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El 15M sigue despertando simpatías, ocho años después

El 15M va camino de convertirse en lo que la literatura denomina un evento transformador (eventful event) de trascendencia histórica. Más allá del surgimiento de un partido político como Podemos, es posible que su influencia a medio plazo se extienda a la cultura política de la ciudadanía en España. Sin duda, su huella está presente en el campo de los movimientos sociales progresistas, incorporándose a la memoria que alimenta la identidad colectiva y las prácticas de las movilizaciones en el presente (Gongaware, 2011). Sin embargo, su relevancia puede trascender los círculos del activismo más vivo para configurarse como un factor de (re)politización de un grupo más amplio de la ciudadanía, especialmente, los jóvenes (Benedicto y Ramos, 2018) y los sectores progresistas, donde su legado parece configurarse como un posible componente de la cultura política.

¿Perdura el 15M en la memoria de la ciudadanía? ¿Conserva los niveles de simpatía que despertó en su día? ¿Se está transmitiendo ese conocimiento y adhesión a la juventud que no lo experimentó directamente? ¿Qué huella electoral ha dejado?

Coincidiendo con su octavo aniversario, en este post exploramos el recuerdo del 15M y el grado de simpatía que sigue despertando hoy en día. Para ello utilizamos evidencia recogida a través de una encuesta telefónica representativa de la población (PROTEiCA-ficha metodológica) y la comparamos con la obtenida en 2011 por el CIS (Estudio 2920), cuando el movimiento alcanzó una visibilidad extraordinaria. Los resultados sugieren que el 15M sigue vivo en la memoria política de la ciudadanía.

El Gráfico 1 muestra que, en marzo de 2019, el 78% de las personas entrevistadas declaró haber oído hablar del 15M, respecto al 89% de finales de 2011, cuando el movimiento todavía estaba en las calles y aparecían las primeras “mareas” en defensa de los servicios públicos (marea verde, marea blanca, etc.). También revela que, el 13% de las personas entrevistadas en 2019 afirma que participó en alguna de las protestas vinculadas al 15M, frente al 10% en 2011. Este incremento en el porcentaje de participantes se explica porque el movimiento siguió activo más allá del año 2011, convocando a la ciudadanía, y protagonizando protestas multitudinarias, especialmente durante los dos años siguientes. Entre las personas que lo conocen, el grado de simpatía se ha mantenido estable: en una escala 0-10, la valoración media se sitúa ligeramente por encima del 5. Las personas que simpatizan claramente con el movimiento (igual o por encima del valor 7) son algo más frecuentes en la actualidad que en 2011: un 39,2% frente al 36,5%.

La memoria del 15M más allá de la experiencia en 2011

El 15M fue un movimiento multitudinario que logró gran presencia mediática y popularidad: interrogadas en noviembre de 2011, solo una de cada diez personas afirmó no haber oído hablar del 15M. El Gráfico 2, indica que en 2019 la memoria del evento sigue viva (especialmente si tenemos en cuenta las limitaciones de la encuesta telefónica para indagar sobre el pasado); pero también sugiere que esa memoria se está transmitiendo a las personas más jóvenes, entre quienes encontramos porcentajes relativamente elevados de conocimiento: por ejemplo, un 64% de las personas nacidas entre 1994 y el 2000 (que tenían entre 9 y 14 años en 2011), afirma conocer el 15M.

El apoyo al 15M

Ocho años después, la simpatía que la ciudadanía muestra por el 15M permanece prácticamente inalterada. El gráfico 3 compara los niveles de simpatía hacia el 15M en 2011 y 2019 según el año de nacimiento. Las líneas representan los valores medios para cada año en una escala 0-10, donde 0 significa que “no simpatiza en absoluto” y 10 que “simpatiza completamente”. El solapamiento de ambas líneas, indica que el apoyo se mantiene inalterado en los distintos grupos de edad. En ambos momentos, la simpatía es mayor entre los más jóvenes y, curiosamente, en 2019 aparece más elevada aún entre ese grupo de muy jóvenes, que apenas estaban empezando su exposición a la socialización política en los años álgidos del 15M. Esta evidencia habla a favor de la hipótesis de que el 15M se está configurado como un referente simbólico de la cultura política en España.  

