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¿Quo vadis, Podemos?

“Diatriba de amor contra un hombre sentado” es la única obra teatral de García Márquez. En la representación inolvidable que hace quince años hizo Ana Belén, se me quedó grabada la primera frase de lo que es un monólogo total: “No hay nada que se parezca tanto a un infierno como un matrimonio feliz”.

Pocas cosas hay tan ciertas y comparables a ello como decir “No hay nada más aburrido que un Congreso del PP”. Bueno, lo de congreso de ese partido vale para convención, fiesta, reunión de vendedores de humo, ejercicios espirituales (con mucho foco) o cualquier otro sinónimo de una concentración de zombies. El lema podría ser algo así como lo que cantaban Fofo y Miliki: No hay nada más bonito que la famiglia unida. El próximo serial será en febrero.

Pues bien, en Podemos el líder Máximus ha tenido la luminosidad (los líderes sustituyen las ideas por ocurrencias) de celebrar en esa misma fecha un congreso muy esperado y más emocionante por abierto y porque hay debate y el matrimonio esta en crisis. Pablo Iglesias tiene la mala suerte –o no- de presidir un movimiento donde, a diferencia del PP, no todos aplauden al jefe con el mismo entusiasmo sino que hay muchos matices.

En el PP esto no existe y no hay mínima diferencia cromática. Todos en un mismo sentir, en un mismo votar, en un mismo latir, en un mismo aplaudir. Juntos como hermanos, miembros del partido, vamos caminando al encuentro con Rajoy. Alguno alzaría con gusto el brazo en alto, pero como hay que hacer todos lo mismo, si no lo hacen los más pelotas al jefe, ellos se contienen.

Sin embargo, Pablo Iglesias no tiene el mismo panorama. Por eso viene él y su pareja, desde hace tiempo, lanzando guerras de guerrillas, enviando sus monaguillos más fieles para que numerosos maquis de los suyos no le alteren el patio. El afán por controlar el partido es máximo. Porque al final, como en todos los casos, de lo que se trata es de ganar el favor y el fervor de la feligresía… Aunque pocos piensan en aquellos, muchísimos más, que no acuden a la iglesia.

Mientras que en el PP el elogio a la alcachofa, la protección al corrupto y los recortes en derechos sociales son aplaudidos con idéntico entusiasmo, no sucede así en Podemos. La derecha, cada vez más extrema que es el PP, actúa cual milicia, marcando siempre el mismo paso. En cambio, en los ámbitos liberales (en el sentido más originario), progresistas y de izquierda, el pensamiento crítico aflora. Evidentemente no es sólo confrontación de modelos sino luchas por el poder. Y esto lo sabe muy bien el líder del partido más joven de España.

Este surgió de una explosión ciudadana de indignación por motivos diversos en tiempos de Zapatero. Y, como antes apunté, con gran diversidad de matices y perfiles pero compartiendo una idea esencial: el sistema político-financiero había minado la legitimidad de las instituciones y había creado ya una brecha social. Luego llegó el PP y ahondó estas ideas.

Surgió Podemos como único heredero de este movimiento social espontáneo. Y se convirtió en indispensable como hace tiempo escribí en eldiario.es antes de ser colaborador habitual de este medio. Mis reflexiones que ahí constan, no dejan lugar a dudas sobre mi creer, mi sentir, mi latir: anhelando e impulsando un profundo cambio a nivel político.

Desde este sentimiento, ideales y compromisos, me permito expresar algunas reflexiones sobre el futuro de Podemos. Evidentemente es a todos sus afiliados o inscritos a los que corresponde decidir su rumbo. Pero no deben olvidarse de que el ofrecimiento que hace un partido político ha de ser dirigido a la sociedad en su conjunto. No sólo a su tribu o a sus círculos.

Podemos surge como un elemento reactivador de nuestra democracia. Ha sido y es un partido que sufre un acoso inmoral por los poderes fácticos del país como son los financieros y los mediáticos, no habiéndose producido nunca tanta falacia ni manipulación contra un partido.

Pero una vez reiterado esto y considerando que el PSOE, desgraciadamente, no es elemento de cambio sino de sostenimiento del sistema podrido, bien pueden hacerse, desde la libertad, algunas reflexiones. La primera es partir del origen plural de Podemos donde convergen variadas sensibilidades. De hecho, un cargo relevante como Pablo Echenique militó en Ciudadanos hace años, aunque él es un rara avis en la dirigencia. En las elecciones de hace un año, los estudios revelan que de los cinco millones de votos, uno, esto es el 20%, provienen de ex votantes del PP. ¿Por qué desdeñar un solo voto que llegue?

