“Ninguna democracia se ha convertido en dictadura en un país con una renta per cápita superior a la de Argentina en 1975”. Este hallazgo del profesor Adam Przeworski es una de las regularidades empíricas que los politólogos podemos presumir de haber descubierto. No es un hallazgo menor: las decenas de casos de democracias que han colapsado son siempre, sin excepción, democracias en países pobres. Soy injusto con la elaborada explicación de Przeworski de esta regularidad, pero en esencia él argumenta que en las sociedades ricas hay tanto en juego en caso de quiebra del régimen político, que incluso los grupos políticamente perdedores en democracia prefieren tolerar este régimen a intentar subvertirlo.
Lo que quiero proponer aquí es que se podría usar un argumento similar para las secesiones. Si romper territorialmente un país implica riesgos sobre el resultado final, y las sociedades ricas son particularmente sensibles a esta incertidumbre, deberíamos observar que los países sólo se independizan (o tienden más a hacerlo) cuando son pobres. ¿Es cierto que, de la misma manera que las democracias ricas se vuelve inmunes al riesgo de convertirse en dictaduras, los países ricos también se vuelven impermeables a la descomposición territorial?
Propongo un sencillo ejercicio, tomando todos los países que se han independizado en el mundo en los últimos cuarenta años. Lo primero que podemos decir si analizamos este conjunto de secesiones, es que, diciéndolo a la Przeworski, “ningún país más rico que la República Checa en 1993 ha logrado nunca independizarse de su estado matriz”.
El gráfico 1 muestra la distribución de la renta per cápita (medida en precios constantes y paridad de poder de compra, lo que permite comparar niveles de bienestar entre países en diferentes momentos del tiempo; los datos proceden de las Penn World Tables) de los países que se independizado en las últimas cuatro décadas. (Nótese que los países independizados en periodos anteriores eran aún más pobres que estos, esencialmente porque el mundo nunca ha sido tan rico como ahora).
Gráfico 1. Distribución de países independizados en las últimas cuatro décadas por nivel de ingreso per cápita.
La renta media del país que logra la independencia en este periodo es de 6300 dólares per cápita (similar al nivel de riqueza de España en 1962, o al actual de Uzbekistán o Túnez). Para poner en contexto nuestro familiar caso catalán, el gráfico muestra dónde se situaría la España contemporánea en esa distribución (Cataluña estaría aún más a la derecha, al ser más rica que España en su conjunto). Es evidente que una independencia de Cataluña (o de Escocia, que tiene un nivel de renta per cápita parecido) sería una independencia realmente extraordinaria en comparación con las secesiones que hemos observado en estos pasados cuarenta años.
Sabemos que hoy los países son en media más ricos que en el pasado (la renta per cápita del país “medio” ha pasado de 6800 dólares en 1975 a 14500 dólares en 2011, siempre usando dólares constantes y de acuerdo a las Penn World Tables). Y dado que sólo podemos observar las secesiones sucedidas en el pasado (cuando el mundo era en media más pobre), es en cierto sentido lógico que los países independizados sean en conjunto más pobres que los países de la actualidad. Para intentar corregir esto, el gráfico 2 muestra cómo de pobres o ricos eran los países que se independizaron respecto al resto de países del mundo en el año en el que lograron la independencia.
Gráfico 2. Diferencia entre la renta per cápita del país independizado y la renta per cápita del país medio en el año de la independencia.
El gráfico muestra que la mayor parte de ellos se independizaron siendo más pobres que el país medio de ese año, y que sólo dos (la República Checa y Eslovenia) eran más de 5000 dólares per capita más ricos que el país medio del año en que lograron la independencia. Estas cantidades son sin embargo ridículas con lo extraordinaria que sería una independencia de Cataluña en el contexto actual: Cataluña es hoy casi 15000 dólares per cápita más rica que el país mundial medio (el gráfico muestra la posición de España, Cataluña al ser más rica estaría representada por una barra aún más alta). Es evidente que no existen, ni de lejos, casos de países tan ricos como Cataluña (o Escocia) que se hayan independizado.
Por supuesto, esta discusión no implica ni que Cataluña no se independizará nunca (en ciencias sociales no hay leyes determinísticas), ni que las fuerzas que hasta la actualidad hacen que sólo los países pobres se independicen no vayan a cambiar en el futuro. Pero los datos sí creo que apuntan a la existencia de una lógica económica que no se ha tenido demasiado en cuenta a la hora de explicar los procesos de secesión contemporáneos (o, mejor dicho, la ausencia de ellos). Se ha dicho, con mucho sentido, que la globalización fomenta la desintegración política (la existencia de mercados internacionales abiertos hace que una de las ventajas de tener un Estado grande se desvanezca), y que son las regiones relativamente más prósperas dentro de un país las que tienden a demandar más soberanía. Pero quizá no se ha estudiado suficientemente el hecho de que las secesiones también generan incertidumbre, y eso quizá explique que sean tan poco exitosas en sociedades ricas.
“Ninguna democracia se ha convertido en dictadura en un país con una renta per cápita superior a la de Argentina en 1975”. Este hallazgo del profesor Adam Przeworski es una de las regularidades empíricas que los politólogos podemos presumir de haber descubierto. No es un hallazgo menor: las decenas de casos de democracias que han colapsado son siempre, sin excepción, democracias en países pobres. Soy injusto con la elaborada explicación de Przeworski de esta regularidad, pero en esencia él argumenta que en las sociedades ricas hay tanto en juego en caso de quiebra del régimen político, que incluso los grupos políticamente perdedores en democracia prefieren tolerar este régimen a intentar subvertirlo.
Lo que quiero proponer aquí es que se podría usar un argumento similar para las secesiones. Si romper territorialmente un país implica riesgos sobre el resultado final, y las sociedades ricas son particularmente sensibles a esta incertidumbre, deberíamos observar que los países sólo se independizan (o tienden más a hacerlo) cuando son pobres. ¿Es cierto que, de la misma manera que las democracias ricas se vuelve inmunes al riesgo de convertirse en dictaduras, los países ricos también se vuelven impermeables a la descomposición territorial?