Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Retrato de fiscal general en blanco y negro

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.
15 de junio de 2024 22:04 h

66

El que quiere ser obedecido debe saber mandar"

Nicolás Maquiavelo

Si todo es blanco o todo es negro, nada puedes ver.

En caso de no haber cuatricromía, sólo el blanco y el negro y su gama intermedia de grises te permiten formar una imagen.

La toga de un fiscal es negra y porta puñetas blancas; como la realidad que le aflige.

El fiscal general del Estado está entre la espada y la pared. Eso no lo discute nadie. Los blancos y los negros, los grises, son otra cuestión. Ante todo, tratar de ver. 

En mi opinión, es cierto que Alvaro García se convirtió hace tiempo en trofeo de caza; por motivos políticos, sí, pero también por otros más internos de la carrera fiscal que desaparecen en la contienda mediática pero tienen su fuerza. Si tienes a la jauría corriendo detrás, si son muchos y pueden coger gran velocidad, sólo emprender una carrera limpia e inteligente te puede salvar del mordisco en el flanco. A veces el depredador gana por su pericia, otras por la torpeza o el descuido de la presa. Algo así le ha pasado a García, que llevando razón en unas cosas, tiene en contra otras contra las que le era difícil luchar; no podía, por tanto, permitirse el lujo de cometer ningún error y cometió uno, uno grave. En la selva eso equivale a pararte para que te desgarren.

Veamos en primer lugar el pulso por el informe sobre la aplicación de la ley de amnistía. Es importante, aunque relativamente. La Sala II va a hacer lo que considere con el informe de los indómitos o con el que propugna el fiscal general. No obstante, la escenificación resulta brutal. Los fiscales del Supremo no sólo no acatan la orden sino que han pedido ser relevados: un órdago coordinado que pretende minar la autoridad del tocado fiscal general. Los cuatro fiscales del procés están estirando el chicle. Sostienen dos cosas incomprensibles: una, que se ha producido un daño a los intereses financieros de la UE, “porque el riesgo de fractura territorial (...) repercute en los intereses financieros de la Unión”, no merece mayor comentario, y dos, que no se puede amnistiar la malversación “porque supuso un beneficio patrimonial” también excluido por el legislador. El propio tribunal enjuiciador reconoció en la sentencia que, aunque “obraron con ánimo de lucro”, no lo hicieron para enriquecerse personalmente, es decir, que el uso de esos fondos les favorecía aunque no fue a parar a sus bolsillos.

Lo sencillo es atribuir tal actitud a un posicionamiento político que pretende derribar al Gobierno de coalición. No digo que no haya algo de eso, lo que digo es que hay más que eso. Lo de Zaragoza, Madrigal, Cadena y Moreno tiene ya visos de cuestión personal. En primer lugar, porque después del revolcón del propio Supremo, al desestimar su encendida y exótica defensa de la rebelión, y tras la más bien exitosa pelea en Europa de Puigdemont, que este se “salga con la suya” es asumir una derrota. No están por la labor. En segundo lugar, puede que crean que están remando a favor de una corriente concreta. Yo que ellos no estaría tan seguro: ahora en ciertos ámbitos no cotiza hacer de Puigdemont el más malo de la película, los veo fuera de onda. Por último, y ahí quería ir, está el problema derivado de nombrar a los capitanes para mandar a generales en una organización jerárquica. Entiendan que a Javier Zaragoza, por ejemplo, candidato íntimo él mismo a fiscal general, primero le pusieron por encima a una de sus subordinadas y, ahora, al subordinado de su subordinada. Estas cuestiones parecerán una tontería, pero pesan más de lo que parece. Justo por eso varios gobiernos decidieron nombrar para fiscal general a magistrados del Tribunal Supremo, nunca contestados: eran gente que ya tenía mando en plaza y no eran astilla de la misma madera. García tiene en contra a gran parte de la carrera fiscal y es difícil salir indemne de eso. La primera fiscal general de Sánchez, María José Segarra, cuando percibió esa oposición lo que hizo fue plegarse a ella y por eso dejaron de hostigarla.

