Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.
La igualdad, esa cuestión eternamente secundaria
La situación es la siguiente: él está oyendo la radio, le da un repente, coge el teléfono y llama al programa a desdecir a una de las contertulias que charlan sobre la crisis del partido socialista. Se presenta: “Soy José Luis Corcuera”. Lo pasan directamente a antena. La radio es Onda Cero; el programa, ‘Julia en la onda’; la periodista, Julia Otero; la contertulia, Elisa Beni; el oyente, ministro de Interior con Felipe González que pasó a la historia por la ‘ley de la patada en la puerta’ y por obligar a la ciudadanía a llevar siempre el ‘deneí’ encima, en la boca. Por cierto, en una ocasión dos periodistas de El Correo fueron a entrevistarle a su despacho ministerial y cuando le pidieron para la foto que se pusiera el carné en la boca resultó que no lo llevaba encima. Él no, pero el resto teníamos la obligación de portarlo.
En esa breve incursión en el programa de Otero, Corcuera dejó ver sus entretelas de viejo machista. Muy recalcitrante. Para mostrarlas, eligió dos objetivos: Elisa Beni y Margarita Robles. El motivo de la llamada fue contestar a la contertulia, rebatir sus argumentos y, ya que estaba, se vino arriba y empaquetó también a Robles. Comenzó por desdecir a Beni y por descalificarla, negando que conociera el PSOE y su funcionamiento. Cuando ella quiso rebatirle, directamente la llamó “sabionda”.
Esa pauta de comportamiento no es extraordinaria y sigue este esquema: lo que dices no es cierto, no sabes de qué hablas, eres una listilla. O sea, primero, la negación; después, la descalificación y, por último, el insulto. Quienes siguen este patrón no lo hacen solamente con mujeres, pero sí es mucho más habitual que el resorte salte más fácilmente cuando discuten con mujeres. Eso es el machismo.
¿Qué dijo de Margarita Robles? Que era una independiente en el Parlamento, que no era militante de su partido y que tenía libertad de voto en el debate de investidura. Parece correcto, pero sólo lo parece. Corcuera demostró desconocer la Constitución española, o despreciarla, porque según su artículo 67.2: “Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo”. Ni Margarita Robles, ni ninguno de sus compañeros de escaño. Corcuera ya demostró en 1992 su desconocimiento de la Carta Magna cuando el Tribunal Constitucional le tumbó aquella parte de la Ley de Seguridad Ciudadana que posibilitaba la patada en la puerta en los registros. En estos 24 años no parece haber dedicado muchos minutos a la lectura de la Constitución.
Margarita Robles es una jueza metida en política que tiene algunos hitos en su biografía. Por ejemplo, fue la tercera mujer que accedió al Tribunal Supremo, pero antes ya había sido la primera en presidir una sala de lo Penal y una Audiencia. Es decir, es una profesional a la que se puede enviar a muchos lugares. Y los socialistas madrileños la mandaron, por ejemplo, como número dos en la lista del Congreso. Sin embargo, al exministro Corcuera, cuya cualidad profesional más destacable fuera de la política es que era electricista, se le ocurrió mandarla “a la peluquería”. Para abundar en la descalificación, dijo que había sido número dos porque la pusieron a dedo. No es desdeñable, porque los electricistas suelen saber mucho de enchufes. El caso es que él fue ministro porque Felipe González lo nombró a dedo, que es como se nombra a los ministros. De hecho, en este momento, el dedo de Rajoy está en pleno funcionamiento.
Está feo eso de mandar a la peluquería a una señora. Y sus compañeros de partido deberían haber salido en tromba a afearle la conducta y devolverlo a esa caverna preconstitucional en la que vive.
Yo tuve la curiosidad de preguntar ese mismo día en Twitter a Idoia Mendia y Patxi López por esas declaraciones.
Los elegí porque soy vasca y ellos son los máximos dirigentes del PSE. No me contestaron. Hice un nuevo intento unos días después.
Lo de las ‘cosas más importantes’ era un sarcasmo, porque yo no creo ni remotamente que la lucha contra el machismo carezca de importancia. Es más, creo que la igualdad es prioritaria y que los dirigentes políticos no deben exhibir sordera cuando un conmilitón suelta perlas machistas como las del exministro Corcuera. Además, creo que las redes sociales posibilitan un contacto directo con la ciudadanía. En mi opinión, no vale usarlas para soflamas y autobombo y despreciarlas cuando una ciudadana interpela con corrección a dos políticos a quienes, además, conoce personalmente.
Desoír las manifestaciones machistas y priorizar la resolución de otros problemas aparcando la igualdad también es un patrón de conducta nada extraordinario. El patriarcado, o quizá mejor, los hombres, han demostrado históricamente que, en las revoluciones y los cambios sociales, la igualdad es una cuestión de segundo orden. Si no fuera así, estaríamos mucho más cerca de ella y, en esta España de principios del siglo XXI, la sentimos cada vez más lejos.
La situación es la siguiente: él está oyendo la radio, le da un repente, coge el teléfono y llama al programa a desdecir a una de las contertulias que charlan sobre la crisis del partido socialista. Se presenta: “Soy José Luis Corcuera”. Lo pasan directamente a antena. La radio es Onda Cero; el programa, ‘Julia en la onda’; la periodista, Julia Otero; la contertulia, Elisa Beni; el oyente, ministro de Interior con Felipe González que pasó a la historia por la ‘ley de la patada en la puerta’ y por obligar a la ciudadanía a llevar siempre el ‘deneí’ encima, en la boca. Por cierto, en una ocasión dos periodistas de El Correo fueron a entrevistarle a su despacho ministerial y cuando le pidieron para la foto que se pusiera el carné en la boca resultó que no lo llevaba encima. Él no, pero el resto teníamos la obligación de portarlo.
En esa breve incursión en el programa de Otero, Corcuera dejó ver sus entretelas de viejo machista. Muy recalcitrante. Para mostrarlas, eligió dos objetivos: Elisa Beni y Margarita Robles. El motivo de la llamada fue contestar a la contertulia, rebatir sus argumentos y, ya que estaba, se vino arriba y empaquetó también a Robles. Comenzó por desdecir a Beni y por descalificarla, negando que conociera el PSOE y su funcionamiento. Cuando ella quiso rebatirle, directamente la llamó “sabionda”.