¿Ha cambiado el perfil de quienes manifiestan simpatía por el 15M a lo largo de estos ocho años? El gráfico 4 muestra el grado de simpatía en ambos momentos en función de la posición ideológica (la interpretación debe tener en cuenta que el CIS utiliza una escala de 1 a 10 en 2011 mientras que la que usamos en 2019 va de 0 a 10). Como puede observarse, quienes se consideran de izquierdas siguen manifestando una mayor simpatía por el movimiento que los de derechas El nivel de simpatía aparece incluso algo más elevado para 2019. Esto puede deberse a que hoy recuerdan aquellas protestas menos personas (como hemos visto con los porcentajes de conocimiento). Resulta lógico que quienes sí las recuerden sean, al menos en parte, quienes mantienen un vínculo afectivo o una simpatía mayor por el movimiento. Constatamos, pues, que no hay cambios relevantes (ocho años después) en la composición de las bases ideológicas del apoyo al 15M. Tampoco hay sorpresas respecto al hecho de que la simpatía por el 15 M sea mayor entre quienes recuerdan haber participado en las protestas. Solo una parte muy minoritaria de quienes salieron a las calles entonces valora ahora negativamente las movilizaciones (menos del 5%).

La huella electoral del 15M, ocho años después

La asociación entre el apoyo al 15M y el cambio electoral resultó evidente en anteriores elecciones, estando en el origen del fin del bipartidismo en España y siendo Podemos el partido que en mayor medida supo cristalizar el descontento de los “indignados”. ¿Cómo ha evolucionado en las urnas la adhesión al 15M? El gráfico 5 presenta las valoraciones medias de la simpatía hacia el 15M entre las bases electorales de los principales partidos a nivel nacional en función de tres indicadores del voto y para tres momentos electorales: las elecciones generales de 2011, 2016 y 2019. Para las dos primeras utilizamos el recuerdo de voto, mientras que la evidencia para 2019 se refiere a intención de voto. En el gráfico hemos ordenado de izquierda a derecha, en orden decreciente, los valores de los votantes de cada partido.

El gráfico 5 muestra una clara asociación entre la orientación del voto y el apoyo al 15M. Inicialmente IU y, luego, Podemos y (sus coaliciones) han atraído a los votantes con mayores niveles de simpatía hacia el 15M, mientras que entre las bases electorales de los partidos más conservadores (PP y Vox encontramos que la simpatía es mucho menor. Los valores de adhesión al movimiento sugieren también una tendencia hacia la polarización del electorado: mientras que la simpatía hacia el 15M crece levemente en el electorado de los partidos de izquierdas, y especialmente entre las bases del PSOE, la misma se reduce (su media baja por debajo del aprobado-el 5) entre los votantes de partidos conservadores (Cs, PP, y Vox).

En definitiva, la evidencia que mostramos sugiere que el 15M constituyó un evento político transformador. El hecho de que en 2019 los más jóvenes, incluso aquellos que en 2011 estaban lejos de ser adultos, conozcan el movimiento y muestren niveles de apoyo elevados es un claro indicador de su trascendencia temporal. El 15M se está configurando como un referente para la izquierda, no sólo para el activismo de los movimientos sociales transformadores, sino para la ciudadanía progresista en general. El ascendente del 15M y del ciclo de movilización política que lideró, también se manifiesta en la cristalización de una respuesta desde el polo conservador. La polarización actual del electorado que hemos visto en los resultados de las recientes elecciones generales se vislumbra aquí en la distribución de las simpatías hacia el 15M. El “sí se puede” de los militantes socialistas concentrados en la calle Ferraz el pasado 28 de abril, puede leerse como expresión del “sí se puede” transformador de la política que nació en mayo de 2011.

El 15M va camino de convertirse en lo que la literatura denomina un evento transformador (eventful event) de trascendencia histórica. Más allá del surgimiento de un partido político como Podemos, es posible que su influencia a medio plazo se extienda a la cultura política de la ciudadanía en España. Sin duda, su huella está presente en el campo de los movimientos sociales progresistas, incorporándose a la memoria que alimenta la identidad colectiva y las prácticas de las movilizaciones en el presente (Gongaware, 2011). Sin embargo, su relevancia puede trascender los círculos del activismo más vivo para configurarse como un factor de (re)politización de un grupo más amplio de la ciudadanía, especialmente, los jóvenes (Benedicto y Ramos, 2018) y los sectores progresistas, donde su legado parece configurarse como un posible componente de la cultura política.

¿Perdura el 15M en la memoria de la ciudadanía? ¿Conserva los niveles de simpatía que despertó en su día? ¿Se está transmitiendo ese conocimiento y adhesión a la juventud que no lo experimentó directamente? ¿Qué huella electoral ha dejado?