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Cifuentes bromea ante la jueza: “Si se cobrara más con el máster, qué pena no haberlo sabido antes”

La presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, durante una rueda de prensa.

Pedro Águeda / Marcos Pinheiro

La expresidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes centró su declaración de este lunes ante la jueza del caso Máster en insistir que ella cursó el máster en la Universidad Rey Juan Carlos, que defendió el trabajo final y que cualquier irregularidad le es ajena porque su único rédito fue estudiar una materia que le atraía. Tanto es así que, según han informado a eldiario.es fuentes presentes en la declaración, hubo un momento en que se permitió hacer “una broma”: “Si se cobrara más con el máster, qué pena no haberlo sabido antes”.

Cifuentes insistió durante varios pasajes de su declaración, que se prolongó una hora y media, en que el máster en derecho autonómico y local de la Rey Juan Carlos no le ha traído más que “disgustos”. Ante la jueza Carmen Rodríguez-Medel se presentó como funcionaria del Grupo A, que nunca ha querido dedicarse a la docencia y que, por tanto, disponer del máster no le suponía ninguna ventaja más allá que la adquisición de conocimientos.

Fue a preguntas de la jueza cuando hizo el comentario sobre la rentabilidad económica del máster. Por el silencio en la sala, ninguno de los abogados, ni el fiscal, ni la jueza parecieron entender el chiste o que les hiciera gracia, a lo que Cifuentes reaccionó añadiendo “es una broma”, según las citadas fuentes.

El relato de la expresidenta de la Comunidad tapaba posibles agujeros en las repreguntas. Cifuentes contó que la idea de cursar ese máster en la Rey Juan Carlos surgió de su amigo Dionisio Ramos y que todo fueron facilidades para cursarlo y compaginarlo con su entonces puesto de delegada del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Su contacto siempre fue el director del Instituto de Derecho Público de la URJC, Enrique Álvarez Conde, imputado como ella en la causa.

Álvarez Conde, contó Cifuentes, le dijo que dispondría de flexibilidad y que no tendría que ir a clase. Y así fue como obtuvo el título, según la expresidenta. Siempre con trabajos, sin un solo examen. Esos trabajos eran de “cinco o diez folios”. La jueza Rodríguez-Medel intentó preguntar por esos trabajos, pero Cifuentes la advirtió rápidamente que no recuerda “nada” de ellos y que tampoco los encuentra.

Según explicó en el juzgado este lunes, la universidad le hizo llegar el programa en un par de folios y ella, animada por su amigo Dionisio Ramos, les remitió su expediente académico por si otro máster en su poder o la carrera de Derecho le servían para convalidar alguna asignatura, algo de lo que no se volvió a preocupar.

Ni rastro de los trabajos que dice haber entregado

El desastre doméstico en el que se han convertido las mudanzas de Cifuentes estuvo presente en buena parte del interrogatorio. La expresidenta no ha encontrado en estos tres meses un solo trabajo y, lo que es más relevante para la causa, tampoco el Trabajo de Fin de Máster (TFM) que insiste en que realizó y defendió. Y eso ocurre a pesar de que ha abierto “muchas cajas” en este periodo de tiempo. Por no encontrar, tampoco encuentra un ordenador portátil de la época, dijo a la jueza este lunes, para extrañeza de la magistrada, que la preguntó cómo era posible que no hubiera encontrado “nada”.

Sobre el desarrollo de su máster, Cifuentes también explicó que tomó café con Álvarez Conde en una ocasión y que luego ambos evitaron las comunicaciones electrónicas, esto es, que no se intercambiarion correos electrónicos si no que ella le envió un par de borradores por mensajero, lo que resulta imposible de cotejar en este momento. Como Cifuentes, la Universidad Rey Juan Carlos tampoco encuentra el Trabajo de Fin de Máster de la expresidenta madrileña. El TFM también lo envió por mensajero y recuerda que ocuparía unas cincuenta páginas.

La Universidad Rey Juan Carlos fabricó un acta falsa para intentar demostrar que Cifuentes defendió el TFM ante un tribunal. En esa acta aparecían tres firmas de otras tantas profesoras que nunca escucharon a Cifuentes, como han reconocido ellas mismas en sede judicial. Cifuentes, quien mostró el acta falsificada a las 16 horas de la exclusiva de eldiario.es, se enrocó a pesar de ello en la tesis de que sí defendió el TFM.

Este lunes, ante la magistrada, la expresidenta aseguró que defendió su trabajo ante dos o tres personas y que una de ellas era un hombre. Lo que no supo explicar fue por qué entonces mostró el acta falsificada que firmaban tres mujeres. Solo acertó a descartar que ese hombre fuera Enrique Álvarez Conde. Cifuentes explicó que fue una defensa “informal” de su TFM.

Por otra parte, Cifuentes declaró que sabe que fue a defender el TFM el 2 de julio de 2012 porque así pudo consultarlo en su agenda electrónica su jefa de Secretaría de la Presidencia madrileña, Cristina Abad, quien ya había ostentado un cargo similar a sus órdenes en la etapa de la Delegación del Gobierno. La jueza se mostró interesada en averiguar el paradero de Abad.

Asegura que no presionó a nadie para conseguir el acta

Cifuentes negó este lunes haber presionado para obtener pruebas de su máster. Negó que la asesora de la Consejería de Educación Maite Feito acudiera a la universidad por orden suya y también que fuera su amiga, algo esto último que la propia Feito confirmó a eldiario.es. También aseguró que si el consejero de Educación, Rafael Van Grieken, se dirigió al rector sería por iniciativa suya. Una de las profesoras ha declarado que Feito llegó a decirle que o arreglaban el asunto del máster o Cifuentes las iba “a matar”.

Cristina Cifuentes solo ha reconocido que encargó a su jefa de gabinete entonces, Marisa González, que llamara a la universidad con el único fin de reclamar su título, la matrícula y el certificado académico. Ante la jueza, Cifuentes ha revelado que recibió una llamada en su móvil del rector, Javier Ramos, pero que nunca ha sabido qué quería porque no cogió el teléfono. También ha dicho que supone que su llamada tendría que ver con la rueda de prensa que él iba a dar el mismo día de la exclusiva de eldiario.es.

A preguntas de la jueza, la expresidenta también ha dicho que apenas tiene relación con Amalia Calonge, la funcionaria de la URJC que en 2014 se metió en la intranet de la Universidad y modificó las notas de dos asignaturas de su máster, las que Cifuentes necesitaba aprobar para terminar el posgrado.

El día que Cifuentes acudió al campus para recoger su título, Calonge la acompañó y se hizo una foto con ella. Según la expresidenta, la conoce a través de su hermana, pero no tienen relación de amistad. Solo la vio ese día.

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