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La piñata del Gobierno

Rosa Paz

El Gobierno se ha lanzado a la campaña electoral con esa competencia desleal que solo pueden aplicar quienes tienen el control del Boletín Oficial del Estado. Así, el presidente Mariano Rajoy anunció esta semana el adelanto al 1 de julio de la rebaja del IRPF que tenía prevista para enero de 2016. Cómo España ya va bien —que dicen ellos— pues ya se puede devolver a los ciudadanos una parte del esfuerzo que han hecho. Lo dicen también ellos desde el PP y desde el Gobierno.

Insinúan también una revalorización de las pensiones, cuya ley modificaron al principio de la legislatura para eliminar la cláusula de revalorización automática vinculada al IPC y dejarla reducida a un 0,25%. Ahora se sugiere una subida del 1%. No es mucho, tampoco los 5, 10 o 15 euros que van a percibir mensualmente los salarios medios con la bajada fiscal, pero suena bien. Y a eso se agarran. A cualquier cosa que suene bien para ver si así pueden recuperar los dos millones y medio de votantes que les dieron la espalda en las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo. En particular el millón y medio que, según sus propios cálculos, no votó a otros partidos sino que se quedó en casa.

A esa intención parece responder también ese empeño en aprobar los presupuestos generales antes de las elecciones. Porque —también lo dicen ellos aunque en privado—los presupuestos serán su programa electoral. Así que prepárense para la piñata: habrá caramelos para todos. Dulces para tratar de embaucar a los electores. Nada de mejorar los servicios sociales, la sanidad y la educación públicas, las becas, los subsidios de desempleo —solo un 54% de los parados recibe algún tipo de prestación— o de devolver los derechos laborales y civiles extirpados con la excusa de la crisis.

A esa estrategia de la lluvia de golosinas se suman las afirmaciones que los portavoces del PP y del Gobierno llevan meses haciendo y que han arreciado en las últimas semanas. Ellos como garantía del orden y la recuperación y la izquierda como sinónimo de la bancarrota y el caos. Con Grecia como telón de fondo. Empeñados, claro, en tratar a los ciudadanos como si fueran un atajo de ignorantes y haciendo declaraciones del tipo de que aquí también habrá corralito salvo que el PP gane las elecciones.

Como si no supiera todo el mundo que el gobierno de Alexis Tsipras heredó un país en bancarrota y que fueron sus predecesores —los correligionarios de Rajoy, por ejemplo— los que llevaron a Grecia a la situación en que está ahora. Por eso ganó Syriza y no la Nueva Democracia de Samaras por la que apostaba la troika. Y a lo mejor humillar, aplastar a sus homólogos griegos no es lo más conveniente para encontrar el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Hay muchos, especialmente en los países del sur, que no solo se solidarizan con los griegos sino que ven en ellos el reflejo de lo que ya les está pasando o el vaticinio de lo que les puede pasar.

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