Hace unos años la palabra inteligencia artificial sonaba a ciencia ficción, pero hoy interactuamos con ella de forma cotidiana. Algunos ejemplos son comprar por internet, traducir un texto automáticamente, o usar una plataforma de streaming, un robot aspiradora, o un asistente de voz. La inteligencia artificial se suele definir como una tecnología general que utiliza datos para realizar predicciones. Aunque los algoritmos que realizan predicciones basadas en patrones son ya ubicuos, seguir expandiendo su uso es clave en la llamada “transición digital”, tanto para empresas como para gobiernos.
En el discurso político el uso de la inteligencia artificial se presenta de forma muy optimista. Los estudios sobre el tema muestran que los partidos políticos cada vez hablan más sobre la digitalización y que lo hacen refiriéndose a oportunidades, competitividad o modernización, sin mencionar apenas los costes del proceso. Sin embargo, como en cualquier proceso de cambio estructural, el uso de nuevas tecnologías genera perdedores y ganadores. Por ejemplo, el uso de traductores de texto automáticos hace muy sencillo traducir textos pero reduce la necesidad de traductores humanos.
¿Coincide la ciudadanía con la evaluación optimista que hacen los partidos políticos? ¿O genera esta tecnología suspicacias y miedo? Para analizar esta cuestión, preguntamos sobre la inteligencia artificial en una encuesta a 1400 ciudadanos realizada en España en julio de 2021 diseñada conjuntamente con Alex Kuo (Oxford University), Nicolas Bicchi (Universitat Pompeu Fabra) y Shir Raviv (Tel Aviv University).
En primer lugar, preguntamos sobre qué asociaciones les venía a la mente a los encuestados cuando oían la palabra inteligencia artificial. La nube de palabras muestra el resultado. La asociación más frecuente es con términos muy estrechamente ligados con la tecnología como “robots”, “ordenadores” o “algoritmos”. También destacan connotaciones optimistas como las palabras “futuro”, “progreso” o “avance”. Encontramos un número significativo de palabras relacionadas con la ficción como “ciencia ficción”, “Terminator”, “Spielberg”, “Matrix”, o “Isaac Asimov”. Y también detectamos temores y aspectos negativos como los relacionados con “empleo”, “miedo”, “peligro” o “sustituir”.
Preguntamos también si los encuestados estarían dispuestos a usar dos aplicaciones emblemáticas de la inteligencia artificial, los taxis autoconducidos y los diagnósticos médicos. El 28% probablemente o seguro que usaría taxis autoconducidos mientras el 41% se muestra dispuesto a usar inteligencia artificial para sus diagnósticos médicos. Estos datos indican cierta desconfianza hacia estas tecnologías.
En cuanto a los usos de la inteligencia artificial por parte del gobierno, el 78% da apoyo a patrullar áreas de la ciudad en base a la probabilidad de que en un área haya robos; el 68% apoya instalar iluminación en base a la probabilidad de que ocurran crímenes en las calles; el 47% se muestra favorable a implementar órdenes de alejamiento en base a la probabilidad de sufrir violencia de género; y el 37% apoya que se distribuyan los subsidios al desempleo en base a estimaciones de si el desempleo será de larga duración. Parece por tanto que el uso de aplicaciones de inteligencia artificial en ámbitos relacionados con la seguridad es más popular que su uso en temas relacionados con los derechos sociales.
Finalmente, preguntamos sobre tecno-estrés. Para un 38% de los encuestado aprender a usar nuevas tecnologías es muy importante en su puesto de trabajo y para otro 44% es bastante importante. Sin embargo, cuando preguntamos si les preocupa no ser capaces de aprender a usar nuevas tecnologías en el lugar de trabajo, solo un 30% de los ciudadanos marca 5 o más en una escala de 0 a 10. Los impactos negativos del cambio tecnológico no preocupan a la mayoría, aunque existe preocupación entre una minoría.
Hace unos años la palabra inteligencia artificial sonaba a ciencia ficción, pero hoy interactuamos con ella de forma cotidiana. Algunos ejemplos son comprar por internet, traducir un texto automáticamente, o usar una plataforma de streaming, un robot aspiradora, o un asistente de voz. La inteligencia artificial se suele definir como una tecnología general que utiliza datos para realizar predicciones. Aunque los algoritmos que realizan predicciones basadas en patrones son ya ubicuos, seguir expandiendo su uso es clave en la llamada “transición digital”, tanto para empresas como para gobiernos.
En el discurso político el uso de la inteligencia artificial se presenta de forma muy optimista. Los estudios sobre el tema muestran que los partidos políticos cada vez hablan más sobre la digitalización y que lo hacen refiriéndose a oportunidades, competitividad o modernización, sin mencionar apenas los costes del proceso. Sin embargo, como en cualquier proceso de cambio estructural, el uso de nuevas tecnologías genera perdedores y ganadores. Por ejemplo, el uso de traductores de texto automáticos hace muy sencillo traducir textos pero reduce la necesidad de traductores humanos.