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Qué perdemos cuando se pierde una especie

Piden proteger al gorila oriental del Congo, en peligro crítico de extinción
19 de septiembre de 2020 22:03 h

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Para todos los que amamos la naturaleza resulta angustioso asistir al acelerado ritmo de extinción de especies que estamos provocando en todo el planeta, y no entendemos cómo a una gran mayoría de gente ese hecho no les produce ni frío ni calor.

Porque existen pocas informaciones más amenazantes para el futuro de la humanidad, para el devenir de nuestra propia especie, que las que nos advierten sobre la pérdida masiva de biodiversidad.

El ser humano está poniendo a la vida en la Tierra contra las cuerdas. Más del 80% de las poblaciones salvajes de peces de agua dulce y cerca del 70% de las de mamíferos, aves y anfibios y reptiles han desaparecido en el último medio siglo.

Así de duras son las cifras que recoge la organización conservacionista WWF en su informe Índice Planeta Vivo 2020: el gran barómetro sobre el estado de conservación de la fauna salvaje del planeta que cada año elabora esta prestigiosa oenegé.

Este pormenorizado estudio ha evaluado la evolución de 20.000 poblaciones distintas de animales vertebrados, correspondientes a más de 4.000 especies diferentes. Y los resultados demuestran que las poblaciones de animales salvajes de la Tierra han descendido ocho puntos en los dos últimos años.

Las causas siguen siendo las mismas que vienen siendo reseñadas en los últimos informes: deterioro y pérdida de los hábitats naturales, avance de la desertificación y la contaminación, incremento y extensión de las especies invasoras, caza ilegal y tráfico de especies, progresión de la crisis climática…

Lo peor de todo es que, como señalaba al inicio del apunte, muchos creen que esto no va con ellos. Que las consecuencias del vertiginoso desplome de la biodiversidad nunca nos alcanzarán a nosotros, puesto que al entender de muchos el ser humano no forma parte de ella, sino que somos la especie elegida y que evolucionamos al margen de lo que le ocurra al resto: nada más falso.

Como señala WWF en su propio informe  “estos dramáticos resultados obedecen a las mismas causas que están generando un aumento en la aparición de enfermedades de origen animal (zoonosis), como la COVID-19”.

Cada vez son más los estudios que demuestran, con pruebas contrastadas, el estrecho vínculo entre el aumento del riesgo de pandemias como la provocada por la COVID-19 y los daños que estamos causando a la naturaleza con la destrucción de los hábitats silvestres o la alteración del equilibrio de los ecosistemas.

La propia ONU alerta de la íntima relación que nos une a las especies con las que compartimos planeta. “Los seres humanos existimos dentro de la red de la vida en la Tierra. Una red que actúa como un sistema de autodefensa, complejo e interconectado, en el que cada parte juega un papel determinante para el buen funcionamiento de todo el sistema. Cuando un componente de esta trama de la vida se elimina, el sistema en su conjunto se ve afectado y llegan las consecuencias”.

El Informe Planeta Vivo 2020 de WWF es un nuevo aviso (otro más) de la naturaleza a la humanidad: nada de lo que le ocurre al planeta nos debe ser ajeno pues el planeta es el sistema y nosotros somos una parte de él: todo lo importante que queramos, pero una parte al fin. La pérdida de biodiversidad esta desequilibrando el sistema del que formamos parte, hasta tal punto que se ha convertido en una de las mayores amenazas para nuestra propia salud.

Con cada especie que se pierde perdemos amparo ante las amenazas de la propia naturaleza, como la de determinados virus con los que jamás habríamos entrado en contacto si no hubiéramos destruido el orden natural. Por eso soy de los que defiende que de nada sirve esforzarse por llevar una vida sana si no contribuimos entre todos a mantener sanas las vidas del resto. La salud del sistema determina la salud de cada parte, incluido la nuestra.

El informe de WWF certifica que la destrucción de la naturaleza y el desplome de la vida salvaje en todo el planeta nos está exponiendo a agentes patógenos que permanecían alejados de nuestro entorno y que, rotos los equilibrios y vulneradas las defensas naturales, pueden dar lugar a grandes pandemias. Nuevas enfermedades ante las que somos incapaces de reaccionar de manera eficaz y que, como estamos comprobando con la COVID-19, pueden poner en riesgo a toda la humanidad y arruinar nuestro actual modelo socioeconómico.

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