Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.
Igualdad de segunda
Hay una igualdad de primera y otra de segunda. Lo compruebas cuando abres el periódico de máxima difusión en Galicia y, tras cuatro páginas completas dedicadas a otro desastre del equipo masculino del Deportivo de A Coruña (con un presupuesto que supera los 35 millones de euros, el más alto de Segunda División), observas que solo dedican una plana al femenino, colíder de Primera Iberdrola con el presupuesto más bajo (unos 120.000 euros en sueldos). La historia tiene acento gallego pero puede replicarse perfectamente en cualquier otro lugar.
Pero, ¡ah! Aún tendremos que dar gracias por ese espacio dedicado al deporte femenino. Más aún cuando el relato se centra en desvelar la faceta más personal de las atletas mediante una pretenciosa y rancia muestra de empatía barata:
Sí, estás leyendo esto en la sección de deportes. Y sí, están hablando de las colíderes, recién ascendidas, y en concreto de una profesional, Teresa Abelleira, que forma parte de la Selección Española sub-19. Solo dedican cuatro líneas a este hecho, y el resto del texto (ni el máster más fulero de “periodismo” lo llamaría información) comenta unos cotilleos de Instagram.
¿Esta es la manera de dignificar y visibilizar el deporte femenino o la visibilidad de atletas LGTB? ¡Es que aún tenemos que agradecerlo! ¡Qué enrollados! ¡Cuánto empoderamiento! No quiero meterme en lo que las propias protagonistas de la historia valoren (quienes agradecieron públicamente este momento de notoriedad), porque no se puede cargar a nadie con unas mochilas activistas tan pesadas. Porque ya bastante tuvieron con aguantar la recua de valientes cobardes anónimos en redes sociales. Y cierto es que, aunque el tratamiento no saque a relucir toda su profesionalidad y valía, constituye un auténtico oasis entre la nada que es la diversidad sexual en el deporte. Pero no, no todo vale.
A esa mochila hay que sumarle soportar subtítulos con expresiones que destacan la “naturalidad” con la que llevan su relación. ¿Eso es noticiable? Ya ni pregunto si resulta todo lo igualitario y “natural” que pretender ser. Hacer de algo normalizado una excepción se convierte en una auténtica paradoja periodística. Y necesitamos más ejercicio de valentía desde el periodismo para sacudirse la caspa y proponer unos tratamientos más dignificantes que eviten casos como el del árbitro Jesús Tomillero.
El fútbol femenino nunca tendrá protagonismo si seguimos ofreciendo fruslerías de papel cuché (como este reportaje que define a la capitana de la Selección, Irene Paredes, como “sobria, fina, de cabellos rubios y sedosos, grácil y de esculturales piernas”). Tampoco lo tendrá si malgastamos tinta en un masculino que no tiene más vuelta de página: desde un vergonzante resultado deportivo a pesar de la inversión económica hasta convertir en noticiable el último corte de pelo o documentales que ensalcen la pretensión y la vanidad.
No me conformo con esta igualdad de segunda (el hecho de que las futbolistas hayan convocado una huelga dice mucho ya de esa supuesta igualdad), mucho menos cuando se demuestra que el deporte femenino es de primera. Cuando, nos guste o no, el medio más leído en España es el MARCA… por ahí también tiene que circular la igualdad, ¿no?
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Hay una igualdad de primera y otra de segunda. Lo compruebas cuando abres el periódico de máxima difusión en Galicia y, tras cuatro páginas completas dedicadas a otro desastre del equipo masculino del Deportivo de A Coruña (con un presupuesto que supera los 35 millones de euros, el más alto de Segunda División), observas que solo dedican una plana al femenino, colíder de Primera Iberdrola con el presupuesto más bajo (unos 120.000 euros en sueldos). La historia tiene acento gallego pero puede replicarse perfectamente en cualquier otro lugar.
Pero, ¡ah! Aún tendremos que dar gracias por ese espacio dedicado al deporte femenino. Más aún cuando el relato se centra en desvelar la faceta más personal de las atletas mediante una pretenciosa y rancia muestra de empatía barata: