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Un mundo de derechas

Firma del acuerdo entre PP y Vox de cara a la investidura de Juanma Moreno como presidente de la Junta de Andalucía

Ramón Reig

Hoy en día el mundo es de derechas y esa corriente ha llegado a Andalucía. Poco a poco, la especie humana se va colocando donde su naturaleza la lleva y tras los experimentos emocionales del siglo XX -emocionales pero necesarios- el planeta adopta el aspecto humano más acorde con la esencialidad de su animal humano. El humano egoísta -lobo contra el hombre, con perdón para el lobo- provocó las revoluciones comunistas que, a la larga, se han ido hundiendo aunque dejando una huella imborrable en todos los sentidos. Ahora regresa la derecha moderada y la derecha más extrema que es su compañera inseparable sobre todo en tiempos de avance de una izquierda por ahora vencida y sin norte.

Aunque sean casos distintos y cada cual posea su personalidad histórica, la Rusia comunista, la China comunista, Cuba, Vietnam, incluso Corea del Norte, todos han girado hacia el mercado –o lo harán- y las izquierdas latinoamericanas también han fracasado, quedan Nicaragua, Bolivia y Venezuela que están al caer, mirado todo ello desde un punto de vista histórico, los que hemos estudiado y estudiamos la Historia, no pensamos igual que el resto de los mortales, pensamos a largo plazo y en términos macro, al menos es mi caso. Los sistemas alternativos caen por acción del Poder ancestral que está ahí -es su obligación defenderse- y por defectos propios.

Las causas de todo esto debería ser la preocupación central de la izquierda pero su propia decadencia le impide mirarse al espejo por miedo a la cara que pueda verse. En una época donde el ser humano está pisado en su dignidad por unas condiciones de trabajo alienantes y unos medios de comunicación superficiales y anodinos (generalmente considerados) quien paradójicamente está saliendo de su crisis y de su olvido es la derecha, sea liberal, neoliberal o fascista.

La derecha crea las crisis y ella las resuelve o medio las resuelve. Perdonen la mezcolanza pero Adam Smith, Friedman, Von Misses, Hayek, Franco, Mussolini, Hitler, están más vivos que Lenin, Castro, Marx o Hobsbawm. ¿Por qué? Porque los primeros se ajustan más a la realidad de lo que somos como especie animal. Hay ciencias indispensables para conocernos a nosotros mismos que se cultivan poco en la universidad y que por supuesto ignoran tanto la izquierda como esos libros tan simples llamados de autoayuda. Por ejemplo, la etología, por ejemplo la psicohistoria, por ejemplo, la neurociencia, por ejemplo, la sociobiología, por ejemplo, la genética. En pocas palabras, la macro-evolución humana. Y sin estos saberes no podremos comprender jamás lo que nos está ocurriendo.

El mundo de derechas ha sustituido en Andalucía -y en muchas partes de Europa y el mundo- a otra derecha que se presentaba como izquierda: el PSOE. La faceta de izquierda del PSOE se la debe a su historia pero sus actos lo han delatado como una formación impropia de la ética de izquierdas, ni ha sembrado izquierda para el futuro ni ha cumplido como derecha. Andalucía -en términos globales- está donde estaba en 1982 cuando el PSOE ganó por primera vez unas elecciones autonómicas en Andalucía para no perderlas nunca más, ni en 2018 siquiera.

El PSOE de Andalucía se unió a una clase empresarial por lo general pacata y a unos sindicatos cómplices y esa unión la simbolizaba la famosa foto mediática de las manitas juntas que cada año visualizaba un supuesto “pacto por el empleo” que no creaba empleo porque al empleo que se crea en Andalucía no se le puede llamar así mientras todos los que se acogen a tal hecho no puedan cubrir con dignidad su necesidades básicas. Más que pacto por el empleo aquello era un pacto para la subvención pública de organizaciones sindicales y empresariales, todos succionando de las ubres de la Junta con las consecuencias clientelares que ello conlleva, consecuencias que han inundado y embarrado a la única real y verdadera isla de libertad que nos queda: la universidad y, además, al mundo mediático en general. Ha sido un gobierno de postureo y de vasallaje que casi ha anulado toda personalidad y toda individualidad realmente válidas y que ha desconfiado del que no era de una “cuerda” que cada vez se ha ido gastando más hasta romperse.

