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Política de Estado, la gran ausente, ante la emergencia feminista y emergencia climática

'Lío, lío, quién ha sido'. De los juegos de mi infancia recuerdo algunos especialmente, como ese en el que alguien la pifiaba y, en medio de una acción de escaqueo y disimulo generalizado tocaba averiguar quién había sido la persona responsable. Desde el 28-A, me ronda la cabeza de manera insistente a medida que ha ido avanzando el pulso por el relato de los políticos que ocupan el espacio que debería llenarse de política de Estado, la gran ausente.

Julio fue la escenificación de la frustración por la no-investidura ante el no-acuerdo de PSOE y Unidas Podemos; todo parece indicar que nada se ha movido desde entonces, me refiero a la posición del supuesto líder llamado a conseguir formar gobierno. Ya expliqué en este otro artículo que no soy equidistante y que concibo que el actual presidente en funciones es quien tiene la responsabilidad de hacerlo posible, algo que no será propiciado ni por el berrinche, postureo ni mucho menos por una varita mágica imaginaria. Tocaba negociar todo lo posible, desde el entendimiento y el respeto por el interés general de la ciudadanía; y, salvo negociaciones de trastienda, lo que ha trascendido del relato invita a pensar ya en próximos comicios electorales el 10N. Qué falta de empatía tan grande ante el clamor de los millones de personas que han votado a dichas opciones políticas (7,4 al PSOE y 3,7 a UP). Qué falta de responsabilidad política y de perspectiva ante las situaciones de emergencia que nos atraviesan y que han sido activadas por la propia ciudadanía decepcionada por la dejación política. Durante esta próxima semana están convocadas movilizaciones por la emergencia feminista y la emergencia climática; la respuesta institucional y la política de Estado siguen en 'stand by'.

Julio fue un mes horrible, de los más cruentos que se recuerdan para las vidas y derechos de las mujeres. 10 asesinatos machistas en el Estado español, y al menos otros dos anteriores esclarecidos también en el mes de julio. Desde que tenemos estadísticas oficiales, 2003, 1.015 mujeres han sido asesinadas, 40 en lo que llevamos de año; rectifico, tres más, con la confirmación del triple crimen machista en Valga, Galicia. Insoportable. Nos están asesinando y el cortejo político sigue con su danza estival sin perspectiva de desbloquear este impás poselectoral.

Hartas de la falta de respuesta institucional y de un Pacto de Estado contra la violencia de género que se ha quedado en papel mojado ante los límites de seguir con un gobierno en funciones, la acción política feminista ha emergido de la sociedad civil declarando el Estado de Emergencia Feminista y la movilización social el 20 de septiembre. La iniciativa partió de la Plataforma Feminista de Alicante y rápidamente se ha ido extendiendo y ganando apoyos; son ya más de 160 ciudades, pueblos o villas las que se han sumado a la convocatoria, proclamando colectivamente: “Hemos declarado la emergencia feminista amparadas por nuestra Constitución y por la legislación, porque ni el gobierno español ni el Poder Judicial, ni la sociedad en su conjunto han asumido sus obligaciones de garantizar los derechos fundamentales de las mujeres”.

El inicio del año judicial no hizo más que confirmar la situación de emergencia de esta movilización feminista que sigue sumando lugares a la convocatoria del 20S. Si la foto del monopolio del poder judicial masculino no les convence de la urgencia en despatriarcalizar las instituciones, quizás lo hagan los datos de la Memoria de la Fiscalía General: el 67,35% de las víctimas mortales por violencia de género en 2018 no había recibido protección institucional. Una tercera parte de ellas vieron como les archivaban las denuncias y/o absolvían a sus maltratadores; todas ellas fueron asesinadas por sus agresores. Insoportable.

Julio fue también el mes más caluroso que se recuerda en la historia, según los datos de medición que ha facilitado la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el programa Copérnicus de la Comisión Europea. La emergencia ante el cambio climático es lo que impulsa la llamada a una huelga mundial por el clima el 27 de septiembre; en España, la iniciativa ha partido de Fridays for Future y Extinction Rebellion y son ya más de 100 colectivos y entidades los que convocan esta movilización. Entre sus demandas, destaca la que se dirige específicamente al gobierno español –cuando se conforme y cual sea finalmente su composición–. Piden que “en la nueva etapa política se declare, de manera inmediata, la emergencia climática y se tomen las medidas concretas necesarias para reducir rápidamente a cero neto las emisiones de gases de efecto invernadero, en línea con lo establecido por la ciencia y bajo criterios de justicia climática. Evitar que la temperatura global se eleve por encima de 1,5°C debe ser una prioridad de la humanidad. Es necesario reducir con carácter urgente las emisiones de CO2eq (equivalente de carbono), reajustando la huella ecológica a la biocapacidad del planeta”.

Estos movimientos transformadores de estado de emergencia están pasando prácticamente inadvertidos en medio de la disputa poselectoral. En mi opinión, es un indicio bastante desastroso; el futuro gobierno español tendrá que asumir la responsabilidad de impulsar las transiciones energéticas y económicas necesarias. ¿Cómo habrá evolucionado el Estado de emergencia feminista y climática para cuando salgamos de la situación política de 'stand by'?

He de decir que las conclusiones del VI Congreso Estatal de Economía Feminista, que reunió a más de 300 personas en València del 5 al 7 de septiembre, no alientan tranquilidad, y representan una llamada abierta a la movilización continua, recogida en su comunicado final: “denunciamos que vivimos un momento de contra-reacción y rearticulación violenta del capitalismo patriarcal colonialista a nivel global”, así como la exigencia de la emergente necesidad de afrontar transiciones que sean justas con la vida.

Pues bien, para afrontar estas emergencias y las muchas otrascrisis humanitarias y sociales, necesitamos salir del bloqueo político e institucional, practicar la empatía social y dotar de significado democrático a La Política abandonando el politiqueo de baja calidad.

Tomen nota, señorías, habría que ir dejando ya el 'lío, lío, quién ha sido' para otros momentos más sosegados de entretenimiento.