Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Ayer El País publicaba un artículo de William Chislett, investigador asociado al Instituto Elcano, tratando de culpar al menos parcialmente a la metodología de “Eurostat” de las alarmantes cifras de paro de nuestro país. Si midiéramos bien las cosas, concluía el artículo, nuestro nivel de paro estaría por debajo del 20%, y nuestras cifras de paro juvenil no serían tan alarmantes. El artículo es enrevesado, confuso y lo más importante, interpreta de forma muy equivocada las cifras. Uso mi crítica a dicho artículo como excusa para hablar de cómo el Instituto Nacional de Estadística (que es quien obtiene los datos siguiendo las directrices de Eurostat) mide en la Encuesta de Población Activa el desempleo en nuestro país. Pido disculpas de antemano a nuestros lectores por contar hoy cosas que sin duda resultarán muy básicas para muchos de ellos, pero como cada día encontramos opiniones y artículos escritos por expertos que parecen no entender ni los conceptos más básicos, he creído oportuno escribir estas líneas.
El artículo de Chislett trataba de argumentar que la cifra de desempleo juvenil (57% en la última Encuesta de población activa) es “irreal y crea confusión”, y que la cifra de paro español (6,2 millones de desempleados) “no responde a la realidad”. El problema, según este articulista, tiene que ver con la supuestamente obtusa metodología de “Eurostat”, que mediría mal estos dos fenómenos. Intentaré mostrar que, si bien es cierto que la cifra de paro juvenil puede crear confusión (aunque por motivos diferentes de los que el propio Chislett señala), ninguna de las dos cifras son el resultado de cuestionables decisiones metodológicas y, lamentablemente, son mucho más “reales” de lo que el autor afirma.
Empecemos por el principio. La tasa de paro aspira a decirnos, en términos coloquiales, qué porcentaje de los que quieren trabajar no pueden hacerlo porque no encuentran trabajo. Dicho en lenguaje algo más técnico, la tasa de paro es la relación entre el número de parados y la población activa. Forman parte de la población activa todos aquellos individuos en edad de trabajar con voluntad de hacerlo. Es decir, los que están “ocupados” (empleados por cuenta ajena o propia), más los que no lo están queriendo estarlo (los “parados”). Para determinar si un individuo está “parado”, el INE exige que se cumplan los siguientes tres requisitos simultáneamente:
(1) Que el individuo no tenga trabajo, ni por cuenta ajena ni por cuenta propia.
(2) Que el individuo esté buscando trabajo. En concreto, el INE exige que en el último mes el encuestado haya tomado medidas concretas para buscar un trabajo por cuenta ajena o haya hecho gestiones para establecerse por su cuenta.
(3) Que el individuo esté disponible para trabajar. El entrevistado deber estar listo para empezar a trabajar en un plazo de dos semanas o menos.
(La metodología que sigue el INE para hacer la EPA se puede consultar aquí)
Según la última Encuesta de Población Activa publicada, de los 38,3 millones de personas mayores de 16 años que hay en España, 16,6 millones están ocupadas y 6,2 están paradas. 22,8 millones de individuos forman por tanto parte de la población activa. Los 15 millones y medio restantes son “población inactiva”, y por ello no forman parte del cálculo de la tasa de paro: son estudiantes, jubilados, amas de casa, …
Calcular la tasa de paro juvenil es sencillo: basta con medir la relación entre los parados de16 a 24 años y la población activa en ese tramo de edad. Chislett afirma que la cifra del 57% de paro juvenil es irreal porque
“incluye, pero sin que se sepa en qué medida, a quienes están terminando su educación secundaria, a universitarios y a estudiantes de formación profesional, aunque en sentido estricto ninguno de ellos forme parte de la población activa (el denominador utilizado para calcular el desempleo)”
Esta afirmación es rotundamente falsa. El denominador de ese 57% está formado por la suma de los dos grupos que forman parte en sentido estricto de la población activa, es decir, los jóvenes empleados y los jóvenes parados (que cumplen los tres requisitos mencionados más arriba). Es cierto sin embargo que en este tramo de edad la población activa es mucho más pequeña, y su tamaño es mucho más sensible al ciclo económico (los jóvenes pueden decidir estudiar o buscar trabajo en función de las condiciones del mercado de trabajo), por lo que ese 57% (referido exclusivamente a la población activa) no es seguramente muy informativo: Al fin y al cabo, en España hay un millón más de jóvenes inactivos que [de jóvenes] activos. Posiblemente otros indicadores como la tasa de ocupación (qué proporción de personas en ese tramo de edad está trabajando), o este otro más preciso pero más complicado de calcular, pueden ser más reveladores de la situación del mercado laboral español para los jóvenes. Pero en cualquier caso, el 57% es confuso no porque incluya como parados a quienes están inactivos (que no lo hace), sino porque el número de activos en ese tramo de edad (1.450.000) es en España muy bajo.
El gráfico sirve para ilustrar este argumento. La tasa de paro juvenil es simplemente la proporción del área negra respecto de la suma de las áreas roja y negra. Podemos discutir sobre cuánto de representativa es esta cifra cuando la mayoría de las personas en este grupo de edad no participan en el mercado de trabajo (muchos de ellos seguramente porque piensan que no van a encontrar empleo), pero el hecho indiscutible es que sólo un 14% de los jóvenes españoles tienen un empleo, y que hay más jóvenes que quieren trabajar y no pueden que jóvenes disfrutando de un puesto de trabajo.
Pero el punto álgido del despropósito del artículo es el siguiente párrafo:
“Del mismo modo que la tasa de paro juvenil es irreal —y su difusión produce alarma, contribuyendo a la nueva ”leyenda negra“ del fracaso de España—, la cifra total de paro español, que lo sitúa en 6,2 millones, no responde a la realidad, y con esto no pretendo negar el profundo problema de desempleo del país. Si a esos 6,2 millones se le restan las más de 2 millones de personas de entre 16 y 24 años que están estudiando pero que, según la definición de Eurostat, se cuentan (aunque no sepamos en qué magnitud) como paradas, el número de desempleados en España rondaría los 4 millones, todavía un altísimo 19 por ciento de tasa de desempleo pero lejos del 27 por ciento.”
No, no, y no. Para empezar, de esos 6,2 millones de parados sólo 960.000 tienen entre 16 y 24 años (en serio, no es tan difícil ir a la estupenda página del INE y mirar los datos). Y no son estudiantes, sino parados “reales” que cumplen los tres requisitos anteriores. Los estudiantes, que en esa franja de edad son evidentemente un grupo considerable, están dentro de los casi 2 millones y medio de jóvenes “inactivos”, y no se usan por tanto para calcular ninguna tasa de paro, ni la juvenil ni la otra.
Resumiendo: contra lo que dice el artículo, el INE hace un cuidadoso trabajo en la EPA diferenciando entre población activa e inactiva, y los segundos no forman parte de los cálculos de la tasa de paro (lo cual es a veces un problema, pues las cifras de paro de hecho minimizan el problema de la bajísima tasas de ocupación en determinados tramos de edad). Que un experto ignore estas cuestiones metodológicas básicas en un artículo de opinión del primer diario impreso del país es muy preocupante. Casi tanto como que use sus desinformadas divagaciones metodológicas para quitarle hierro a la gravedad de nuestro problema de desempleo.
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