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Matar al feminismo institucional

Ione Belarra, Irene Montero e Isabel Serra.
11 de agosto de 2023 22:41 h

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El Ministerio de Igualdad fue uno de los aspectos en los que mejor valoración tuvo España en el último informe periódico del Comité CEDAW. La creación (más bien recuperación) de esa estructura institucional, como parte de una arquitectura nacional destinada a garantizar los derechos de las mujeres, fue aplaudida por el prestigioso Comité de Naciones Unidas junto con los avances normativos propiciados desde esa cartera ministerial esta última legislatura y el aumento presupuestario para la implementación de las políticas públicas en materia de igualdad de género. Políticas que están impulsando la creación, entre otros recursos, de los centros de crisis 24h para atender las violencias sexuales o la ampliación y mejora de servicios de protección a las víctimas de las violencias machistas como el ATENPRO y el 016.

Apenas un trimestre después de hacerse públicas las conclusiones de ese informe –en el que se valora nuestro grado de cumplimiento de los compromisos internacionales en la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas– sólo se oye el eco de un vacío, el que le hacen al Ministerio de Igualdad las dos principales fuerzas políticas de izquierda de ámbito nacional tras el 23J. Un silencio atronador para quienes hemos observado prudentes cómo se han venido desarrollando los acontecimientos en los últimos dos meses. Así, desde la barrera, una primera (y quién sabe si precipitada) conclusión: para el PSOE y para Sumar es como si nunca hubiese existido el Ministerio de Igualdad de Irene Montero. De hecho, hasta donde yo he leído, nadie en ninguna de las dos formaciones ha resuelto la duda de qué harán con esta institución en el caso de renovar la coalición de gobierno.

Sabe raro, si una se para a pensarlo, que una disputa personal entre las mujeres líderes de Unidas Podemos por un lado (Ione Belarra, Irene Montero y Yolanda Díaz) y una disputa política entre las que encabezaban las políticas de Igualdad en la coalición de Gobierno por otro (Carmen Calvo e Irene Montero) se lo hayan puesto tan fácil a la derecha reaccionaria del PP y Vox, la misma que está barriendo impunemente las instituciones de igualdad y derecho de las mujeres en todos sus gobiernos municipales y autonómicos. A Núñez Feijóo no le ha hecho falta llegar al poder del Estado para “derogar” el Ministerio de Igualdad porque de facto es cómo si hubiese sido derogado por la orfandad en la que han quedado tras las elecciones generales las políticas feministas impulsadas desde esa institución.

En la batalla de los personalismos, nadie parece hacerse cargo ahora del buen trabajo del feminismo institucional y de las políticas en las que invertido esfuerzo, trabajo y tiempo muchas funcionarias y profesionales de la institución del Estado, así como, de otras administraciones públicas autonómicas y municipales, y también estatales. Sorprende que hasta ahora (puede que esto cambie si se conforma finalmente un gobierno progresista) no haya nadie rescatable del entorno del Ministerio de Igualdad que se pueda sumar a la coalición de Sumar. ¿Realmente no había nadie a medio camino entre Irene Montero y Yolanda Díaz en aquella negociación que pudiera hacer de puente de continuidad de las buenas políticas de igualdad emprendidas que necesitan ser implementadas? En la batalla política de los personalismos y las formas ha perdido, hasta el momento, el feminismo institucional y subrayo lo del “institucional” porque el movimiento feminista, el de los barrios y los pueblos, el de los feminismos en plural, sigue y seguirá en pie, precisamente porque no es de nadie sino de todas, precisamente porque la que ya tenemos encima con los gobiernos municipales y autonómico PP+Vox solo ha sido capaz de frenarse desde las instituciones del Estado.

A principios de julio, de las 23 ciudades de más de 40.000 habitantes en las que el PP gobierna con el apoyo del partido de Abascal, ocho habían eliminado la concejalía de igualdad o mujer y, de las 14 que la mantienen, muchas mezclan sus competencias con otras o pasan a estar en manos de Vox. Los partidos de derecha, dando continuidad a la doctrina del nacional catolicismo franquista han mandado los derechos de las mujeres a las concejalías de familia, que es dónde ellos piensan que debemos estar, “en casa y con la pata quebrada”. Están logrando “matar” al feminismo institucional para borrarlo de la arquitectura de coordinación de las políticas que luchan contra las violencias machistas. Efectivamente, se ríen de las mujeres como bien argumentó de manera efectista Yolanda Díaz en el debate a tres de la televisión pública, pero les da igual. Llevan riéndose de las mujeres toda la legislatura, solo hay que ver el trato que han recibido todas las leyes feministas aprobadas en la última legislatura, solo hay leerse los diarios de sesiones del Congreso, del Senado o de la Comisión de Igualdad para comprobar no solo hasta qué punto se jactan de su machismo sino de hasta qué extremo pueden llegar y quieren llegar una vez ocupan el poder.

No es buena noticia para las mujeres que las políticas feministas de este país se hayan quedado huérfanas en las instituciones municipales y autonómicas; ahora es responsabilidad de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, si logran sacar adelante una investidura, de que no se queden también huérfanas en un gobierno progresista. No se trata de empezar de cero, porque cuando se habla de feminismos nunca se empieza de cero, se trata de no olvidar la genealogía feminista, también la institucional, para aprender de los errores (por supuesto) y defender los avances normativos y de políticas. Está claro, que las activistas y feministas lo haremos en las calles, pero no queda tan claro qué harán desde los despachos de un posible nuevo gobierno progresista.

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