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Pedimos poco

El PP y la privatización de la sanidad pública

José Saturnino Martínez García

Varios días después de las elecciones, todavía no sabemos quiénes nos van a gobernar en los distintos niveles del Estado español (Administración Central, autonomías, diputaciones, cabildos y ayuntamientos… son todos Estado español, pero con diferente nivel de competencias). Lo que sí sabemos es que la mayoría de quienes hemos votado pedimos poco. Pedimos dotar de recursos adecuados a la sanidad y la educación públicas, para que cese la deserción de las clases medias hacia lo privado. Pedimos una red última para quienes se quedan sin fuentes de ingresos. Pedimos una política de vivienda que permita la emancipación de las familias jóvenes o para quienes necesitan reconstruir su vida familiar. Pedimos una política de conciliación que acabe con el peso del trabajo doméstico no remunerado sobre las mujeres. Pedimos recursos necesarios para atender a las víctimas de la violencia machista y luchar contra su exaltación o “disculpa”.

Parte de todas estas peticiones requieren de recursos. Eso supone un sistema fiscal progresivo, más implacable contra la evasión fiscal y con menos margen para la elusión fiscal, pues mientras las grandes empresas se permiten equipos de abogados para llegar a presiones fiscales reales del 10%, la presión fiscal y de otras contribuciones de un autónomo pueden ser la mitad de sus ingresos. Frente al mantra liberal “el dinero está mejor en tu bolsillo”, décadas de experimentos neoliberales han mostrado la falsedad de este lema. Se vive mucho mejor en Dinamarca, con casi un 50% de presión fiscal, que en México, con cerca de un 20%, y España está en aproximadamente un tercio del PIB, por debajo del promedio de la zona euro. Es decir, hay margen para crecer en presión fiscal.

El dinero no está mejor en nuestro bolsillo cuando se trata de sanidad o educación, sencillamente porque hay información asimétrica, es decir, el usuario no tiene información suficiente para saber si el profesional le atiende adecuadamente. Por eso es tan importante formar profesionales con ética de la responsabilidad, y huir de incentivos económicos. Este tipo de incentivos hace que el interés de los profesionales no sea curar o educar, sino trampear en los requisitos que se necesitan para lograr las recompensas (en lo que se conoce como ley de Campbell o ley de Goodhart). Profesorado y profesionales comprometidos con la salud son mucho más eficientes si tienen un fuerte sentido de la ética de la responsabilidad y buenas condiciones laborales, que si todo su compromiso es simplemente sacar el máximo dinero a los usuarios o a la Administración.

La política social debe llegar de forma ágil a los sectores más vulnerables o directamente excluidos, como son las familias con una madre sola con hijos, o mayores de 50 sin cualificación, sin posibilidades en el mercado de trabajo. Además, estamos viendo que encontrar empleo no está reñido con seguir siendo pobre, si es un empleo temporal, a tiempo parcial involuntario, en actividades donde es difícil que llegue la Inspección de Trabajo. La subida del salario mínimo ha sido una buena medida; ahora faltan otras para que el empleo a tiempo parcial sea siempre voluntario, como un derecho del trabajador, y no un truco para pagar menos cotizaciones por un empleo a tiempo completo. También pedimos luchar en serio por la preservación del medio ambiente, por el tratamiento respetuoso de las minorías, de reforzar su posición débil con más apoyos institucionales y actos de reconocimiento, para luchar contra sus estigmas.

La mayoría de quienes expresamos nuestro voto en las recientes convocatorias queremos más o menos estas medidas, unas se consiguen con leyes, otras con más recursos, que se pueden obtener aproximando nuestra presión fiscal a la de los países de nuestro entorno, y distribuyendo mejor las cargas fiscales entre los que más tienen. No debería ser tan difícil llegar a grandes acuerdos. Servicios públicos de calidad, aumentar de forma justa la presión fiscal y acabar con los contratos basura en el mercado de trabajo. Si votamos a distintos partidos de izquierda fue porque nos resultó la opción más creíble para lograr estos objetivos. Hay espacio para un pacto progresista, que nos aleje de la caverna y de las histerias neoliberales, para crecer económicamente de forma justa y cohesionada, tomando en serio los retos medioambientales.

Pedimos poco, por eso, para no dar lo que pedimos, hay quienes se envuelven en banderas, y hay a quienes no les queda más remedio que decir mentiras (fake news) cada vez que abren la boca, porque con ese ruido, lo poco que pedimos no llega.

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