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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Imputado un alto mando de la Guardia Civil por narcotráfico

Francisco García Santaella, en una imagen de archivo.

Pedro Águeda

Apenas unos segundos de conversación, entre horas y horas de pinchazos telefónicos a una banda de ‘narcos’, hicieron sospechar a los investigadores de la Guardia Civil que aquella rápida y velada referencia a “Padre” escondía algo que no podían dejar pasar.

Era el 12 de noviembre de 2014 y la investigación que había comenzado hacía meses entraba en su recta final para los agentes Antidroga de la Comandancia de Granada: tres días después se produciría un desembarco de hachís procedente de Marruecos. La sorpresa llegó cuando, ya detenidos, los cabecillas de la organización confesaron que el “Padre” al que se referían es el hoy coronel Francisco García Santaella, colaborador de la organización en el pasado e imputado por ello en el Juzgado de Instrucción número 2 de Granada desde marzo.

El titular del Juzgado considera que hay indicios suficientes para acusar al coronel de haber colaborado en la introducción de tres alijos por la costa de Granada entre 2005 y 2006, por los que habría cobrado 120.000 euros por entrega. Era la época en la que Santaella estaba destinado en la Comandancia de Granada. Hoy presta servicio en el corazón mismo de la Guardia Civil, a escasos metros de donde tiene su despacho el director general del Instituto Armado, Arsenio Fernández de Mesa. Miembro del Estado Mayor de la Guardia Civil, Santaella se encuentra a un paso de ascender a general.

Rachid Zairi era el hombre de la organización en Marruecos y en la mañana del 12 de noviembre habla con David García, Cani, líder del grupo en Granada. Según consta en las diligencias a las que ha tenido acceso eldiario.es, los 'narcos' están preocupados porque los “intermediarios” no valoren adecuadamente el riesgo de la introducción de hachís que planean. Zahiri dice que “los chicos” sólo piensan en la “ganancia” y que muestra de ello es que les hayan pedido dinero por adelantado. Y es ahí donde se encienden las alarmas de los agentes del Equipo contra la Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de Granada.

Zahiri: El Padre nunca nos ha pedido adelantado.

García: Sí.

Zahiri: El Padre, ¿ha pedido adelantado alguna vez?

García: No, no recuerdo, hombre, no…

Zahiri: Yo no recuerdo que una vez hayan pedido adelantado.

García: No, no, yo creo que no, tampoco.

Tres días después, a las 5.08 del sábado, se produjo el desembarco del hachís en la zona conocida como Barranco el Cambrona, en el término municipal de Salobreña. Los agentes controlaron la operación hasta la introducción de la droga en un chalé próximo, a la espera de un segundo desembarco previsto para el día siguiente. Pero el temor a perder el rastro de la droga durante el traslado a Granada motivó que comenzaran las detenciones. En cuestión de minutos, la ‘Operación Golia’ se saldó con 17 detenidos y 33 fardos de hachís incautados.

David García, Cani, es interrogado a partir de las 0.25 del 18 de noviembre en presencia de un abogado. Los guardias civiles no tardan en preguntarle quién es el “Padre” de su conversación con Rachid Zahiri. Acorralado por las evidencias, se presta a colaborar. “Manifiesta que hizo algunos trabajos con él, entre 2005 y 2006, que los trabajos consistían en introducir alijos de hachís en las playas de Granada, que concretamente con esta persona conocida como ‘Padre’, introdujeron 3 alijos, que las fechas fueron entre 2005 y 2006”.

Pero el verdadero giro en la declaración se produce cuando añade: “Esta persona era un cargo de la Guardia Civil, de rango teniente o comandante, conocido con el nombre de Santaella”.

En una resolución del 6 de agosto de 2001, el entonces director de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, resolvió destinar al comandante Francisco García Santaella a la Comandancia de Granada. Cuando se producen los hechos, el entonces comandante conocía bien la zona: llevaba al menos cuatro años destinado en la provincia. Cani explica a los agentes que la función de ‘Padre’ era “dar seguridad al alijo para que entrara”.

El guardia civil habría cobrado 120.000 euros por cada uno de esos tres alijos, pero Cani solo se encargó de materializar el pago en persona de uno de ellos, aunque da por hecho que los otros dos se realizaron, habida cuenta de que Santaella siguió trabajando con ellos. Lo hizo en el despacho que Santaella tenía en la propia sede de la Comandancia, según su relato.

Ante tal afirmación, los agentes le piden detalles, y el ‘narco’ los da: el dinero iba en una bolsa de plástico de la marca de supermercados locales Dani, de color amarillo, y el despacho estaba en la primera planta. Para comprobar la veracidad de las afirmaciones, los agentes proponen al abogado que el detenido les guíe hasta el despacho de Santaella. David García lo hace sin dudar. Caminan tras él y el ‘narco’ se detiene ante la puerta del que fue en su momento despacho de Santaella, en cuya puerta no figura ya su nombre.

