Este día 1 de octubre, Día Internacional de las Personas Mayores, como todos los años debería ser un día de celebración. El hecho de que las personas vivamos cada vez más años es un triunfo del desarrollo humano. Sin embargo, este aumento de la población mayor es un gran desafío para nuestra sociedad y para nuestros gobiernos, que deberían empezar desde ya a diseñar y reforzar políticas públicas adecuadas en materia de pensiones salud, empleo, educación y entornos favorables para las personas mayores. Es imprescindible invertir lo necesario para garantizar la auténtica sostenibilidad de nuestras sociedades y poder disfrutar en todas las etapas de nuestra vida de la dignidad y la seguridad que nos merecemos.
Hoy HelpAge International publica la segunda versión del Índice Global sobre el Estado de Bienestar de las Personas Mayores, que estudia 96 países, entre ellos España.
Actualmente, 868 millones de personas mayores tienen más de 60 años, casi el 12% de la población mundial. En 2050, se predice que habrá casi tantas personas de 60 y más años, que menores de 15 (2.000 millones en comparación con 2.030 millones). En nuestro país la población mayor de 60 años representa actualmente el 23,4% del total de la población. En 2050 esa proporción habrá subido hasta el 40,2%. Esto situará a España como la 4ª población más envejecida de los 96 países incluidos en el índice, por detrás de Japón, Corea del Sur y Portugal. No estamos por tanto ante un asunto baladí, sino de gran trascendencia en la agenda pública, si queremos afrontar un futuro seguro para todas las generaciones.
España ocupa un lugar destacado en este índice general en la posición 21. Sin embargo, de los cuatro aspectos valorados en el informe: seguridad de ingresos, estado de salud, competencias (educación y empleo) y entornos favorable, España ha puntuado por debajo de los valores de 2013, salvo en salud, donde ocupamos una de las mejores posiciones, debido entre otras cosas, a las fortalezas de nuestro sistema público de salud y su cobertura universal.
Dentro de nuestro entorno, España se encuentra en la clasificación general por debajo de países como Reino Unido (11), Francia (16) o Alemania (5) pero por delante de otros como Portugal (37), Italia (39) ó Bélgica (27). En general podemos decir que en España las personas mayores viven razonablemente bien, aunque queda mucho por hacer para poder asegurar que la mayoría viva de manera, segura, digna y saludable. Se perciben ya los efectos de la crisis en una mayor vulnerabilidad de las personas mayores.
Este año el índice profundiza en el área de ingresos seguros, especialmente las pensiones, ya que entendemos que debe ser un derecho básico garantizado por los Estados. En la mayoría de los países donde los empleos son informales, precarios y no hay acceso a la seguridad social, a menudo los ingresos son demasiado bajos como para poder ahorrar para la vejez. Pocas personas de la creciente clase “media frágil”- quienes han escapado de la pobreza extrema - podrían ahorrar para una pensión. Se ha demostrado sin embargo, que las pensiones sociales hacen frente a la desigualdad y apoyan el crecimiento y el coste para los países de bajos y medianos ingresos es menor de lo que a menudo se supone. En China se estima que costará un 1,8% del PIB.
En todos los países del mundo se ha producido un aumento en la cobertura de pensiones, principalmente en América Latina, especialmente México y Panamá, y en gran parte por la introducción o expansión de las pensiones no contributivas o “pensiones sociales”. El cambio más trascendental se ha producido en China, donde la introducción de la nueva pensión social rural en 2009 dio lugar a que 133 millones de personas recibieron una pensión por primera vez, el equivalente al 15% de la población mundial de personas mayores de 60 años. A pesar de todo, todavía 150 millones de personas de 65 años y más aún carecen de una pensión en los 96 países y sólo 1 de cada 4 personas mayores de 65 años en países de bajos y medianos ingresos reciben una pensión.
Existe una necesidad urgente de ampliación de la cobertura de pensiones para ayudar a reducir la desigualdad de las personas de todas las edades, como parte de un programa amplio de protección social. El liderazgo mostrado por los gobiernos que han introducido las pensiones sociales, como Brasil, México y Sudáfrica, debería replicarse más ampliamente.
En países como el nuestro, el futuro de las pensiones también nos tiene que preocupar, porque la actual coyuntura nos puede llevar a un aumento de pensiones bajas y no contributivas. Las nuevas estrategias de algunas entidades bancarias, destinadas a fomentar el ahorro y trabajar contra la exclusión financiera, deberíamos tenerlas en cuenta.
Queda claro, según este informe, que la experiencia de las personas mayores varía dependiendo en gran medida del lugar donde viven y sus circunstancias. Mientras que muchas más personas están viviendo con una mejor salud y confort que en el pasado, millones de personas todavía se enfrentan a una vejez sombría. Las políticas sociales para apoyar un envejecimiento saludable se están disminuyendo en muchos países y con los números en aumento, tenemos que estar mejor preparados. Un día como hoy, Día Internacional de las personas mayores, tendríamos que reivindicar que las políticas de apoyo a las personas mayores como las pensiones, las oportunidades educativas y de empleo, la atención médica gratuita y el tratamiento de enfermedades crónicas, el apoyo a los cuidadores familiares y de la comunidad y el transporte subvencionado, tienen que evolucionar más rápidamente, tan rápido como el aumento del número de personas mayores.
Está demostrado que el crecimiento económico por â¨sí solo no mejorará el bienestar de las personas mayores y que se deben priorizar políticas específicas para abordar â¨las repercusiones del envejecimiento. En España se ha acabado el modelo mediterráneo de cuidados familiares y tenemos que empezar a pensar en el futuro de otra manera, teniendo en cuenta nuestros altísimos niveles de envejecimiento, que nos situarán a la cabeza del mundo. Probablemente sea el momento de que trabajemos todos juntos, desde las empresas, los actores de la sociedad civil, el tercer sector y el Gobierno para mejorar las condiciones de vida de las personas mayores, fortalecer sus derechos y visibilizarlos como miembros activos de la sociedad. Tenemos que estar preparados para vivir en una sociedad intergeneracional, donde los mayores puedan vivir dignamente, no sean discriminados y sean parte activa de la sociedad.