La marea feminista del 8M se ha convertido en un tsunami que está desbordando las costuras sociales y políticas construidas y apuntaladas por siglos de machismo. Las mujeres han cogido las riendas y en una movilización sin precedentes, están convirtiendo esta jornada en un antes y un después para el feminismo.
La fuerza del terremoto es de tal magnitud que en España está dejando descolocados, por supuesto al gobierno del PP y a Ciudadanos, pero también a los sindicatos y al PSOE. El 8M es ya mucho más que una movilización laboral que se puede solventar con un paro de dos horas como han convocado UGT y CCOO y respalda timorata la dirección de los socialistas. Muchos no han sabido escuchar el clamor que llegaba desde la calle, desde las Universidades, las empresas y las casas.
Podemos e IU sí han visto lo que estaba pasando y se han sumado con entusiasmo a la huelga de 24 horas. En las filas socialistas se acogió con gran preocupación hace unos días una encuesta de la Cadena SER que señalaba que las mujeres ya le dan la bandera de la lucha por la igualdad a Podemos y no al PSOE. El 8M puede profundizar esta sensación y esto puede ser muy grave para los socialistas que han tenido siempre en el voto femenino uno de sus puntales.
La movilización de las mujeres está dejando al descubierto, por lo demás, las vergüenzas y los complejos de la derecha española. El gobierno ha vuelto a demostrar que vive alejado de la realidad y se ha convertido en el principal propagandista de la huelga. Cada ataque del PP se ha convertido en un motivo más para la movilización. Rajoy rectificó el rumbo el martes, pero ya era demasiado tarde. Y Ciudadanos ha desperdiciado una excelente ocasión para demostrar que es algo más que la versión pop del PP. Despreciar la huelga para defender el capitalismo ha sido como poco, ridículo.
Las mujeres han dicho basta a la discriminación, a la brecha salarial, al techo de cristal, al acoso sexual, a los asesinatos machistas y a la violencia de los hombres contra ellas. El movimiento es imparable porque, sobre todo, lo están impulsando las jóvenes. Una nueva generación feminista orgullosa, desinhibida y desafiante que no se va a conformar con seguir esperando año tras año a ir conquistando poco a poco la igualdad. Debe ser ya y sin más escusas.
Esto es también una batalla de poder. Los hombres lo hemos tenido siempre y nos sigue costando horrores compartirlo. Muchos asisten estos días entre aturdidos y asustados a esta oleada que sienten como una amenaza. Deberían saber que el feminismo ha mejorado el mundo y nos ha hecho mejores a los hombres.