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Tamames: en su cabeza era espectacular

El candidato de la moción de censura, Ramón Tamames, en el Congreso de los Diputados

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¿Decepcionado por la intervención de Tamames? ¿Te pareció lamentable su discurso en fondo y forma, y aún más lamentable su espantada en las réplicas y sus melindrosas quejas por lo extenso de las intervenciones? ¿Piensas que no ha estado a la altura de su trayectoria intelectual y política, su prestigio como economista, su lugar en la historia de la España reciente y etc.? ¿También a ti te pareció un indigente intelectual, un cuñao gagá que ni en su especialidad -la economía- era capaz de decir algo con sentido; un fantoche, un hombre perdido y acabado que ni siquiera conseguía dar pena? 

No quiero ensañarme con Tamames, no soy tan cruel ni me gusta hacer leña del árbol caído. O sí, igual sí que quiero ensañarme un rato con él. A lo mejor estoy cabreado, muy cabreado por haber visto a un histórico de la Transición arrastrar por el barro la memoria de sus viejos camaradas y malvender lo que le quedase de prestigio (“el profesor Tamames”, le llamábamos todavía ayer) al servicio de un partido ultraderechista. A lo mejor estoy tan cabreado que no quiero hacer leña, sino virutas del arbolito Tamames en su patético desplome.

Y no se me ocurre mejor manera de hurgar en la herida que dejar que hable el propio Tamames. He recopilado sus entrevistas de las últimas semanas, en las que el señoritingo ex comunista se paseó por todos los medios, abrió las puertas de su casa-museo y se mostró ufano por el papel histórico que estaba a punto de representar. Volver a leer sus palabras hoy, tras el papelón que ha hecho en el Congreso, es puro regodeo, lo sé, pero se lo ha ganado a pulso. A ver si eres capaz de leer los siguientes párrafos sin reírte. Tamames on fire días antes de su moción. Como dice el meme: en su cabeza era espectacular:

“Estoy como pez en el agua, siempre he pensado que algo así podría llegar. En la moción plantearé que estoy prestando un servicio a la sociedad, a la patria. He tomado una decisión, han confiado en mí y ya solo miro hacia delante. Es una ocasión única para hablar a los cuarenta y siete millones y medio de españoles que no se puede dar en ninguna otra circunstancia”.

“Lejos de estar nervioso, estos días duermo mejor que nunca. Yo creo que habrá una bienvenida al señor Tamames de noventa años, y que me van a tratar con una cierta atención por mi edad. No es un ejercicio de vanidad sino una obligación ética y profesional. Yo no he pasado por la vida sin escribir un libro, sin poner un árbol, sin tener un hijo, lo he hecho todo. Perdonen la petulancia, pero ese saber que puedo tener por experiencia, por el aprendizaje, a mí me gusta comunicarlo. Es una forma de devolver parte de lo que la vida me ha dado.”

“Estoy entrenándome para la moción, eso es fundamental, lo aprendí cuando pequeñito en el Liceo Francés, donde di mi primera conferencia a los doce años sobre don Álvaro de Luna como gran precursor de Castilla todopoderosa y de España. No estoy preparando un mitin, sino un dictamen. Generalmente hago un guion y luego le dicto por el teléfono a mi secretaria. Me dirigiré a los diputados en tono de colegas, por todos los años que yo mismo pasé en el Congreso. Antes desayunaré lo de siempre: un café con leche y cuatro galletas campurrianas.”

“La invitación de Vox me pareció una muestra de valentía. La valentía de un partido muy joven que se atreve a decir: ”en vez de hablar nosotros, vamos a dejar que ustedes escuchen la voz de una persona con una cierta experiencia que está a punto de emprender el último viaje y que puede decirnos algo que sea interesante“. A eso no se atreven otros partidos y en eso hay que darle las gracias a Vox y a Santiago Abascal”.

“¿Qué voy a estar yo al servicio de Vox? Yo estoy al servicio de la inteligencia y aquí Vox ha demostrado una inteligencia que no se ha visto en otras partes. ¿Mi edad? Hay gente que está molesta con que haya personas inteligentes y valientes con mi edad. Están molestas porque ellos no lo son y, como no se atreven a serlo, lo critican”.

Ahí lo tienen. Y ahora, por favor, dejemos de referirnos a él como “el profesor Tamames”.

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