Como todos los años medio centenar de hombres asesinan a medio centenar de mujeres, resulta estadísticamente probable que uno de esos crímenes coincida con el día señalado para luchar contra la violencia machista.
Así, este domingo 25 de noviembre, mientras miles de mujeres, y bastantes hombres, nos manifestábamos contra la violencia machista en toda España, un hombre al que algunos periódicos no identifican con nombre y apellidos, de 48 años, asestó varias puñaladas a su mujer, esta sí identificada, Rokhaya D., de 42 años. El asesino había rumiado previamente el crimen y no tuvo empacho en asesinar a su exmujer delante de sus dos hijos pequeños. Fue la hija mayor, de ocho años, la que salió despavorida de la casa de su madre y anunció el crimen. El asesinato ocurrió este domingo en Monzón, Huesca. No quiero ni pensar en lo que puede ser la vida de esta cría y que será de ella dentro de unos años. El otro hijo tiene dos años.
Llevamos 45 mujeres asesinadas en lo que va de año, según otras contabilidades la cifra sería mayor, y pese a la reacción automática de condena por parte de las instituciones aragonesas y de los ciudadanos de esa Comunidad, aún los crímenes machistas no figuran en la agenda política con la relevancia que deberían. Los asesinatos machistas son el problema más grave de muerte violenta en España.
Si la contabilidad es una forma de subrayar la trascendencia del problema, tenemos que decir que en lo que va de año 45 mujeres han sido asesinadas, ocho menores han sido asesinados por sus padres para hacer el máximo daño posible a sus madres, violencia vicaria, y 37 niños y adolescentes han quedado huérfanos de madre. Desde 2001, 1.068 mujeres han sido asesinadas por 1.068 hombres.
Lo he escrito y dicho mil veces: la violencia machista ha provocado más víctimas mortales que las perpetradas por la organización terrorista ETA desde su origen hasta su derrota.
La sensibilidad de los medios de comunicación respecto de los crímenes machistas ha mejorado notablemente en los últimos años, aunque todavía hay algún periódico o televisión que habla de estos asesinatos como 'crímenes pasionales', que los tratan como si fueran sucesos o los abordan desde el puro amarillismo, convirtiéndolos en un espectáculo, banalizándolos.
Tenemos leyes que permiten combatir esa violencia machista como antes de su aprobación no era posible y el Congreso ha acordado medidas que pretenden atajarla. El punto más débil, a mi juicio, reside en el engranaje judicial y policial, en los que, aunque haya habido considerables avances, aún no se ha creado de manera generalizada el mecanismo para que la denunciante de malos tratos no se sienta culpable.
Los medios repetimos machaconamente el número de teléfono al que las mujeres maltratadas deben llamar en cuanto haya el menor síntoma de maltrato, pero el paso de la llamada a la denuncia ante la policía y la justicia se convierte en muchos casos en un calvario para la denunciante.
A la zozobra emocional que sufren muchas mujeres al denunciar por maltratador al padre de sus hijos, se une demasiadas veces el desgaste que supone relatar la misma historia ante varias personas distintas a las que no se conoce, lo que constituye una actualización del dolor de especial dureza. Las dudas hasta el último momento, la evidencia de mujeres maltratadas que niegan que su marido las maltrate, los mil perdones consecutivos y vuelta a empezar con la tortura física y psicológica.
Antes de todo esto, esta la certeza de muchas mujeres maltratadas que se resignan a sufrir esa dosis diaria de tortura ante la certeza de su penuria económica. ¿Dónde voy a ir, si no tengo trabajo, ni casa, ni medios de vida? Pregunta que se traduce en mujeres paralizadas por el miedo y que dan por hecho que su vida será una sevicia continua.
Parece urgente, junto a todas las demás medidas, una movilización que desprestigie el crimen machista, que no deje ni un resquicio a comentarios del tipo: Qué habrá hecho la mujer tal para que el hombre cual, “que era un buenazo”, haya tenido que matarla. Testimonios como este que aún se pueden oír.
A estas alturas de la matanza, hay hombres que han asesinado a sus mujeres pero que están convencidos de no haber cometido un delito, creen firmemente que han hecho lo que debían. Así se lo cuentan a la policía y dentro de la prisión
En estas, una concejala del Ayuntamiento de Jaén, Salud Anguita, militante de Vox, se ha negado a condenar los crímenes machistas y ha bloqueado la declaración institucional que el Ayuntamiento de Jaén quería aprobar contra la violencia machista. Sostiene esta concejala que había que condenar también la supuesta violencia que sufren las mujeres.
Por lo que vemos, el desprestigio de los crímenes machistas aún no esta consolidado y hay quien trata de empatar magnitudes incomparables.
No podemos tratar los crímenes machistas como si fueran una fatalidad ineluctable. Es necesaria la formación de jueces y policías, de manera sistemática, en violencia machista y es necesaria una movilización ciudadana que logre el desprestigio social de los asesinos machistas, de todos los maltratadores.