Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Los niños no se tocan

Niños jugando al fútbol.
12 de diciembre de 2021 23:04 h

7

El diario Ara en un nuevo reportaje ha vuelto a poner al descubierto otro caso de abusos infantiles. Según más de sesenta testigos, Albert Benaiges, cuando era profesor de gimnasia en la Escola Barcelona, actuó de modo que atentaba contra la libertad e indemnidad sexuales de sus alumnos: tocamientos en clase, en los vestidores, en las duchas, exhibicionismo, masturbaciones en grupo… toda una serie de fechorías, en algunos casos amparadas en una presunta educación sexual, enseñanza que no estaba a su cargo. Todo ello sin contar con otro modelo, este, de sistemática humillación a los alumnos. Estos patrones permanecieron durante 20 años. 20. Todo bajo el mandato imperativo del agresor de guardar estricto silencio.

Las muchas o pocas denuncias que hubo, que las directoras de época niegan o minimizan, cayeron en saco roto. Benaiges salió de ese centro de enseñanza en loor de multitudes. Él niega los hechos, pero, al mismo tiempo, manifiesta que hoy no los volvería a hacer y que, en todo caso, no hizo daño a nadie. Inefable. Deberá mejorar su defensa.

El caso, ya de por sí un clavo más en la cruz de la pedofilia escolar, ha adquirido más relevancia mediática, pues, Benaiges, de 2002 a 2012 fue entrenador y coordinador del futbol base y juvenil de F. C. Barcelona, cargo que tuvo con Laporta en su primera etapa y que este, tras su vuelta al palco presidencial, ha vuelto a incorporar al staff del Barça. Hasta el 2 de diciembre pasado. Hasta aquí más o menos los hechos reconstruidos sintéticamente a partir de las informaciones disponibles.

Conviene precisar una serie de aspectos y ahondar en otros. No hace falta esperar a que salgan más actos a la luz -cosa altamente necesaria- ni a que la construcción de un relato alternativo y no solo por parte del principal responsable de esta nueva tropelía, siembre cierta duda en la opinión pública.

Sin especial mala intención, dentro de la por ahora condena unánime, surgen comentarios más o menos al margen, en el sentido de que los hechos que se atribuyen al ex profesor y ex entrenador hoy tienen más importancia, que hay que mirar los hechos con los ojos de la época, no con los de ahora. Además, se alude que dada su naturaleza están ya prescritos. Como si ocuparnos ahora de ellos fuera quantité négligeable.

Argumentar así es, por un lado, contradictorio, y por otro, frívolo. En efecto, admitir que los hechos estarían prescritos supone admitir que tales actos eran delictivos. Y, en efecto, los tocamientos a menores y las masturbaciones públicas, conjuntas o individuales, han sido siempre delito en España. Y más, si como es el caso, de tratarse de una escuela de primaria, la mayoría de los infantes afectados serían menores de 12 años. Repasen, por favor, el código penal vigente, tanto el de 1944 como el de 1995, en los años en cuestión, para ver que las penas no eran -como no lo son ahora- bagatelas. Así pues, a la contradicción en la exposición le sigue una intolerable frivolidad al minimizar la importancia del caso.

En lo que sí podía ser diferente era la mirada, cada vez menos a partir de los ochenta del siglo pasado. Lamentablemente, la persecución, especialmente policial, pese a la estricta letra del delito penal, se tendía a desaconsejar a los padres. La razón: la denuncia y persecución de estos hechos, que no era de oficio, sino a instancia de los afectados, sería perjudiciales para los menores. En fin, que esos comportamientos son delictivos lo demuestra además la vergüenza de que nadie quiere hacerse responsable y los responsables del interfecto los rechazan o niegan.

Otra cuestión que hay que poner en tela de juicio es la finta defensiva de Benaiges en el sentido de que, en todo caso, no se habría producido daño alguno en los menores. Nada más lejos de la realidad. Por si fuera poca la experiencia que nos da el estudio y análisis profesionales con estas víctimas absolutamente indefensas y vulnerables, ya han sido varios los afectados, hombres y mujeres, que han manifestado el trauma que les lastra su vida tanto cotidiana como íntima. Estas personas arrastran su patología del peor modo posible: en silencio. No es que no denuncien los hechos, es que muchos tardan años en poder verbalizar esas agresiones y reconocerse como víctimas y despojarse de una culpa indebida a todas luces. O sea que daños, sí, muchos y graves, algunos perpetuos. 