Luego explica que Santaella se enfadó por el atrevimiento de García, que lo sacó de la Comandancia en su “Nissan Terrano azul con pegatinas amarillas en los cristales” y lo llevó hasta el barrio de La Chana. Allí se bajo y dejó el dinero en algún sitio que él desconoce.

David García es preguntado si su compinche Rachid conoce a Santaella y prefiere no contestar. Retenidos en celdas distintas, el interrogatorio de Rachid comienza a las 2.50. Durante el mismo, Zahiri coincide en que ‘Padre’ es “un jefe, responsable de la Guardia Civil de Granada, un mando de Granada”. No conoce su nombre, pero lo describe como de unos 50 años y con gafas. Añade que trabajó con él en tres ocasiones, con entradas de hachís en los Yesos, Castillo de Baños y La Mamola, los puntos señalados por ‘Cani’. Y da cantidades: 2.000 kilos, luego 4.000 y un tercero que no recuerda. Al menos, seis toneladas de hachís.

También coincide en cuánto cobraba presuntamente el guardia: 120.000 euros por entrega, con independencia de la cantidad. Era el dueño de la mercancía el que ponía el dinero para el guardia civil. Preguntados ambos detenidos si podrían reconocer fotográficamente a Santaella, contestan afirmativamente. Por separado, los agentes les muestran las fotografías de ocho varones de raza blanca de una edad similar a la del coronel. Rachid y García señalan sin duda la que corresponde al guardia civil.

El marroquí dice que su socio conoció a Santaella al ser detenido por una estafa. La primera vez que colaboraron, el guardia civil les propuso preparar una falsa entrega. Los narcos accedieron: utilizaron una embarcación en mal estado –“una goma mala”- y “dos o tres mil kilos de basura”, en referencia al desecho de la planta del cannabis durante la elaboración del hachís. El trato era que hubiera incautación, pero no detenidos. Zahiri comprobó el poder del mando el día que lo conoció. Según su relato, Santaella subió a los dos narcos a su vehículo y entró en el puerto de Motril sin identificarse ante los agentes.

“Me dio los fardos desde el todoterreno de la Guardia Civil”

Cani llega a describir a los agentes cómo García Santaella sustrajo una vez un alijo de droga previamente incautada a delincuentes y se lo entregó para que él la vendiera. “Esos fardos se los entregó desde un vehículo oficial, todoterreno de la Guardia Civil, que le encarga que los venda y se repartirían los beneficios en un cincuenta por ciento, que vendió la droga y obtuvo 60.000 euros por ella, dándole la mitad a Santaella en el mirador de Alfacar. Que tardó en vender el hachís un par de semanas”, recogen las diligencias.

Estos hechos elevan la cantidad presuntamente obtenida por Santaella 390.000 euros solo con esta organización. En una de esas entregas, a punto estuvieron de ser interceptados en un control de carretera de la Guardia Civil, pero una llamada a ‘Padre’ hizo que se despejara el peligro, según explicó el detenido.

El ascenso de Santaella supone una anormalidad en el Cuerpo, según las fuentes consultadas. El garbanzo negro de la escala de mando es sospechoso desde hace años, como confirma un comentario del detenido. En el verano de 2006, Cani detecta un coche sospechoso frente a su domicilio. Pregunta a Santaella y éste le dice que son de Asuntos Internos de la Guardia Civil. Y que tire los teléfonos. Las declaraciones con abogado y en sede policial fueron luego ratificadas por los detenidos ante el juez de instrucción.

Santaella fue destinado a Madrid, aunque a un puesto de los denominados “de castigo”. Rachid Zahiri se pronuncia en su declaración en ese sentido. “Preguntado por qué no siguió trabajando con ‘Padre’, responde que por que estaban detrás de él, que por eso paró, que lo cambiaron a Madrid”. El 21 de noviembre de 2006, Santaella comienza su trabajo en la Intervención Central de Armas y Explosivos de Madrid, ya siendo teniente coronel.

Allí está destinado hasta que el 28 de febrero de 2010 pasa a la Jefatura de Protección de la Naturaleza, también en Madrid. Otro destino considerado menor. Sin embargo, con el cambio de Gobierno y la llegada de Fernández de Mesa a la Dirección General, el ya coronel Santaella integra la Secretaría Técnica de la Subdirección General de Personal desde el 28 de octubre de 2012, donde hoy continúa a pesar de su complicado futuro judicial.

De 57 años, Santaella acaba de realizar el curso de ascenso a general de la Guardia Civil y ya solo aguarda la decisión “política” de concedérselo. Mientras, a cientos de kilómetros de la calle Guzmán el Bueno de Madrid, donde se ubica la Dirección General de la Guardia Civil, un juez instruye una pieza separada y secreta sobre la presunta actividad como narcotraficante del aspirante a general.

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