Una chica italiana se suicidó ayer en su casa colgándose de una bufanda tras sufrir -durante meses- el acoso de todo su país. La chica se hizo famosa porque así lo decidió el chico que la grababa mientras ella le practicaba una felación en la intimidad, y su ex novio, quien subió el vídeo a Internet (según BBC ella se lo mandó a él, según la propia madre de la chica, era él quien la obligaba a grabarse con otros hombres, motivo que hizo que ella dejara a su pareja y volviera a su casa materna). También lo decidieron así los que lo viralizaron sin compasión en Internet. A los insultos que esta chica sufrió en la Red y en la calle, se sumaron futbolistas famosos como Paolo Cannavaro y hasta un grupo de música que se mofó de ella con una canción, además cadenas de TV que bromearon con las escenas. También se hicieron camisetas y memes con la historia. Tanto el vídeo como el nombre y la cara de la chica estaban en poco tiempo por todos sitios.
Antes de suicidarse lo intentó todo: dejó su trabajo, se cambió de ciudad, intentó cambiarse el apellido y se embarcó en una batalla legal para que webs como Yahoo, YouTube, Facebook y Google retiraran el vídeo. Una semana antes de suicidarse, le confirmaron que lo había conseguido, pero que debía pagarles a estas webs un total de 20.000 euros por “compensación” -así lo llaman-, ya que estas empresas consideraron que el vídeo se había hecho con su consentimiento, y daban así por sentado que si te dejas grabar estás de acuerdo con que pueda verte todo el país. El juez les dio la razón en cuanto a que la chica debía compensarles.
Sólo en un mundo repugnantemente machista puede suceder algo así. Sólo una ciudadanía completamente impregnada de misoginia es capaz de linchar a la víctima de un vídeo de porno vengativo. Y no sólo existe este caso, el porno de venganza ya ha matado a más chicas en multitud de países. Porque el problema no es sólo que estos vídeos resultan muy graciosos y se viralizan en un sólo día, sino que la víctima sufre una segunda humillación, que es la del linchamiento y los insultos. Luego viene también el culparla a ella, y eso lo hacen constantemente desde el ciudadano de a pie a los medios de comunicación, desde casos de violación y maltrato hasta experiencias como las de esta mujer. “¿Y para qué se dejó?”, “¿Y por qué lo hizo?”. No faltan nunca tampoco los comentarios que, además de insultarla y culparla, banalizan el hecho en sí: “débil de mente porque ahora eso la gente no le da importancia alguna”, decía un lector de ABC a esta noticia en cocreto.
En estos momentos, a los medios no los hace empatizar ni siquiera el hecho de que la chica ya esté muerta: El Español titulaba así la noticia “Una joven italiana se suicida tras grabar un vídeo erótico que se convirtió en viral”. Para empezar ella no lo grabó, y para terminar no se suicidó porque la grabaran ya que, de hecho, ella lo permitió. Tampoco fue “tras grabar”, porque como decíamos, pasaron meses de juicios, de tortura, de ver su nombre en todos sitios y de sufrir insultos y bromas sexuales por parte de todo un país. De lo que informa impecablemente El Español es del nombre de la chica y de su foto en primer plano.
ABC, por su parte, comenta en su artículo al respecto: “Al final, el vídeo fue subido a la Red, donde en muy poco tiempo se convirtió en viral”. El vídeo fue subido a la Red, porque ¿a quién no le ha pasado que se le ha subido solo un vídeo a Internet, verdad? ABC tampoco falla con el nombre y la foto de la víctima. Cuando quieren son unos cracks de la literalidad.
Mundo Deportivo, por su parte, aprovecha directamente para poner una foto en bikini de la chica al narrar lo ocurrido. Porque Mundo Deportivo nunca habla de feminicidios o de casos relacionados con mujeres víctimas del patriarcado, pero hacen una excepción cuando hay fotos en bikini de la chica en cuestión.
Porque los medios, para hablar de mujeres que ganan premios, Olimpiadas, que investigan, que escriben o crean, prefieren decantarse por hacer mención a su marido, su novio o su entrenador. Incluso quitándolas de los titulares si hace falta, dándole el mérito y la atención a ellos. Pero si hablamos de mujeres que han sido víctimas del machismo en cualquiera de sus formas, la parte agresora desaparece del mapa y del titular. A estas horas medio mundo conoce el nombre de la chica y su cara. Del chico que la grabó no sabemos nada, y ya ha pasado un año de aquello, tiempo ha habido. Lo único que tenemos es “Un chico la grabó”, “el vídeo fue subido”, etc.
Puede que el lector que se haya enterado del caso y del desenlace a la vez, vea ahora atroz lo que le han hecho a esta mujer (muchos me consta que no, que la culparán aquí abajo mismo, en los comentarios), pero no me cabe de duda que muchos otros lectores que no sean unos misóginos confesos sí lo verán inadmisible.
A este tipo de lector me dirijo, que es del que espero lucidez:
¿Te has quejado cuando tu grupo de amigos ha mandado por Whataspp imágenes de mujeres humilladas y sexualizadas?
¿Has discutido alguna vez con un machista por atacar la dignidad de una mujer cuando no estaba ella para defenderse?
¿Has terminado perdiendo algún amigo porque ha hecho bromas reiteradas sobre violaciones, sobre sexualización de las mujeres o sobre humillaciones misóginas?
¿Se ha enfadado algún conocido contigo por prohibirle hacer chistes sobre maltrato a las mujeres?
Cuando presencias abusos verbales, abusos de poder o abusos en general, de un hombre hacia una mujer, ¿te esfuerzas por no caer en eso de “pero él es que es así, no lo hace a mal” y actúas?
¿Te has propuesto alguna vez no banalizar el machismo porque eres consciente de que el machismo mata?
¿Te niegas a culpar (sin matices ni peros) a las mujeres que sufren violaciones o maltrato?
¿Has llamado la atención alguna vez a un hombre por un acto, frase o comportamiento machista?
¿Reconoces tu propio machismo? ¿te has propuesto alguna vez acabar con él?
Si no contestas SÍ a estas preguntas, no te quepa duda, eres parte del problema.