Medicina a contra reloj
Cinco minutos o menos. Ese es el tiempo medio del que disponen los médicos de Atención Primaria en la mayor parte del mundo para atender a cada uno de sus pacientes. Este resultado, y otros muchos, los arrojaba el estudio científico más riguroso y completo realizado hasta la fecha sobre este asunto a nivel internacional. Se publicó el año pasado en la revista British Medical Journal. Los autores revisaron sistemáticamente los tiempos de asistencia médica en 67 países a partir de otros estudios realizados anteriormente. Uno de los hallazgos clave de esta revisión fueron las diferencias extremas de tiempo por paciente que existen entre ciertos países. Así, mientras un médico de familia de Bangladesh dispone de tan sólo 48 segundos por paciente, en Suecia un médico de la misma especialidad cuenta con 22.5 minutos.
¿Cuál es la situación en España? La revisión citada anteriormente recogía las cifras de 6 estudios publicados años antes en las consultas de Atención Primaria españolas. Sin embargo, los números variaban considerablemente: desde los 2-5 minutos por paciente de un estudio de 1990 hasta los 13.4 minutos por paciente de otro estudio de 2009. ¿Cuál es la cifra real actual en España? Se desconoce. Aunque sería sencillo para las Administraciones Sanitarias recoger el número final de pacientes que atienden los médicos de familia cada día, lo cierto es que no se disponen de estadísticas públicas y fiables.
Sin embargo, sabemos, por las reclamaciones públicas de diferentes organizaciones de médicos de Atención primaria en múltiples puntos de la geografía española, que los facultativos no suelen llegar a tener ni 10 minutos, de media, por paciente. Es el tiempo mínimo que exigía recientemente el Sindicato Médico de Málaga o la Sociedad Canaria de Medicina Familiar y Comunitaria. Además, según la comunidad autónoma o la temporada, los tiempos por paciente pueden ser muy variables. Así, mientras en Madrid la media hace unos años era de 6 minutos por paciente, en Andalucía la media se encuentra entre los 4 y 6 minutos. Por otro lado, en el País Vasco la situación es más favorable: alrededor de 10 minutos por paciente.
Ahora bien, las cifras anteriores son tiempos medios por paciente en condiciones favorables. Debido a los recortes del personal médico y las muy ajustadas plantillas resultantes, cuando ocurren epidemias de gripe, un compañero médico se encuentra de baja o aparecen muchos más pacientes durante el verano en zonas turísticas, el vaso, ya lleno hasta el borde, se desborda. Es entonces cuando ocurren escenas tales como servicios médicos colapsados y doctores que atienden a más de 50 pacientes al día, 80 pacientes al día e incluso hasta 122 enfermos atendidos de forma continuada en un día, con menos de 2 minutos para atender a cada paciente. En ese sentido, quizás una de las escenas más dantescas para la Medicina tuvo lugar la pasada campaña de verano en Málaga, cuando la Junta de Andalucía llegó a establecer tiempos de 1 minuto por paciente, ante la estupefacción y terror de los médicos.
Este ejercicio de la medicina de Atención Primaria pública como si se tratase de una industria con producción en cadena (y que ha sido establecida por las Administraciones Sanitarias, no lo olvidemos) tiene consecuencias desfavorables tanto para los médicos como para los pacientes.
Por un lado, diversos estudios reflejan que los médicos que están sometidos a una alta carga asistencial (con muchos pacientes en poco tiempo) sufren más estrés, ansiedad, sensación de estar “quemados” o de falta de control. Además, se incrementa el riesgo de suicidios entre la población médica. Hace tan solo unos días, un médico de Atención Primaria de Londres creó una petición pública online en la que se solicitaba, entre otras medidas, consultas con un mínimo de 15 minutos por paciente en Reino Unido. La petición, que ya cuenta con casi 4.000 firmas, venía motivada por el reciente suicidio de un médico de familia escocés, el último de los 430 suicidios de médicos en Reino Unido por problemas mentales que se han producido en los últimos 4 años, en los que la sobrecarga asistencial es un importante factor de riesgo.
Por otro lado, los pacientes también sufren las consecuencias de tener poco tiempo para ellos en las consultas. De esta manera, se reducen las posibilidades de que los médicos realicen abordajes terapéuticos complejos o exploraciones físicas. Por ejemplo, se recurre con más frecuencia a tratamientos exclusivamente con fármacos cuando en realidad se necesitaría incluir un enfoque terapéutico psicológico/social, que requiere mucho más tiempo. No es ninguna sorpresa, por tanto, que las consultas de duración más corta se asocien con más medicamentos recetados, incluyendo un uso excesivo de antibióticos.
Además, se produce un incremento en los errores de diagnóstico y una peor comunicación entre médicos y pacientes. De hecho, tiempos de atención más cortos se relacionan con peores resultados de salud. Otra de las consecuencias es la despersonalización de la consulta. Cuando los pacientes se “despachan” rápidamente es más probable que no se sientan bien atendidos o que sientan que el médico no se preocupa realmente por su salud. Esto motiva a los pacientes a acudir a consultas médicas privadas, donde los médicos suelen disponer de mucho más tiempo para atender a pacientes o, en el peor de los casos, a recurrir a charlatanes de la salud que ofrecen pseudoterapias. El trato más cercano y prolongado es el cebo perfecto para que los pacientes se crean que son bien atendidos, aunque pueda tratarse, en realidad, de una falsa apariencia.
Así pues, si los médicos de Atención Primaria de la Sanidad Pública dispusieran de tiempos razonables para todos sus pacientes, no solo tanto médicos como pacientes ganarían en salud, sino que, además, muchos enfermos no caerían en las garras de los pseudoterapeutas para sentirse bien atendidos. Porque el tiempo no es solo oro, también es salud cuando se dispone de él en la consulta médica.