan a los buenos y se registran como superhéroes. A fin de cuentas la realidad no se diferencia tanto de la ficción y no sólo Cristóbal Montoro premia al defraudador.