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El voto CERA en las generales: distinto, pero no decisivo

Tras unos resultados electorales ajustados en las elecciones del 23J, ha habido un creciente interés en el potencial efecto del voto desde el extranjero. Eso ha generado una importante desinformación acerca del modo en el que se vota desde el extranjero, las distintas modalidades de voto y el impacto del voto CERA. A esto último nos centraremos en este artículo sabiendo que, a pesar de las grandes expectativas, solo en la circunscripción de Madrid el Partido Popular ha conseguido arrebatarle un escaño al PSOE.

En primer lugar, creemos que parte de esa desinformación nace de una imprecisa interpretación de las diferencias de votos en los partidos que compiten por escaños y, sobre todo, por el momento del recuento. Por un lado, se ha tendido a trasladar la idea de que en varias de las circunscripciones en pugna era probable que el partido que peleaba por el escaño lo fuera a ganar, olvidándonos de que para que eso sucediera ese partido tendría que pasar, en ocasiones, de un apoyo del 20% en España a apoyos del 40% fuera. Por otro lado, parece que el hecho de que el voto CERA se recontara con posterioridad haga que se sobrevalore el peso de ese voto. Bilbao tiene un número similar de votantes que el total de votantes CERA en estas elecciones (y Sevilla el doble), pero no parece que nadie hablara de lo “decisivo” del voto de los bilbaíno/as y sevillano/as en el resultado final de las elecciones (aunque seguramente lo fue tanto o más). Algo similar ocurre cuando se habla de otros supuestos votos decisivos, como el de los venezolanos en Madrid.

Dicho esto, es cierto que hay cierto desalineamiento entre lo que votan (cuánto y a qué partidos) los españoles en España y fuera de España. En este artículo, recientemente publicado en la revista European Political Science, analizamos cómo existen determinados patrones diferenciales tanto de participación como de preferencias partidistas. El desalineamiento en la participación que mostramos en el gráfico es el más evidente (de hasta 65 puntos en 2011). Precisamente la implantación del voto rogado en 2011 tuvo un fuerte impacto en los niveles de participación desde el exterior, que se mantuvieron históricamente en una horquilla baja del 21-36% y descendieron al 4-5% durante los años en los que el sistema estuvo vigente. En estas elecciones del 23J, la participación de los españoles en el exterior ha rondado el 10% de los 2,3 millones de españoles registrados en el Censo de Residentes Ausentes en el Extranjero (CERA), siendo Galicia, la Comunidad de Madrid y Cataluña las Comunidades Autónomas con mayor número de electores CERA. Aunque la eliminación del voto rogado parece haber tenido un efecto positivo en la participación, no se han llegado a los niveles de participación anteriores a su implementación (hasta el 36% en 1989).

La baja participación que supuso la implementación del voto rogado fue objeto de crítica no solo de los partidos que rechazaron la reforma, sino también de los que la apoyaron (PSOE, PP, CiU y PNV). Estas críticas fueron más evidentes entre algunos partidos que se vieron particularmente afectados por la baja participación desde el extranjero, con el argumento de que el voto rogado fue una suerte de acuerdo entre los partidos tradicionales que veían que su apoyo desde el exterior menguaba. La evidencia empírica sustenta en buena medida esta teoría. El PP ha tenido siempre menos votos desde el extranjero que desde España (antes y después de la implantación del voto rogado), con la excepción de 2004, tal vez por la distinta exposición que el electorado residente tuvo con los atentados del 11M. Además, tanto PNV como CiU y los partidos que le dieron continuidad han obtenido siempre menos voto CERA que de los residentes en España (CER).

El caso del PSOE es distinto ya que hasta la implantación del voto rogado tuvo más apoyo desde fuera que desde dentro, quizá porque algunos de los avances sociales se implantaron durante sus legislaturas, pero también por la implantación territorial del PSOE en el exterior y los patrones históricos de preferencia por la izquierda en muchos de los países de destino. No obstante, el PSOE ha perdido parte de ese apoyo tras la implantación del voto rogado, pasando de un balance positivo de casi 14 puntos respecto a los residentes en España en 2008 (donde el 58% de los votantes desde el extranjero les votaron) a un balance negativo en 2015 (un 17% del apoyo, cinco puntos menos que el apoyo de los residentes en España).

La otra cara de la moneda es la de los partidos que estaban por venir. Podemos y Ciudadanos han tenido siempre saldos positivos en el exterior. Podemos llegó a tener hasta un 30% de votos en el exterior en 2016, por un 21% en España. Por su parte, Ciudadanos tuvo alrededor de 2 puntos más de apoyo fuera que dentro. Por otro lado, Vox ha tenido un apoyo intermitente desde el extranjero: tuvo entre uno y cuatro puntos menos de apoyo desde fuera que desde España las dos elecciones de 2019, si bien en 2015 y 2016 obtuvo 0,3 y 0,2 puntos más en el exterior. Esto podría estar relacionado con la menor importancia que Vox parece haber dado en sus programas electorales a cuestiones relevantes para los españoles en el extranjero, incluyendo la implantación del voto rogado.

Con todo, queremos hacer patente que las cosas, como suele ser habitual, tienen más aristas de las que parece. Aunque los datos que mostramos son agregados, en parte debido a que obtener información acerca del voto por países y circunscripciones es sumamente complicado, estos muestran que, si bien en términos generales hay desalineamiento entre los votantes de fuera y dentro de España, esas diferencias son a menudo insuficientes para hacer ‘bailar’ escaños, y mucho menos decantar los resultados totales. En efecto, en estas elecciones de 2023 las diferencias de voto en España y fuera han significado un escaño más para el PP en detrimento del PSOE. No obstante, esa leve reconfiguración del tipo de apoyo que deberían dar algunos partidos nacionalistas a la coalición de gobierno no nos permite afirmar que el voto CERA sea decisivo.

Tras unos resultados electorales ajustados en las elecciones del 23J, ha habido un creciente interés en el potencial efecto del voto desde el extranjero. Eso ha generado una importante desinformación acerca del modo en el que se vota desde el extranjero, las distintas modalidades de voto y el impacto del voto CERA. A esto último nos centraremos en este artículo sabiendo que, a pesar de las grandes expectativas, solo en la circunscripción de Madrid el Partido Popular ha conseguido arrebatarle un escaño al PSOE.

En primer lugar, creemos que parte de esa desinformación nace de una imprecisa interpretación de las diferencias de votos en los partidos que compiten por escaños y, sobre todo, por el momento del recuento. Por un lado, se ha tendido a trasladar la idea de que en varias de las circunscripciones en pugna era probable que el partido que peleaba por el escaño lo fuera a ganar, olvidándonos de que para que eso sucediera ese partido tendría que pasar, en ocasiones, de un apoyo del 20% en España a apoyos del 40% fuera. Por otro lado, parece que el hecho de que el voto CERA se recontara con posterioridad haga que se sobrevalore el peso de ese voto. Bilbao tiene un número similar de votantes que el total de votantes CERA en estas elecciones (y Sevilla el doble), pero no parece que nadie hablara de lo “decisivo” del voto de los bilbaíno/as y sevillano/as en el resultado final de las elecciones (aunque seguramente lo fue tanto o más). Algo similar ocurre cuando se habla de otros supuestos votos decisivos, como el de los venezolanos en Madrid.