En junio, se aliaron con Izquierda Unida pero la suma de ambos perdió un millón de votantes, suponiendo que unos y otros mantuviesen los suyos. Pero no fue así. Todavía andan buscándolos, Matarile. Mi criterio escrito hace meses es doble: una parte notable de Izquierda Unida no apoyó con votos a Unidos Podemos ni se movilizó suficientemente. Eso se visualiza claramente en varias plazas como, entre otras, Asturias, Almería, Málaga o Madrid. Algunos históricos dinosaurios tienen miedo a ser fagocitados. Pero lo que no puede ser Podemos es una IU en su cuarta o quinta reinvención.

Por otro lado, a pesar de que en junio hubo incorporación de unos pocos ex votantes del PSOE seis meses antes, la perdida más grande de votos de Podemos fue de aquellos que ubicándose en el sector progresista, no eran partícipes de la tendencia del líder a radicalizar el partido marcadamente hacia la izquierda. Ya fue muy llamativo que en las elecciones por Madrid, la foto electoral en las farolas era sólo de Alberto Garzón, número cuarto de la coalición y líder de IU.

A pesar de eso, el líder actual ha pisado el acelerador al máximo en una línea que marca un punto de inflexión que parece volver a sus propias y personales esencias. Iglesias tiene un gran valor pero no puede aspirar a monopolizar la línea de pensamiento orientada sólo a una izquierda muy marcada. Él, como otros miembros, proviene de Izquierda Unida y en ella no encontró el acomodo que estimaba y merecía.

Con Podemos, consiguió dar un vuelco a su partido anterior y desde hace unos meses ha tomado rumbo inequívoco a su pensamiento originario. Es muy legítimo ser de una izquierda marxista pero hay muchos que piensan que así no se consigue el poder y este sólo se obtiene en una democracia con votos, no con revoluciones imposibles, sonrisas o poemas.

La liturgia también cuenta y la escenificación entonando a Quilapayún con “El pueblo unido jamás será vencido” tras las elecciones de junio dejó estupefacto a los sectores y votantes no comunistas. La forma de jalear cada intervención en la tribuna del Congreso agitando el puño en alto espanta a los progresistas no comunistas que hay en Podemos o son votantes.

En todo caso, son a los inscritos o afiliados a Podemos a los que les corresponderá elegir cual será el rumbo. Pero que escuchen y que vean que sin el apoyo de otros sectores sociales no habrá nada que hacer. El hiper liderazgo amenaza a todo partido. Y la idea excluyente de quien lo ejerce, crea nubarrones.

Es un dato revelador que tras la inmensa crisis del PSOE y la pésima imagen y gestión entre la sultana Díaz y el astur Fernández, el desencanto de los ciudadanos con ese partido ex socialista no incrementa apenas los apoyos a Podemos. Los votantes aún más decrecientes, decepcionados con el PSOE, aumentarán la cifra de abstencionistas y será un porcentaje bastante pequeño el que se pase a Podemos. Tan preocupante es este dato como el hecho de que no quieran verlo dentro de este partido. Pero me temo que la soberbia ciega los ojos de algunos. Y la falta de perspectiva en la visión, también. La identidad de Podemos es el cambio, por encima de la ideología, como escribí hace más de un año.

Cuando se manifiestan orgullosos de crear “miedo a los poderosos” se desenfoca el fin, pues lo que hay que buscar es, sobre todo, confianza en los electores. Claro que las ideas de Podemos generan desasosiego en esos sectores que dirigen o están en el sistema corrupto, pero la esencia no debería generar miedo, pues eso mismo logran que se extienda a otros sectores que no tienen poder alguno e incluso ganas de cambio. A estos se les asusta también o les crea desconfianza.

Una última reflexión en torno a los destinatarios de los mensajes de Podemos. Sobre ello, en los últimos tiempos se resucita el concepto de “clase obrera”. Sin duda, los sectores más vulnerables y débiles han sufrido mucho esta crisis y las medidas del gobierno.

Pero no se puede desconocer que España es, sobre todo, un país de clases medias que con sus impuestos mantiene el Estado para que haya prestaciones sociales, pensiones, sanidad, etc. Y este sector también han sido muy atacado por el PP. Desatender el mensaje a ese segmento social y no buscar su confianza y confluencia es un error. No sé si la lucha de clases se complementa con las batallas de juegos de tronos. No se trata de “hacerse los simpáticos” sino de no ser tan innecesariamente antipáticos a diversos sectores de la sociedad.

Como he expresado antes, es a los inscritos en Podemos a quienes corresponde elegir su línea. Yo no lo estoy, aunque hace unos meses me ofrecieran ir como independiente en su candidatura al Senado. No tengo pues legitimidad interna para contribuir a las decisiones que tomen, pero sí como elector preocupado por la deriva del país y comprometido radicalmente con la democracia, la justicia y la igualdad, expreso libremente mis reflexiones.

Y en un futuro, todo lo sembrado por el pueblo el 15-M y el excelente trabajo de quienes han hecho camino desde Podemos, dé paso a quien podría ser la primera presidenta de Gobierno y que represente el aire de viento fresco que muchos demócratas deseamos.