Pero ya está bien, se va de la Junta lo que más daño le hace a la izquierda que es una izquierda que dice que lo es, que se cree que lo es porque grita “igualdad, igualdad” pero que, en su esencia, no es más que una derecha conversa, unos tontos útiles que como se pasan de listos acaban calándolos. Su igualdad no es tal sino que es una igualdad falsa, ajena a los postulados clásicos de la izquierda, que conduce siempre a premiar al mediocre y perjudicar al que se esfuerza y vale pero es contestatario. Ahora llega la hora de las derechas tradicionales y explícitas y a ellas habrá que pedirle cuentas. El problema es que por muchas cuentas que se le pidan, ¿hay recambios sustanciales? La respuesta es no.

Lo normal es que los nuevos gobernantes de Andalucía, de forma similar a lo que le ocurre a la izquierda, actúen no como derechas sino como especie humana, es decir, esencialmente, de forma similar a como lo ha hecho el PSOE y, como el humano es olvidadizo y no estudia sino que sobre todo prefiere evadirse, un año de estos vuelve a votar “izquierda”. Otro ciclo distinto pero a la vez similar al anterior comenzará. Eso ya lo saben o lo intuyen los ciudadanos con derecho a voto y por tal motivo no votan muchos de ellos, siendo así que numerosas elecciones –desde el punto de vista racional y lógico- resultan nulas, legales pero no legítimas en relación con los que gobiernan, por falta de una sólida representatividad.

Sin embargo, por algo hay que regirse y es lo que hay. Ahora lo que se le pide a las derechas son dos cosas: que se respeten los derechos humanos en Andalucía, -empezando por trabajo, techo, salud y enseñanza, todo de calidad- y que vuelva la ilusión a la gente. Unos ciudadanos, unos jóvenes sin ilusión, son la fotografía de una sociedad muerta, de una sociedad en estado de desvalimiento, tomado el concepto según el sentido de depresión colectiva por impotencia que le daba Seligman. La experiencia que tenemos aquí y allá es que lo que se le ofrece al humano es un mundo invivible por patológicamente competitivo y estructuralmente violento. ¿Hay alternativa sustancial? No, y creo que ya es hora de que se vaya diciendo con claridad, da la impresión de que el ser humano no controla aquello que ha creado, repetimos, con Marx, no es la conciencia la que controla la vida sino al revés y esto es aplicable a derechas e izquierdas.

En el fondo, no se trata de PP-Ciudadanos-Vox o PSOE-Adelante Andalucía, se trata de ir comprobando si por fin hay que deducir si estamos fracasando o no como la especie animal que deseamos ser: solidaria, amorosa y todos esos anhelos. Eso es lo que me preocupa realmente desde los años 80 del siglo pasado, eso es lo que estudio. Otros asuntos como que me envíen cartas anónimas donde alguien se molesta por lo que escribo o hago o me critiquen en unas redes sociales que no uso, molestan pero ante todo me los tomo también como materia de estudio, si hay que pedir disculpas las pido, es un acto que para mí carece de relevancia pero no me importa hacerlo si otras personas se sienten así reconfortadas, no me gusta herir a nadie. El mundo se estudia estructuralmente, globalmente por tanto, para no convertirnos en una supernova que da vueltas sobre sí misma, acompañada por unos satélites llamados emociones destructoras.

Soy consciente de que algunos análisis que he constatado más arriba proceden del pensamiento liberal y neoliberal. Yo creo en ellos pero no los comparto intelectual ni emocionalmente. Ya no creo desde hace años en la izquierda, mis vivencias, investigaciones y observaciones me han obligado a abandonarla intelectualmente, que no emocionalmente pero eso sólo sirve a nivel personal. La derecha es inmadurez y la izquierda debilidad y emotividad. Quedo por tanto en tierra de nadie, trato de sobrevivir adaptándome al medio, no sé hasta cuándo, y me atengo a las consecuencias, doy la cara y no envío a nadie cartas ni mensajes escondidos en un anonimato que le dan la razón a mis hipótesis. Y ya me callo, el que quiera debatir es libre de hacerlo. Yo debo intentar hallarme a mí mismo como especie, doy gracias a este medio de comunicación por acogerme.

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