Abascal busca erigirse en la única oposición al Gobierno frente a un Feijóo “cómplice de Sánchez”

“Si no quieren ejercer la oposición, que se eche a un lado y deje paso a otros”. Así de contundente se muestra Santiago Abascal frente al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, al que ve “desnortado” y acusa de “ayudar a este Gobierno ruinoso cuando está en dificultades”. La gota que ha colmado el vaso ha sido el apoyo anunciado por el gallego al nuevo decreto social del Gobierno acordado finalmente con Junts, que incluye prácticamente las mismas medidas que el anterior, que el PP rechazó. “Es desolador”, clamó el dirigente de Vox. “No son oposición”, sentenció en las redes Abascal.
No obstante, detrás del enfado de Abascal, al que no le duelen prendas por oponerse a estas importantes medidas que pueden acarrearle el desafecto del importante nicho de votantes como son los pensionistas, se esconde en realidad una calculada estrategia de desgaste contra su principal oponente por la derecha. El líder de Vox sabe cómo vender su relato, al estilo Trump y Milei, a los que admira y copia cada día con mayor descaro. El resultado de su arriesgada apuesta es una importante subida en las encuestas mientras el PP no acaba de despegar. Y eso llena de satisfacción a los dirigentes de la extrema derecha, muy crecidos desde la victoria del líder republicano en EEUU.
En Bambú, cuartel general de la formación de Abascal, se han lanzado hace tiempo a proclamar que ante esa inacción del PP contra Sánchez “hay que hacer posible la alternativa real, que es Vox”. “Si el PP prefiere estar en el insulto a Trump, en la asistencia a Sánchez cuando está en apuros, en el cordón sanitario contra Vox, pues ellos verán”, han alertado.
Esta dura pugna que mantienen entre sí el PP y Vox por la derecha se está recrudeciendo a medida que la legislatura avanza y los dirigentes de ambos partidos están comprobando que el Gobierno de Pedro Sánchez se mantiene a flote a pesar de las numerosas dificultades que está teniendo que sortear con sus socios de Junts. Tanto Núñez Feijóo como Abascal saben que sus exigencias para que el dirigente socialista convoque elecciones van a seguir cayendo en saco roto, sobre todo si al final, como esperan en Moncloa, el Gobierno logra sacar adelante unos nuevos Presupuestos Generales de Estado. Ante este frustrante panorama para sus respectivas expectativas políticas, ambos dirigentes se han vuelto a enzarzar en una agria pelea, en una pugna que roza ya casi lo personal, para ver quién saca mayor tajada de la debilidad parlamentaria del Gobierno.
En Vox, más que el desconcierto, cunde cierta satisfacción ante la actitud del líder del PP al que ven sin “rumbo”, dando constantes vaivenes, sin saber sin ejercer el papel de líder de la oposición que tras los resultados de las últimas elecciones generales le corresponde ocupar. A pesar de reconocer que el gallego ha endurecido su discurso contra Sánchez aprovechando los casos de corrupción que le acechan, les indigna ver cómo a la vez pacta con el PSOE en el Congreso para “repartirse las instituciones” y votan juntos en Bruselas medidas que para Vox son “perjudiciales para los intereses de España”, tanto en materia económica, agrícola y medioambiental como en política migratoria, una de las principales banderas que enarbola Vox en Europa y en España.
Precisamente porque Feijóo abrió la puerta a que sus comunidades acogieran a menores migrantes ante la crisis en Canarias Abascal dio la orden de romper todos los pactos que mantenían los dos partidos en más de media docena de comunidades autónomas. Además, lleva meses denunciando el “seguidismo de las políticas de la izquierda 'woke'”, término que la extrema derecha internacional utiliza contra las políticas por los derechos humanos, la igualdad y la diversidad.
La idea de una moción de censura
Durante las semanas anteriores a todo este polémico decreto de medidas sociales, Abascal ya había estado presionando a Núñez Feijóo para que presentara una moción de censura contra Sánchez y dar así oportunidad al menos a que “los demás partidos” se retrataran. “Que presenten la moción, es lo que yo hice”, le retó, lamentando que el PP no apoyara entonces ninguna de las dos iniciativas presentadas por la extrema derecha.
Los requiebros del gallego ante ese desafío llevaron a Abascal a sentenciar: “Si no quieren ejercer la oposición, que se eche a un lado”. Ante las críticas que ha estado recibiendo por insistir en esa moción, que inevitablemente necesitaría el apoyo de Junts para prosperar, el líder de Vox pidió “que nadie retuerza la verdad”. “Vox dice sí a la moción, sin ninguna concesión a los nacionalistas, y sí a unas elecciones inmediatas”, aclaró, disipando cualquier “negociación” de su partido con Junts con los que, asegura, “jamás” se sentaría a pactar nada.
El enfado del dirigente de extrema derecha con los populares se vio acrecentado recientemente por las críticas que destacados dirigentes de Génova lanzaron contra Donald Trump –a cuya investidura fue invitado Abascal en su calidad de presidente de Patriotas Europeos–, al que desde Vox se le venera como la “gran esperanza” mundial para revertir “las políticas criminales de la izquierda” junto al argentino Javier Milei, la italiana Georgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán, entre otros líderes de la extrema derecha.
Uno de esos dirigentes fue Esteban González Pons, vicesecretario de Institucional del PP y vicepresidente del Parlamento Europeo, que en un artículo de opinión en Las Provincias calificó de “ogro naranja” y de “macho alfa de una manada de gorilas” al presidente de EEUU. “Entiendo que el Parlamento Europeo reprobará a este vicepresidente bocazas. Y entiendo que el señor Feijóo desautorizará a su portavoz y lo mandará a que se confiese con su obispa”, escribió en X Abascal, exigiendo su dimisión y recomendando a Pons que mejor “se ponga a escribir novelillas eróticas”. “Lo que no se puede hacer es ir de la mano con el autócrata Sánchez en la oposición a Trump”, añadió. Pero Feijóo no le desautorizó.
Convencidos de que todo este escenario va a seguir beneficiándoles, en Vox han decidido poner a trabajar toda su maquinaria al máximo. Desde Bruselas, capitaneados por Jorge Buxadé, que despliega una intensa actividad contra el Gobierno de Sánchez para “devolver el prestigio internacional a España”, sobre todo ahora que Abascal ha sido elegido presidente de Patriotas Europeos, el partido del grupo ultraconservador donde están enmarcados ahora los de Vox.
La extrema derecha ha explotado al máximo la invitación de Trump a su toma de posesión y que le sirvió para presumir de ser “el único dirigente político español” que logró tal distinción, pese a que su presencia en Washington quedó diluida casi a la nada. En la Eurocámara también se están enfrentados con el Grupo Popular Europeo del que forman parte los de Feijóo y que se dividió ante el nombramiento de Úrsula von der Leyen como presidenta de la Comisión europea.
Mientras, en España, de la mano del secretario general del partido, Ignacio Garriga, y el apoyo de todos los coordinadores territoriales, han intensificado su ofensiva en todos los parlamentos y ayuntamientos contra el Gobierno de Sánchez anunciado con nuevas querellas y acciones judiciales. “A un gobierno corrupto y golpista solo se le puede conceder un juicio justo”, proclaman.
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