Cuestión distinta es la investigación por revelación de secretos a dos fiscales de Madrid tras la difusión de una nota de prensa ordenada personalmente el fiscal general. No sé si la conducta se ajusta al tipo y determina un delito, lo dirán los jueces, pero sí sé que jamás hubiera aconsejado que ese texto se enviara ni lo hubiera hecho yo misma. Tal y como se lo dije en persona a Álvaro García se lo comento sin problema a todos ustedes. Puede que no recuerden que puse en marcha el Gabinete de Prensa del TSJM y que en aquella época dábamos servicio también a la Fiscalía de Madrid, algo sabré de esto. De facto, el actual jefe de prensa de la Fiscalía de Madrid se negó a enviar la nota, entre otras cosas porque no había escrito ni una coma de ese texto y jamás, en toda su larga trayectoria en el mundo de la Justicia, le había sucedido tal cosa. Debo felicitarle por ser coherente y profesional. Esta semana declaraba ante el instructor que se negó a enviarla precisamente para no acabar sentado delante de un juez. Es parte del trabajo de un responsable de prensa anunciar a sus jefes los problemas que se pueden derivar, aunque luego no les hagan ni caso.

Me parece bien que Álvaro García quisiera defender a sus fiscales, mas no a costa de ponerlos a los pies de los caballos. Había ciertamente una difusión falaz por parte del jefe de gabinete de Ayuso respecto a una oferta de acuerdo realizada por los fiscales “que pararon desde arriba”. La mentira cantaba para cualquiera que conozca este mundo: jamás –insisto, jamás– los fiscales ofrecen el acuerdo, son los abogados los que se acercan a pedírselo. Para desmentir a MAR bastaba pues con recordar una verdad incontrovertida como esa. La nota de prensa hacía más. Enecientas veces se han publicado informaciones incorrectas sobre actos de los fiscales y raramente se sale a desmentirlos, pero este era diferente. El problema fundamental de esa nota de prensa es que introdujo una frase absolutamente innecesaria desde el punto de vista de la institución, que perjudicaba a la presunción de inocencia de una persona y absolutamente necesaria para su uso político. Esa frase, una cagada del abogado del novio de Ayuso en un mail dirigido al fiscal, jamás debió aparecer en una nota oficial. Da exactamente igual si se había filtrado, si corría por las redacciones o cualquier otra apreciación, jamás debió ser recogida en una nota pública del Ministerio Fiscal.

La frasecita de marras es esta: “Esta propuesta de conformidad realizada por el letrado defensor reconocía la autoría del Sr. González Amador de la comisión de ”dos delitos contra la Hacienda Pública por el Impuesto sobre Sociedades, 2020 y 2021“. Esa frasecita fue la que permitió al día siguiente salir en tromba a los medios hablando del ”defraudador confeso“ e incluso del ”delincuente confeso“. Ese era el efecto que se buscaba, hay que ser ingenuo y tonto para no verlo. Aprovecho para decirles que en una democracia ni la confesión es suficiente para acabar condenado y menos para enervar tu presunción de inocencia. Que tu abogado sea un torpe y no sólo mande por escrito la petición –en lugar de solicitar una reunión como hace todo profesional normal– sino que te reconozca culpable es tremendo y espero que le esté pesando en lo más profundo; que la propia Fiscalía dejara a un presunto inocente vendido en una nota de prensa ordenada por el fiscal general es algo inaudito y terrible. Los abogados echan chispas, no los de derechas sino todos los abogados, y de ahí la querella del ICAM. Cuidado con vulnerar los derechos de los justiciables haciéndolo con los de sus abogados porque es muy grave y fue lo que le costó la toga a Baltasar Garzón. Insisto, si vienen a por ti, ¿a qué les das con qué hacerlo?

Así que sí, el fiscal general está en una situación muy difícil, en parte porque siempre han buscado su cabeza, en parte por debilitar al Gobierno, en parte porque muchos fiscales de tronío no soportan tenerlo encima viniendo de abajo y en parte porque ha hecho cosas mal. Puede gustar más o menos. Pueden tener tus simpatías unos u otros. Eso no importa. Lo que importa es la realidad de los hechos y si alguien debe tenerlo claro es un fiscal. No entiendo ni entenderé por qué Álvaro García consideró que era preciso para defender a los suyos incluir esa frase cargada con una pólvora que favorecía a Sánchez en su pugna con Ayuso y que le explotará a él mismo. El fiscal general está protegido de las presiones: no puede ser removido excepto por caída del Gobierno y su mayor problema laboral sería ir de fiscal de Sala al Tribunal Supremo. No entiendo su decisión y sí la de los fiscales que se negaron a obedecerla, que por cierto eran de su misma asociación progresista. Ahí no creo que se puedan alegar conspiraciones ultras.

Así son las cosas, llenas de blancos, de negros y de grises.

Si van a por ti, no les dejes. Si van a por ti, no les des motivos. Si lo haces, no digas que la culpa es solo de los que te persiguen.  

Etiquetas
stats