Y ¿esto es todo? Tres mini-discursos sin preguntas para las teles de los líderes de las tres derechas, el comunicado conjunto leído también por tres periodistas, el himno y a casa…
Y… ¿para esto nos hemos hecho 600 kilómetro de ida y ahora 600 de vuelta? se preguntaban un tanto desconcertados los manifestantes en Colón.
¿Tanto ruido y tantos insultos durante la semana para llenar apenas medio Bernabéu?
Pinchazo en Colón. 45.000 personas; bastantes menos que en el Wanda para el derbi del sábado.
¿Qué ha pasado? Se preguntaban los dirigentes del PP y de Ciudadanos. No se atrevían a acusar de manipulación a la Policía Nacional a la que acababan de vitorear por megafonía, pero intentaban explicarlo diciendo que sumando todas las calles adyacentes podían llegar a 200.000 o esgrimiendo la premura de la convocatoria.
Es cierto que el mar de banderas siempre lo llena todo en televisión y que gente había, pero nada que ver con las grandes concentraciones de antaño contra el matrimonio gay o el proceso de paz en el País Vasco.
El gobierno respiró aliviado y se sintió reforzado para intentar hasta el miércoles aprobar los presupuestos, aunque sea a costa de resucitar la mesa de partidos y el dichoso relator. Habrá que ver como interpretan los independentistas catalanes el pinchazo de las derechas. Si aceptan el documento filtrado el viernes por la Moncloa, se desbloqueará la negociación, congelada en vísperas de una manifestación que todo el mundo esperaba mucho más multitudinaria.
¿Por qué no había mas gente en una ciudad en la que el voto de la derecha está muy movilizado? A lo mejor es que no es tan fácil mezclar a votantes moderados de Ciudadanos y del PP con Vox o no es tan sencilla reunir a los más duros del PP y de Voz con los amigos de Manuel Valls o tal vez es que lo del relator no era lo suficientemente movilizador.
La fría, gris y ventosa mañana de Colón tendrá consecuencias. Si Sánchez saca adelante los presupuestos, será difícil que la derecha vuelva a la calle de inmediato. Un segundo fracaso sería muy duro. A Casado solo le quedaría la bala de la moción de censura. Sabiendo que la iba a perder, conseguiría hacerse por unas semanas con el liderazgo de la oposición y obligaría de nuevo al PSOE a apoyarse en los independentistas para salvarla.