Leo que las 120 plazas de dermatología de la convocatoria de Médicos Internos Residentes (MIR) de 2023 se han agotado en cuestión de horas. Parece que algo tiene que ver en esta preferencia que los dermatólogos sean los médicos mejor pagados de España tanto en la sanidad pública como en la privada, el no tener guardias y la baja intensidad de la carga emocional a la hora de atender a los pacientes. La segunda especialidad en agotarse este año ha sido cirugía plástica, estética y reparadora.
Como contrapunto, y sin llegar al extremo de la Medicina de Familia (cuyas plazas no se llegaron a cubrir en la convocatoria del año pasado), hay otras especialidades que, año tras año, cuesta cubrir, y cuyo valor social e importancia vital merecerían una mejor y mayor atención dentro de los planes de estudio universitarios.
Se trata de Oncología Médica y Oncología Radioterápica, que con 177 plazas y 70, respectivamente, no están entre las favoritas de las y los futuros médicos. Es más, a fecha del 21 de abril, entre los médicos residentes solo una persona había elegido la primera plaza de Oncología Radioterápica, es decir, todavía quedaban vacantes 69 plazas mientras que Oncología Médica solo había cubierto el 30% de sus plazas, estando vacantes 130.
A diferencia de otras especialidades, parece que la calidad de vida de las y los médicos de estas dos especialidades no es de las más amenazadas. Tienen guardias los dos primeros años de residencia, si bien esta tiene una mayor duración, cinco años. Tampoco cobran mal sueldo, por lo que el tema económico no parece ser uno de los aspectos que justifiquen su poca afluencia de primeras aunque terminen cubriéndose las plazas (hasta ahora).
Las y los profesionales médicos que están enganchados a la especialidad de Oncología Médica valoran su versatilidad, además de la atención directa a las y los pacientes en consulta, planta, etc. También ponen énfasis en la oportunidad que representa estar en contacto con los avances que se van produciendo en investigación en los tratamientos de una enfermedad que va cada año en aumento y es uno de los mayores problemas de salud a nivel mundial. De hecho, el cáncer es la pandemia invisible de la que nadie habla y que padece casi la mitad de la población.
Desde alguien ajena a la profesión médica parece claro que, si no son las condiciones laborales, otros son los aspectos que echan para atrás a las y los futuros médicos. Está claro que se trata de especialidades para gente hecha de “otra madera emocional”, muy distinta a la del común de los mortales y de sus propios compañeros de profesión. Gente apasionada de la Medicina y firmemente convencida de su vocación de sanar. En palabras del que fuera presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) de 2019 a 2021, el Dr. Álvaro Rodríguez-Lescure, la especialidad de Oncología Médica es “Medicina en vena, humanidad hecha Medicina (…) Gratificante y extrema en todos los sentidos, una especialidad que no te deja indiferente, que absorbe y engancha”.
Personalmente, como paciente de un cáncer de mama, para mí las y los oncólogos son los héroes modernos. Y no soy la única que en esta situación piensa lo mismo. Nuestras vidas están en sus manos y su mirada es el espejo en donde tratamos de escudriñar las posibilidades de vivir más y con mejor calidad de vida. Las y los héroes en el cáncer no somos las y los pacientes, sino quienes eligen dedicarse, a contracorriente, al sagrado compromiso de salvar vidas.
Está claro que las cualidades que tienen que tener los especialistas oncólogos no son cualidades que se valoren ni enfaticen en esta sociedad nuestra de cada día donde por encima del interés colectivo está el interés de cada individuo. Manejar las propias emociones respecto a temas tan delicados como una enfermedad crónica, la muerte y el proceso de morir exigen una honestidad personal y una inteligencia emocional muy excepcional. Pero si algo me admira de las y los oncólogos es su resistencia a la resignación y su compromiso con sus pacientes y nuestra calidad de vida.
Ojalá esta columna la lean aquellos médicos residentes que, todavía teniendo que elegir plaza, se sienten identificados con las cualidades humanas, el compromiso médico y el desafío de hacer frente y frenar una enfermedad que es la segunda causa de muerte en España y la primera en la Comunidad de Madrid. Se necesitan oncólogos, se buscan héroes, pero sobre todo gracias a las y los que ya están en las especialidades de oncología y a los que ya son residentes, desde la oncología pediátrica hasta los cuidados paliativos. Gracias por luchar e investigar contra esta pandemia que no paraliza la economía (por ahora) pero sí millones de vidas, todas ellas igual de valiosas y hermosas.