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Medio año de Milei: desastre económico y social

El presidente de Argentina, Javier Milei. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

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Ya se han cumplido los primeros seis meses del gobierno argentino de Javier Milei, caracterizados por la aplicación de potentes medidas neoliberales que, para sorpresa de nadie, están saqueando salvajemente a las clases populares y deteriorando intensamente la actividad económica, y todo ello sin que ni siquiera se haya logrado el objetivo último para el que teóricamente estaban pensadas -acabar con la inflación-, pues los precios han aumentado durante estos primeros seis meses de gobierno un 115,6%, un ritmo de crecimiento muy superior al experimentado en la época pre-Milei, como se puede ver en el siguiente gráfico.

Este fuerte crecimiento de los precios se ha debido fundamentalmente a dos factores: 1) la devaluación del 50% del tipo de cambio oficial que realizó Milei unos días después de llegar al gobierno, lo que encareció fuertemente las compras de productos en el extranjero, provocando posteriormente el contagio a otros ámbitos de la economía a través de lo que se conoce como “inflación importada”; y 2) la supresión y relajación de los controles de precios a la energía, al transporte, a los alimentos y a los productos farmacéuticos, dejando que sea el salvaje mercado y no las decisiones democráticas las que marquen el coste de los bienes y servicios que requiere la ciudadanía para cubrir sus necesidades básicas.

La política económica de Milei ha consistido básicamente en recortar salvajemente el gasto público y en aumentar algunos impuestos (como el Impuesto País) para poder alcanzar superávit público. Las partidas presupuestarias más afectadas y con diferencia han sido las pensiones, la obra pública, los salarios públicos, los subsidios a la energía y al transporte, el gasto universitario y las transferencias a provincias. 

El presidente autodenominado liberal libertario está cumpliendo poco a poco su amenaza de acabar con el Estado, arrasando con la vida de la gente por el camino y poniendo a la venta el país a un precio de ganga, para que sean los grandes capitales nacionales y extranjeros y no el pueblo quienes decidan cómo será el futuro. No olvidemos que el superávit fiscal implica que las familias y empresas argentinas pagan más en impuestos de lo que reciben en servicios y prestaciones públicas, y todo ese dinero extraído de más no sirve para mejorar la economía del país sino simplemente para pagar a acreedores financieros, en su mayoría extranjeros, y comandados por el Fondo Monetario Internacional. Están saqueando el país de forma muy descarada, al mismo tiempo que tratan de vender que es la única política que puede salvar la economía. La propaganda del gobierno se basa precisamente en mostrar los indicadores que hablan de la satisfacción de los grandes poderes económicos, como la bolsa o el riesgo país, que obviamente están mejorando porque no hacen sino demostrar lo contentos que están los acreedores financieros y los grandes capitales que se están forrando a costa del pueblo argentino.

Pero si en vez de mirar los indicadores que interesan a la élite económica miramos los indicadores que interesan al pueblo, la realidad es muy diferente. En primer lugar, nunca antes en la historia de Argentina el peso ha estado tan devaluado frente al dólar medido por el tipo de cambio del dólar-blue. Los argentinos son más pobres que nunca de cara al exterior.

En segundo lugar, la economía se ha desplomado por culpa de las políticas de Milei: el índice de Actividad Económica (EMAE) ha caído un 8,4% en comparación con el año anterior.

En tercer lugar, el Índice de Producción Industrial (IPI) se ha desplomado un 21,2%, un nivel promedio muy preocupante que esconde caídas terribles del 40% en algunos sectores como el de la maquinaria y equipo, muebles y colchones y otras industrias manufactureras y otros equipos, aparatos e instrumentos. La construcción también se ha hundido un 42,2% por culpa de la paralización de la obra pública. Estas graves heridas no serán restauradas pronto, sino que dejarán enormes cicatrices que marcarán a la industria durante mucho tiempo, incluso aunque las salvajes políticas de Milei dejaran de aplicarse mañana mismo. El panorama es desolador.

En cuarto lugar, es la primera vez en mucho tiempo que el salario promedio real cae por debajo del umbral de la pobreza, lo que ha disparado el número de pobres hasta casi el 60% de la población, unos niveles no alcanzados desde el corralito de 2001. Es decir, las políticas de Javier Milei están empobreciendo a los argentinos tanto como lo hizo aquella fatídica crisis económica.

Por supuesto, la propaganda del gobierno seguirá: ocultarán los indicadores que interesan a la gente y sólo mostrarán los que interesan a la élite económica. Además de ello, harán mucho hincapié en que últimamente el ritmo de crecimiento de los precios ha perdido fuelle; pero omitirán interesadamente que esto se debe a que la población se está empobreciendo tanto debido a la motosierra que cada vez tiene menos capacidad económica para comprar bienes y servicios. Frente a una demanda menguante, los empresarios apenas están pudiendo vender su producción y ello los lleva a no elevar tanto los precios para no ahuyentar a la empobrecida clientela. 

Si la motosierra del Estado continúa, llegará un momento en que apenas haya inflación, pero eso sólo significará que la economía estará sencillamente muerta. Es como si un médico, para aliviar la fiebre del enfermo, decidiera simplemente asesinarlo. La fiebre desaparecía, claro, pero con ella la vida del paciente. Pues esto es lo que le está pasando ahora mismo a la economía argentina: las políticas de Javier Milei la están matando.

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