Por último, hay que señalar la peculiar reacción de las instituciones. Primero, la Escola Barcelona, que es un centro público, debe mostrar ya cuáles son sus protocolos, debe poner en marcha de inmediato una investigación interna, debe, si ha lugar a ello, que parece haberlo, depurar sus propias responsabilidades y redactar un (nuevo) protocolo de prevención. Esta tarea, para ser creíble y eficaz, ha de ser llevada a cabo por personal experto e independiente. En esta tarea la Conselleria d’Ensenyament no puede quedarse al margen. Por lo que sabemos, ya se ha puesto en marcha. La sociedad demanda resultados contrastables y no paños calientes.

En segundo lugar, el FC Barcelona debe poner en marcha de inmediato un investigación externa e independiente con los mismos criterios de celeridad y profundidad. En el deporte profesional y muy especialmente el fútbol -también el femenino- la sexualidad se vive en secreto y el disidente es anatematizado. Este tóxico hábitat favorece conductas como las descritas. Benaiges no sería el primer entrenador infanto-juvenil que ha practicado lo impracticable.

No sabemos lo que habrá pasado en los primeros 10 años de vinculación profesional de este entrenador con el club, por antonomasia, de los valores. Urge, pues, una investigación al respecto. Cabe señalar dos extremos que no apuntan en la dirección adecuada. 

El primero, el FC Barcelona entró en conocimiento de los hechos el 1 de diciembre, por una filtración previa a la publicación del reportaje y ajena al autor del reportaje, Albert Llimós -también periodista deportivo-. Al día siguiente, Benaiges era despedido. No sabemos a ciencia cierta los términos del cese de relaciones. Desde luego, no trascendieron de inmediato sus causas. En el tiempo de agitación que viven (vivimos) los culers cabía entenderlo como una piedra más en su tortuoso caminar actual.

Desde ese momento, el Club calló. La primera respuesta oficial la dio Xavi Hernández en la rueda de prensa del sábado. El entrenador no es quien para dar ningún tipo de explicaciones sobre el personal del club. Para eso están el director deportivo, la junta, el presidente o el servicio de prensa. Por ello no es admisible que el Barça mantuviera un silencio sepulcral en el mismo día que cae la bomba Benaiges, toda una institución barcelonista. 

Era elemental pensar que el entrenador en la rueda de prensa de ese mismo día sería sometido a preguntas al respecto. El club, oficialmente, no ha dicho esta boca es mía. Es más, el propio Laporta, después de desvincularse del comportamiento de Benaiges y manifestar que se está recopilando toda la información al respecto, calla sobre la fecha, causa y motivos del despido y anuncia una reacción contundente ante quien quiera involucrar al club en el caso. Parsimonia en la recolección de información y celeridad jupiterina contra quien ponga en duda la honorabilidad de la actuación del Barça. Quizás igual contundencia y celeridad -dado que los hechos le son conocidos desde el día 1 de diciembre- sería lo que en rigor cupiera esperar.

La forma de salir de dudas, de seguir manteniendo al Barça como una entidad deportiva secular, señera y abanderada de los valores esenciales de una sociedad democrática y respetuosa con todos y muy especialmente con los niños y jóvenes, es la creación inmediata de una comisión externa de expertos acreditados, con pleno acceso a todos y a todo para que, tras la investigación necesaria, formule conclusiones que el club haya de seguir de modo inapelable.

Por último, señalar que un modesto y popular club, la UE Sants, también contó entre sus colaboradores con Benaiges, quien remitió tanto desde la Escola Barcelona como desde el mismo Barça jugadores que prometían. El Sants también debe emprender una investigación al respecto. Aquí, la Federació Catalana de Futbol debería echar más que una mano: debería facilitar la estructura personal y de medios de esa investigación.

En fin, puede que el caso Benaiges abra una nueva etapa que descubra nuevos abusos, no necesariamente en las entidades mencionadas, pero sí en otras y ponga al descubierto climas insanos si los hubiere. Una nueva etapa en que la sensibilidad social respecto a esta lacra se fortalezca. Para eso hay que ser consecuentes. Todos.

Etiquetas
stats